martes, 3 de mayo de 2011

En la marea.

Lanzo el mensaje en una botella. Una vez escrito y allí introducido, me doy cuenta de que lo que menos me importa es que alguien lo lea. Lo más relevante para mí es haberlo expresado. En el papel que hay dentro de ella se puede leer...
"Hay varias cosas que he ido descubriendo por experiencia. Por más que las hubiese escuchado, quería vivirlas y así reflexionarlas.
He visto que el roce, el verse, el tocarse, hace el cariño. De ese que dura, que no debe etiquetarse porque moriría, del que la distancia no mata.
He descubierto también que las decisiones se toman con cualquier cosa menos con el raciocinio. Así decidimos viajar o embarcarnos en cualquier otra aventura.
Y he comprobado también que hay gente que se aleja, como la ola del mar que se llevará la botella, y otra que regresa, pudiendo ser la misma con nueva energía, la del agua."
Seguramente sea lo mejor: que nadie lo lea. Son, al fin y al cabo, elucubraciones y expresiones muy opacas que me servirán sólo a mí para recordar lo vivido cuando, tarde o temprano, la botella vuelva a caer en mis manos.