viernes, 27 de noviembre de 2009

¿Ha valido la pena cambiarme al nuevo cole?

Pasado ya casi todo el primer trimestre, comienzo a poder valorar si el cambio de colegio ha valido o no la pena. Éstas son mis conclusiones:
- El cambio fundamental es el del tipo de dinámica de aula. Mientras en el pueblo trabajaba con unos diez alumnos que pertenecían a casi todos, o a veces todos, los niveles de Primaria, este año estoy con veinte alumnos de primero de Primaria. En el primer caso, el aula permanecía en silencio casi todo el tiempo, los alumnos tendían a ser muy independientes y pacientes y enfadarme con alguno de ellos era algo casi inaudito; mientras, en el segundo caso dar un grito o castigar a alguien es algo habitual, de veinte alumnos siempre hay algunos que no han comprendido bien (o han olvidado parcialmente) lo que se ha explicado y la voz se fuerza más. Pero, qué queréis que os diga: con veinte niños se me pasa el tiempo mucho más deprisa. Es ahora cuando me doy cuenta de que allá en el pueblo las dos horas primeras de antes del recreo se me hacían largas. Ahora aquí se me pasan que no me entero.
- En el pueblo, por haber tanta diversidad de nivel, era casi imposible plantear actividades para todos al mismo tiempo. Ahora puedo hacerlo porque todos son aproximadamente iguales, al menos en el sentido de que todos pertenecen al mismo curso. Eso me permite sentirme más libre para crear, para inventar actividades, juegos, dinámicas… y por eso trabajo mucho más a gusto. Detesto sentirme un consumidor apersonal de libros de texto Dos o tres días a la semana, en lugar de hacer una hora de preparación de clases, que es lo obligatorio, hago tres, pero más a gusto que pa qué: que si una serpiente Decena roja que se come a Diez ratones unidad azules (a ver si les hago foto), que si caras gigantes con partes pegables para aprender las partes de la cara, que si un Twister para repasar colores, que si bingos, que si miniarcos particulares, que si juegos para la Pizarra Digital…
- A pesar de esas horas extra que acabo de mencionar, salgo en teoría a las cuatro y cuarto, así que los días que quiero estoy a las cinco menos veinte en casa. Antes llegar pronto del pueblo era llegar a las cinco y media.
- Ya no soy el director, así que no estoy pendiente de que venga el inspector en cualquier momento ni debo preparar el documento de organización del centro ni las cuentas de gestión, ni pensar una excursión de final de curso que encaje milagrosamente para niños de 3 a 11 años a la vez, etc.
- Estar en un colegio grande es la vida. Saludas a gente, hay buen ambiente, comes con un grupo grande de personas, se organizan comidas y cenas… Cuando toca la sirena, se oyen dos cling cling tipo aeropuerto y acto seguido unos quince segundos de música: “Yo voy a ser El Rey León”, los siete enanitos, etc. Hay una mezcla de cachondeo por la musiquita y comentarios tipo “Me niego a salir a la fila delante de los padres hasta que no se pare esa música, que voy a parecer papá enanito”.
- Vivan los colegios bilingües. Como tutor y especialista de código 99 (o sea, de inglés en un colegio bilingüe) es como más disfruto, ya que doy nueve horas en inglés a la semana a los alumnos de mi aula. Por si eso fuera poco, hay dos matices estupendos en lo que a inglés se refiere: uno, que no debo darlo en infantil –lo cual no es casualidad sino uno de los grandes motivos para irme a un bilingüe-; y dos, que al ser un colegio nuevo, este curso es el primero en este colegio en el que primero de primaria entra dentro del programa British Council, de modo que estamos construyendo los contenidos casi desde la nada. Agotador pero con libertad casi total. Una maravilla trabajar con cuentos, ¡qué juego qué da el de los tres ositos (o Ricitos de oro; bueno, Goldilocks): padre, madre, hijo, grande, mediano, pequeño, frío, caliente, dormir, malo, bueno, entrar, subir, bajar… ¡Todo eso van aprendiendo ya! No sé cómo llegarán de preparados los alumnos cuando terminen la Educación Primaria en sexto. Pero tener nueve horas de inglés semanales durante seis años, o durante nueve si se cuentan los tres años de Infantil, tiene que dar un oído buenísimo. ¡¡Por favor, si tienes un hijo, llévalo a un colegio bilingüe, te lo recomiendo vivamente!!
- Y por último, como detalle tonto, voy a disfrutar de mi primer amigo invisible en gran grupo: treinta profesores. Eso sí, hay una persona que espero que no me toque, y otras varias que si me tocan ni siquiera sabré quiénes son… porque como hay plantas del edificio a las que ni voy, apenas trato a según quiénes…

martes, 17 de noviembre de 2009

Por estas fechas....

...no deja de ser sorprendente poder entrar a una heladería. El otro día, un cucurucho mediano de menta con chocolate. :)