sábado, 25 de febrero de 2006

Jeroglífico.


Observe la imagen y trate de encontrar la solución: "Cielo, ¿qué juguete dices que se te ha perdido?"

jueves, 23 de febrero de 2006

Aquí


En la foto, que podéis pinchar para ampliarla, se observa mi aula. Seguramente os provoque la misma impresión que a mí la primera vez que la vi: "¡Pero qué pequeña que es!" Y claro, es que estamos acostumbrados a las aulas pa 40 críos de cuando nosotros éramos infantes, y no, esto es un pueblo y este año en concreto tengo ocho alumnos en esta clase, la de Primaria.
Eso sí, aunque no se ve bien, tenemos tele, vídeo, pronto dvd, bastantes libros y otra aula más para Infantil.
¿Os pasáis a repasar las raíces cuadradas?

martes, 21 de febrero de 2006

Esta semana hacen una obra de Moliere en el Principal, el Tartufo, que no me perdería por nada del mundo, porque Moliere me encanta.
Propongo que me digáis si querríais ir a verla. La sesión quizá mejor para ir todos sería el domingo. Jb no estará, supongo, pero Óscar quizá sí, y el domingo por la tarde suele poder todo el mundo.
Por favor, decidme quiénes venís (incluyendo parejas y amigos). Me encargo de las entradas. Si no habéis respondido el jueves al mediodía, entenderé que no vais a venir.
Para decirme si venís, ¡¡mandadme un e-mail a mi correo, no aquí!

Cuando las haya comprado, os mandaré un mail indicando el precio y la sesión.


P.D.: Actúa Carmen Marín, mi ex-profesora del grupo de teatro. Siendo Moliere, casi preferiría que no saliera ella, porque me sacará de la obra mil veces lo de ver en escena a alguien que conozco...

lunes, 20 de febrero de 2006

Menos uno.


Si recordáis, alguna vez os he hablado -a varios de vosotros- de un amigo de mi padre que, nunca he sabido muy bien por qué, a veces me regalaba cosas. Una cámara de fotos, libros viejos que tenía... Cuando me compré el ordenador me aconsejó, y después me instaló algunos programas.
No es que lo viese con asiduidad, pero se trata sin duda de una relación curiosa.
Y ayer me dijeron mis padres que se había muerto. "Ahí va, me duele la cabeza"; y quince días después, en las esquelas.
No es una historia original, porque pasa todos los días. Pero, cómo no, sorprende cuando sucede cerca de uno.
Hoy he borrado su nombre del móvil... Qué sensación más rara.

sábado, 18 de febrero de 2006

La sabiduría del Dalai Lama


En la página 36 de su libro Consejos para tu vida, el Dalai Lama nos ofrece una reflexión: "En la vida es saludable cepillarse los dientes tras cada comida. Todavía es mejor si al mismo tiempo aprovechamos para limpiarnos la lengua con el mismo cepillo; pero un empeño excesivo en ser meticulosos nos podrá llevar a provocarnos arcadas".
Escuchemos siempre la sabiduría oriental.
Ommmmmmmmmmmm.

jueves, 16 de febrero de 2006

¡Viva España!

En 2005 me otorgaron la posibilidad de trabajar como profesor de español en el extranjero, y por supuesto acepté la posibilidad. Sin embargo, debía dejar en España muchas cosas que me entusiasmaban: la familia, los amigos, mi pareja, mi casa... Así que tuve que pensarlo detenidamente hasta animarme a ir.
Cuando llegué a París y descubrí que todos mis alumnos eran niños de catorce años que nunca habían visitado el extranjero, me planteé que además del idioma en sí debía darles cuatro pinceladas acerca de la vida española. Sin embargo, esa tarea, que a la par que interesante resultaría tremendamente dura, se hizo más aceptable cuando descubrí lo aburridos que me resultaban los franceses y determiné que aquel año iba a ser perdido y sin duda aburrido: me tomé la revancha, pues, con mis alumnos.
En mis clases comencé a enseñar, claro está, palabras y expresiones habituales del español. Pero a la hora de iluminarles con mi cultura autóctona, para divertirme yo más solazándome en la tarea, me dediqué a consultar Internet y decenas de libros en busca de información de la España de los setenta y los ochenta.
Mis niños, que lo pasaban pipa en las clases, aprendían muchísimas cosas: a odiar a Franco, que tenía a España reprimida; a disfrutar con las audiciones de las canciones en boga (memorizaron sorprendentemente bien Galilea, de Sergio Dalma, y El límite, de La Frontera); a bailar con las películas de Parchís; a reírse con...
- Niños, esto os va a encantar. Debéis saber que el pasado 2004 surgió un dúo humorístico que está arrasando en mi país. Contádselo a vuestros padres y amigos, porque son new wave total. Hoy vamos a ver A por uvas. Se llaman Martes y Trece.
También les puse música de Lola Flores y su hijo sólo por anunciarles, allá por Mayo, que se había muerto la faraona y ver su cara de alucinados cuando una semana después les informaba del suicidio del otro.
¿Les diría, por seguir con este cachondeo cronológico, que en las teles españolas no dejaban de salir franceses volcando camiones de frutas y hortalizas?
Por poner la guinda, les dije que había una tal Marisol que estaba haciendo giras por toda España y rompiendo taquillas, que sus pelis eran musicales y que si querían, podían bajarse en el Emule una de ellas algo pasada ya, de 1999, que era una versión también cantada de El Sexto Sentido.
- Para que veáis que los americanos de los cojones no lo inventan todo.
Comentario que acogieron con mucho calor.

Cuando terminó el curso, les rogué que me dejaran sus correos electrónicos. "Os escribiré", prometí.
Pero no sabían que mi idea era, es, hacerlo allá por el 2020, cuando sean hombres hechos y derechos, y puedan relatarme su encontronazo con la mofa de los primeros españoles con quienes hablen yendo de turistas.Ay, yo es que me parto.

martes, 14 de febrero de 2006

San Valentín


Ya termina este día comercial.
La gran duda ahora es: ¿cuál habrá sido la respuesta de Laura ante la postal de Jb? Y también, ¿habrá sido capaz Jb de decir "de nada" sin añadir "Se empeñaron en que la hiciera" u otra excusa similar que haya anulado el romanticismo del detalle?
Ansiamos leer lo sucedido.

domingo, 12 de febrero de 2006

Oink


Soy un cerdo, porque un joyero me arrojó perlas y no las aprecié.
No sé si cerdo, pero sí podría ser gato o perro durante unos días...
Ya que no es posible transformarme en animal, el modo de no andar pensando en algo será que mañana todos mis niños necesiten tres explicaciones para entender cualquier cosa.
¡Cómo se agradece trabajar a veces!

jueves, 9 de febrero de 2006

Ojo a las casualidades


Tengo por ahí, tan ocultas que ahora mismo no sé dónde están, mis fotos de la comunión. En ellas, se observa el gran elemento: las gafas.
Las gafas, como todo lo demás de mi ser cuando era niño, eran del estilo que les gustaba a mis padres. Y mis padres, huelga decirlo, se merecen en ese sentido que les maten los dinosaurios con tirachinas. Porque las gafas ocupaban casi el doble que mis ojos, así que el aspecto y mis abrumadoras notas -quiero decir irónicamente que eran excelentes- en aquella época me convertían directamente en el cerebro, o uno de los cerebros, de la clase.
No conduciremos ahora el debate hacia la cuestión de dónde ha ido a parar esa inteligencia (que desapareció a partir de sexto de egb, igual que a smileman), sino hacia el tema de las gafas.
¿Hay elemento más odioso que esas lentes (impertinentes, nunca mejor dicho) para un niño? Llevarlas a clase es como colgarse un cartel animando a que te tiren tomates. Con ello no sugiero que fuese mi caso, pero bastante tenía yo con mi propio malestar: nunca pude soportar llevarlas, porque me daban calor, se escurrían, se rompían, se salía un cristal... incluso tenía que llevar un parche en el ojo derecho cuando era pequeño para corregir el bizqueo del izquierdo. Entre los pelos hiperlargos, el parche, las gafas tamaño home-cinema y lo gordete que estaba, no sé cómo no aparecí en la familia addams aunque fuera de cameo.
De modo que a lo largo de mi infancia, los dos bandos en los que dividía a la humanidad eran los que llevaban gafas y los cabrones que tenían el morro de no tener que llevarlas.
Quizá fue también para sexto, cuando a smileman y a mí nos empezaron a bajar las notas de clase, cuando me dije que estaba hasta el gorro de andar gafado y me desgafé. Fui feliz, sobre todo teniendo en cuenta que veía bien sin esos terribles cristales.
Pero dicen que la vida le da a cada uno lo que se merece, y supongo que si yo me quité las gafas sin deber hacerlo, me merecía que años más tarde, ya con pelos en los cojones y carnet de conducir a la vista, en la revisión me obligasen a ponerme otra vez el acristalamiento ocular. El oftalmólogo me indicó que tenía miopía, astigmatismo e hipermetropía, todo ello repartido no recuerdo cómo entre ambos ojos y anulándose en parte unas cosas a otras.
Carolina es testigo de que dejé mis huellas en todas las monturas de la óptica a la que fuimos y de que al final me incliné por unas de montura al aire. (No sé por qué, cuando oigo decir a alguien "Llevo gafas de montura al aire" me hace muchísima gracia). Las empleo sólo para el coche y para ver la tele y películas en el cine.
Y la historia se repite. Uno de mis niños del pueblo comenzará su vida gafil mañana mismo. Casualmente, el lunes pasado olvidé dejar mis gafas en el coche cuando iba a pasar al de mi compañera, que conduce esta semana, de modo que me fui al pueblo con mis monturas airosas puestas; y los chicos, desacostumbradísimos a verme así, mostraron su extrañeza. Pero de este modo el muchacho que mañana se nuevogafará se sentirá arropado por el profe, y al menos no será víctima de los tomates durante el horario escolar. Sí, supongo, de su odio interno hacia el instrumento, si es que lo tiene como yo.
Y es que a veces las cosas casuales van bien: hay quien se deja las llaves por ahí y por ello termina durmiendo abrazado, y quien no usa la funda de las gafas que cariñosamente Óscar te ha conseguido y termina ayudando a uno de sus alumnos.
En cualquier caso, ahora supongo que puedo decir que ya sólo me siento gafado por fuera.

martes, 7 de febrero de 2006

¿Pero qué hace una imagen de la gachí ésta en mi blog?


Pues ello se debe a que estaba ahora mismo oyendo su canción, la de Rutinas, y como estoy estos días contento, una ñoñez musical como ésta me ha ido gustando cada vez más.
No se corten ustedes, hagan sus comentarios denigrantes hacia mis trombosis musicales.

domingo, 5 de febrero de 2006

Siendo más feli


Un poco en referencia a lo que escribí el viernes, ayer socialicé y de una manera radical e inesperada, pues en una cena que Carolina preparó en su casa, resultó que también aparecieron Pedro y Raquel y más tarde Toño; es decir, que hubo más gente de la que yo esperaba. La cena era japonesa y consistió en... bueno, cosas como una sopa con tallarines, queso tofu y algas, una especie de bola de carne y arroz con curry. Todo ello comido con palillos, y Óscar no pudo -por decisión tajante mía- usar el tenedor ni el cuchillo: que si nos ponemos orientales, nos ponemos.
Sucesos reseñables de la noche:
- Las segundas intenciones en cualquier frase que alguien soltara eran continuas. Óscar fue pionero en ello; debe de estar pidiendo sexo a gritos el pobre, pero por más que pienso no se me ocurre ninguna solución.
- El curry salió más picante que si Carolina hubiera vertido diez guindillas por casualidad en el bote donde lo preparó. Definitivamente, el plato no era arroz con curry, sino curry con arroz. Me permití indicar que había tanto curry que sólo faltaban los fraggel.
- Jorge, el novio de Lorena, manifestó una gran disposición a poner en práctica el consejo de la felación con la boca llena de agua. Que luego Lorena se ofrezca ya es otro cantar.
- Pedro nos recordó la importancia de conducir con precaución tras su accidente automovilístico en la autovía hacia Valencia gracias al hielo. Afortunadamente, el coche quedó destrozado y él ileso, no como antes, que los coches se quedaban inmaculados para alegría de las funerarias.
- El pacharán triunfó en la charla post-cena. De nuevo hay que citar a Óscar, ahora como pionero en pacharanismo; el color de su bebida, untada en piruleta de El Rincón, me recordó a un trozo de atún disuelto en coca-coca light sin cafeína.
- Desde luego, sería injusto no incluirme en el apartado de alcohólicos: junto con don pionero, consumí un vodka con limón, otro con blue tropic, otro con granadina, un cacique con cola y puede que una bebida más. Impagable la conversación de Óscar con un camarero: "-Oye, ¿tienes Red Bull?. -Sí. - Pues ponme un cacique cola." Fueron efectos del pacharán carolíneo, claro.

Desde luego, vencer de vez en cuando la pereza de salir de casa cuando el trabajo lo permite, viene estupendamente. De paso, pude poner en práctica una vez más mi nueva costumbre de dar besos o la mano. E indudablemente, ayer di más besos que nunca...
Así pues, el señor Punset llevaba razón en lo que decía.

viernes, 3 de febrero de 2006

Feli in the TV


De nuevo recurro a la televisión como fuente de sabiduría. El tema es la felicidad, como podría haber sido las salchichas.
A la hora de tratar el tema, siempre hay frases que se escuchan: "Yo me conformo con quedarme como estoy", "Lo importante es la salud", "Yo quiero salud y trabajo y vale", "El dinero no da la felicidad, pero ayuda", "Haz el favor de bajar la tele, joder".
La caja tonta me ha servido dos aportaciones que también deberán, con vuestra ayuda, pasar a formar parte de este elenco de expresiones tópicas. Por un lado, el señor Punset, en Redes, ha mencionado que el dinero da la felicidad en un determinado grado y a corto plazo; ello nos alivia a quienes nunca llegaremos a ser ricos y nos limitamos -o algunos lo hacen- a envidiar a quienes lo son. La base de la felicidad, según investigaciones, reside en la calidad de nuestras relaciones sociales. Ahí queda eso.
La segunda aportación es realmente genuina, y de hecho proviene de Maruja Zorrilla, adivina que proporciona el mayor número de pronósticos negativos en cuanto a las relaciones de pareja. Le hacían una consulta acerca de cómo funcionaría un negocio y ella, mujer desde luego sabia, dijo que "sí, hijo mío, hay que preguntar también por el trabajo, ¿verdad? Porque el dinero no da la felicidad pero ayuda bastante. Mira, cariño, el dinero yo creo que es el ochenta por ciento de la vida, pero la salud es más importante aún, el noventa por ciento".
Qué razón tiene la mujer, aunque destroce nuestro sistema decimal, al que tanto cariño tenemos.
Sean felices ustedes. O sea, no me sean amebas y socialicen.


miércoles, 1 de febrero de 2006

¡Cuidado!

Paraos a pensar y veréis la cantidad de situaciones en que soltar de repente "¡Cuidado con el cristal!" puede resultar un grato divertimento.