viernes, 29 de febrero de 2008

Blue Cafe - You may be in love

Una voz peculiar, y polaca.

lunes, 25 de febrero de 2008

Anónimo africano.

Cuando nazco, soy negro.
Cuando crezco, soy negro.
Cuando tomo el sol, soy negro.
Cuando me asusto, soy negro.
Cuando tengo frío, soy negro.
Cuando enfermo, soy negro.
Y cuando muera, seguiré negro.

En cambio tú, amigo,
cuando naces, eres rosa.
Cuando creces, blanco.
Cuando tomas el sol, te pones rojo.
Cuando tienes frío, azul.
Cuando te asustas, amarillo.
Cuando enfermas, estás verde.
Y cuando mueras, te pondrás gris.

¿Y me llamas a mí "de color"?

jueves, 21 de febrero de 2008

En el instituto francés hay un niño.


Después de cuatro meses y pico en el Instituto Francés, que está en el paseo Sagasta (de Zaragoza, por más aclarar), puedo empezar a hablar con conocimiento de causa de si sus clases valen la pena.
Para empezar, habría seguido encantado en la escuela de idiomas; pero, como ya sabéis, problemas con la matrícula y una demanda bestial en la escuela I motivaron que me quedara sin plaza cuando estaba a punto de conseguirlo.
Las diferencias que encuentro entre la escuela de idiomas y el instituto son las siguientes. En primer lugar, el profesorado en el instituto es nativo, y eso supongo que siempre es bueno. No implica que sean buenos profesores, pero tienen un conocimiento del idioma mejor que el español afrancesado. Por otra parte, el número de alumnos por clase es sensiblemente menor; en mi aula estamos normalmente de cinco a diez personas, raramente diez. Eso supone que cada vez que vas a clase te toca participar por fuerza. En tercer lugar, las clases son totalmente en francés, de modo que en el fondo se hacen dos ecoutez de hora y media a la semana que vienen de perlas -al menos eso me parece, pues creo notar cierta progresión en ese sentido-. Y por último, aunque esto es una novedad este año y nadie asegura que se prolongue en cursos próximos, uno no se la juega en un examen final sino que se hacen exámenes periódicamente sin que exista uno final -más las anotaciones que haga el profesor cotidianamente, pues siendo tan pocos puede hacer mil si quiere-.
Me quedo, pues, con el instituto, y si tras el francés, dentro de unos años, decidiese comenzar otro idioma, probablemente me inclinase por acudir a un instituto con nativos. Cuesta un riñoncico, francamente, pero cada vez pienso que vale más la pena.

La única pega que encuentro en ambos lugares, el instituto y la escuela, es una falta de cercanía, en cualquier caso habitual en la actualidad en todas partes. Suena el timbre, la profe entra, comienza la clase y, aunque haya buen rollo, al final el timbre vuelve a sonar y la clase termina y con ella desaparece todo. Digo esto porque en mi caso he notado un salto notable entre el primer año de escuela de idiomas y el nivel en que me han puesto en el Instituto Francés, tercero; y fue el otro día, cuando asombrosamente sonó el timbre y al entrar la profe sólo estaba yo, cuando ella me preguntó, por supuesto en francés, que qué tal estaba en la clase y si iba bien con el nivel que había. Apenas un minuto después llegó más gente, pero en esos poco segundos le expliqué que al principio me había agobiado bastante; y esa breve muestra de trato personal me alegró mucho, me hizo estar muy participativo durante toda la clase y me animó una barbaridad a seguir adelante con el idioma.
¿Seré un niño que pide mimos de vez en cuando?

lunes, 18 de febrero de 2008

Viola Wills sings "Gonna get along without you now".

Para mí esta canción es especial. Primero, porque siempre me ha parecido preciosa, tanto (sobre todo) por la melodía como por la letra. Y segundo, porque el día en que me decidí a visitar una asociación gay cuando tenía 17 años y fui a un bar a tomar algo con la gente que acababa de conocer, fue ésta la primera canción que sonó.
Siempre me pone alegre y como además tiene algo de triste en el fondo, indica cómo me puedo sentir en este momento, cuando un fin de semana especial acaba.

martes, 12 de febrero de 2008

La moneda.

Braulio era muy bajito, rechoncho, llevaba gafas y una barba densa y dibujaba muy bien su papel de despistado. Los achaques de la edad y su bastón completaban la actuación.
Su andar parsimonioso apenas se quebraba cuando aparecía a la vista un encuentro breve; es decir, un chico alto, de pelo negro, más bien joven y a ser posible con un toque canalla en la mirada.
Braulio escarbaba en su bolsillo en busca de la moneda, que quedaba en su mano izquierda, la que sujetaba el bastón. El muchacho lindo se acercaba y al llegar el instante en que iba a pasar a su lado, soltaba la moneda con efecto e interponía el extremo del bastón entre los pies del chico, acompañando el momento con un giro imprevisto de su cuerpo, que el otro interpretaba como un tropiezo o un desequilibrio. Braulio bañaba todo en un poner las manos, cuerpo inclinado, sobre las piernas deseadas, las cuales usaba para fingir recuperar la verticalidad.
Y la moneda alargaba el momento al solicitar al otro que se la recuperara, quien debía retroceder -pues Braulio la había hecho alejarse ante sí- y mostrar irremediablemente su trasero al viejecito.
Gracias, muchacho, has sido muy amable, y entonces se marchaba. Y Braulio, que veía cercana su muerte como muchos de quienes superan ya una edad considerable, saboreaba el placer de la cercanía física de la juventud y del alegrarse la vista frívolamente.
Como guinda del pastel, su esposa le obsequiaba a la vuelta con una deliciosa comida antes de salir por la tarde, de nuevo, en busca de fugacidades.

viernes, 8 de febrero de 2008

El mejor.


Una de las cosas que mejor demuestran que las personas son muy parecidas, sea cual sea la edad, la raza, el sexo, la religión, el estatus económico o el social, es que en el fondo todos creen ser un buen conductor de coche, por encima de la media.

lunes, 4 de febrero de 2008

Pagar por el vacío.


En un primer momento, hacer pagar un impuesto a los dueños de los pisos que permanecen vacíos me pareció una locura injusta: si uno se ha comprado un piso tiene derecho a hacer lo que quiera con él. Dejarlo vacío, llenarlo con pinos filipinos o pintarlo con grafitis por ejemplo.
Sin embargo, cambié de opinión al descubrir que muchos pisos vacíos implican la creación de más viviendas en otra parte de la ciudad, y esos nuevos pisos una inversión en alcantarillado, transportes, etc. que salen de los impuestos de los demás..
Y como no es justo que por el beneficio de unos pocos paguemos todos, me parecerá estupendo que a quienes han decidido invertir con un piso comprado, dejándolo vacío a pesar de la demanda que hay, les escueza un poco y se lo piensen dos veces.