miércoles, 30 de mayo de 2007

Retórica (o arte sutil)

Hace unos días tuve la oportunidad de realizar una tarea con la que disfruté enormemente: la de describir por escrito, con palabras elegantes y educadas, hechos que en sí no lo eran.

Me estoy refiriendo a los informes de sexto de primaria de los tres alumnos que el próximo curso, angelicos, pasarán al instituto. Sobre todo en el caso de uno de ellos, condensé en unas veinticinco líneas y con toda la educación y tacto posibles cuestiones del tipo "Estudia cuando le da la gana", "Es un mandón y un pegón" o "Sus padres vienen a las tutorías pero luego no hacen ni caso a lo que les dices".

Y lo que me parece más divertido de este ejercicio estilístico es que, al final, los profesores que lean mis informes entenderán y sacarán como conclusiones oraciones muy similares a las que acabo de citar entrecomilladas.

lunes, 28 de mayo de 2007

Educación para la ciudadanía.

Es el nombre de la asignatura que introduce la LOE en la ESO el próximo año, y dentro de tres en la Educación Primaria. La CONCAPA y otras agrupaciones de padres de carácter conservador y/o religioso sienten que el gobierno está imponiendo a través de esta asignatura valores morales a los niños, cuando son los padres, dicen, quienes deben encargarse en primer lugar de la educación de sus hijos.

El debate está en si es posible que los alumnos que pasan por las aulas no aprendan valores; y, si aprenden valores, si se pueden compaginar los de la escuela con los de la familia en el caso de que sean distintos.

Cuando hablamos de valores, estamos hablando de valoraciones sobre cuestiones espinosas como qué y cuándo introducir el tema afectivo - sexual o el respeto a las diferencias. La gente religiosa -bueno, parte de ella, claro, que no todo el monte es orégano- aduce que si se sale en defensa, por ejemplo, de los matrimonios homosexuales se puede estar yendo contra lo que piensa un sector de la población, y por tanto algunos profesores o padres podrían hablar de objeción de conciencia.

Desde el gobierno se ha dejado claro que la asignatura no habla directamente de eso, de parejas gays, de aborto o de cosas a veces tabú o delicadas según la mentalidad de cada cual, sino que habla de convivencia, respeto al otro, etc. Es decir, que no se apuesta directamente por una opción u otra sino que se plantea un debate ante los alumnos.

Lo que yo me pregunto es: teniendo en cuenta -y así lo dice el gobierno- que todos los temas que se tratan en la asignatura están enfocados desde un punto de vista totalmente acorde con la constitución, ¿no sería aceptable incluso que literalmente, ya no digo en primaria sino en secundaria, se dijese en los libros de la asignatura "Juan y Pedro se van a casar y no pasa nada"? ¿O "Luisa ha decidido no tener a su hijo y después de pensarlo ha decidido abortar"? Pues al fin y al cabo, uno podrá opinar que abortar está mal o que dos hombres juntos son una aberración de la naturaleza, pero en especial en el caso de las parejas gays, creer que dos hombres son menos familia que un hombre y una mujer es establecer ciudadanos de primera y de segunda, y va contra la constitución.

Por tanto, yo creo, todo alumno debería pasar por esa asignatura.

(Otra cosa es lo escéptico que soy respecto a que las clases sirvan para algo).

viernes, 25 de mayo de 2007

Felicidad.

Una tarde, en el autobús, me vino un momento de felicidad supremo. Enseguida sonreí y no comprendí por qué en otras ocasiones no había sabido apreciar la parte positiva de la vida.
Y sentí que debía compartir mi felicidad con la gente de alrededor, tratar de contagiar esa belleza que veía en todas las cosas.
Entendí entonces que era una tarea muy fácil. ¿Por qué no decirle a la gente de alrededor que me parecía gente bella? Unas palabras amables y positivas, dichas con elegancia, harían sonreír a cualquiera.
- Señora, disculpe -le dije a una mujer que estaba a mi lado-. Sólo quería decirle, a modo de comentario, que me parece usted muy atractiva. Ese peinado le queda muy bien y tiene usted unos ojos preciosos.
La señora se me quedó mirando, esbozó una sonrisa y me roció con su spray antiviolación antes de bajarse del vehículo.
No fue su culpa si sus habilidades comunicativas no eran las mejores.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Momentos de educación: cuestión de piel.

Dos maestras en el recreo:
- Chica, a mí me cuesta mucho aprenderme los nombres de los críos.
- Es normal, son muchos. Eres nueva en el cole, pero el curso que viene por estas fechas estarás harta de todos ellos y por descontado conocerás sus nombres.
- Eso espero. Por cierto, el niño aquel me cae fatal.
- ¿Cuál?
- Ése, el del jersey rojo. El que está jugando al fútbol.
- No lo veo.
- Ése que está con el bocadillo en la mano. Mira, el que ha saltado ahora.
- No sé, ¿al lado de la portería?
- Casi. ¡Mira, el que ha chutado ahora!
- Ah, dices Laurent, el negro.
- Sí, eso.
- Está hecho buena pieza, sí.

lunes, 21 de mayo de 2007

Los niños tienen derecho a. (III)

Las circunstancias me obligan a retomar el tema de los niños, la educación y la escuela.
Uno de los niños de los que ya hablé ha sido estudiado por un maestro del equipo de orientación, para detectar cualquier posible retraso o deficiencia. Todo parece estar bien, ya que el niño manifiesta una inteligencia normal – alta; de modo que la hipótesis de que la actitud del chaval sea algo happy en clase por estar acostumbrado a hacer en casa lo que quiere cobra fuerza.
El del equipo de orientación se reunió con los padres para comentar los resultados del test de inteligencia y ofrecerles unas pautas conjuntas de comportamiento para mejorar su relación con el niño. Les habló de la importancia del castigo inmediato y del premio a las buenas conductas.
Pocos días después, la madre anda diciendo por ahí que según lo que les dijo este maestro, su hijo es extremadamente inteligente y deben darle muchos premios. Mi compañera Isabel observa que tal alumno trae en los últimos días distintas prendas de vestir nuevas que parecen ser recompensas a buenas actitudes suyas. Y eso unido a que le prometieron regalarle una bicicleta por cortarle el pelo, nos hace pensar que los padres pertenecen a la por mí temida raza de padres que no escuchan, en la que estaba incluida esa madre -amiga de éstos, casualmente...- de la que tanto os hablé en su momento y que ya no vive en el pueblo.
Porque en fin, el niño tonto no es, pero mientras le hablas se queda mirando las motas de polvo pasar que no veas...
¡Pues la hemos liao si andan pensando que su hijo es un cerebrito! ¡La culpa del profe, que no sabe sacarle jugo!

viernes, 18 de mayo de 2007

Por la puerta de atrás.


Nuestro polaco preferido, Mike, abandonó Zaragoza hace unas semanas. Casi sin avisar y sin demasiadas ganas por despedirse. Le echaré de menos, aunque esa manera de irse (a Sitges) sin mucho ruido, demasiado en silencio, le ha quitado muchos puntos. Un cafecito antes habría sido lo de menos...

Que le vaya todo muy bien.

miércoles, 16 de mayo de 2007

Estética.


Mi manía ha disminuido relativamente, quizá porque, en tanto que hombre, soy animal de costumbres. Pero anuncio públicamente un consejo: si eres un tío y quieres ligar conmigo, no lleves puestas unas sandalias de dedo del tipo que ves en la foto. Estéticamente me repugnan, sólo de pensar en esa tirita entre los dedos me da grima y, además, el sonido que hacen al andar me parece de lo menos erótico en lo que puedo pensar.

Te recomiendo que te lo... pieses.

lunes, 14 de mayo de 2007

Fuera de la tribu.

Tuvo lugar el sorteo para formar parte de los tribunales de oposición al cuerpo de maestros que tendrá lugar a finales de junio, cuando los niños ya estén el cien por cien del día a cargo de sus familias. Excepto a una chica del cole de Daroca, a nadie que conozco le ha sido otorgado semejante honor. Por descontado a mí tampoco, lo cual me permite programar mis vacaciones (largas vacaciones) desde ya mismo. Para Julio tengo pensado un viaje internacional que no mencionaré hasta que no esté listo.
¡El verano ya llegó!
Casi.

sábado, 12 de mayo de 2007

Los anales de la historia.

Con vuestro permiso, procederé a realizar unos comentarios acerca de un gran tabú para los hombres heterosexuales: el sexo anal.
No soy la persona más adecuada para hablar de este tema, ya que rara vez lo practico, entre otros motivos porque, con la persona adecuada, sé divertirme de muchas otras maneras. A veces, cuando conozco gente por internet, me encuentro con la odiosa pregunta de "¿Eres activo o pasivo?", como si fuese imperdonable andar por la vida sin haber tomado una decisión respecto a este tema.
A pesar de la importancia relativa que le concedo, cualquier hombre heterosexual que lea esto debe saber que el orgasmo anal provoca un placer mucho más intenso que el habitual. Ello debería hacerles vencer la asociación "ser pasivo = no ser hombre" que muchos tíos tienen metido en su subconsciente o incluso su consciente. Hay que olvidarse de la manida escena de las duchas de la cárcel y pensar que vuestra novia podrá utilizar cualquier consolador con cualquier tipo de crema suavizante y con mucho cariño para que la experiencia no resulte en absoluto dolorosa y sí muy placentera.
Por favor, la próxima vez que os manden a tomar por el culo, sonreíd.

jueves, 10 de mayo de 2007

Peligro cercano.


Cuando hace casi tres años me fui a vivir solo, tuve claro desde el principio que debía instalarme en mi piso teniendo en mente una cosa: los peligros cercanos.

Así que una vez los dueños me pasaron las llaves del piso, me acerqué a la cerradura tratando de hacer poquito ruido al abrir la puerta.

Pero poco duró la ilusión: ahí estaban los peligros. El primero de ellos vivía en la puerta efe y tenía cara de persona sensata y prudente. Con su amabilidad de señora mayor, sonsacó información sobre mi profesión, mi posible compañía en el piso y se ofreció para cualquier cosa que pudiera hacerme falta.

El otro peligro provino de la puerta de, una señora de edad similar pero más extrovertida y habladora. La puerta de era indudablemente un peligro cercano mucho mayor: implicaba encuentros en el rellano de duración temiblemente incierta. Poco tiempo pasó hasta que ella, la de la de, y su marido, me sorprendieron cargando con varias bolsas de la compra al salir del ascensor y, a pesar de ello, manteniéndome de charla durante más de diez minutos acerca del pueblo donde trabajo y la estupenda coincidencia de visitar ellos uno de alrededor durante algunas temporadas.

Llegó el día, allá por mi primera navidad independiente, en que el marido de la de la de me invitó a tomar un café con ellos. Momento fatal. La pesadilla, aquello que había tratado de evitar a toda costa, se estaba produciendo: la invasión potencial de mi intimidad, la obligada devolución posterior de la invitación, la posible repetición de las visitas, el hundimiento de mis metros cuadrados de soledad asegurada a todas horas.

Argüí una excusa que ya no recuerdo y la invitación nunca se ha vuelto a repetir. Quizá no se me da tan mal lanzar mensajes sutiles. Todo con tal de preservar ese espacio sagrado de mi intimidad y alejar a los peligros cercanos, los más temibles.

Mis vecinos, aquí y dondequiera que viva en el futuro, nunca serán mis amigos.

Salvo que alguno de ellos sea varón, atractivo y gay.

martes, 8 de mayo de 2007

Momentos de educación: prisas.

De repente, la paz del hogar es destruida por un estruendo que grita:
- ¡¡¡¡Correeeeeee, Albertito, cooorrrreeeee!!!!!
El niño sufre un susto de infarto y baja a matacaballo las escaleras.
- ¡¡¡Correeeeee, Albertito, date mucha prisaaaaa!!!
- ¿¿Pero qué pasa, mami? ¡¡¿¿Dónde estás??!!
- ¡¡En la cocina!! ¡¡Correeee!!
Llega por fin junto a su madre, que está tranquilamente tirando algo en el cubo de basura.
- Ya, mamá, ¿qué pasa? –su corazón bombea frénetico.
- Toma tu zumo de naranja natural. Tienes que beberlo ya mismo, que se le va la vitamina c.
El niño no tiene la edad suficiente para expresar en voz alta lo que siente, así que lo manifiesta con enuresis y timidez.

domingo, 6 de mayo de 2007

¿Soy un exagerao?

Si os aburrís tanto como para leer mis posts de hace exactamente un año, comprobaréis que andaba hablando de la genial idea de vivir en Daroca entre semana.
Ahora os hablo de la estupenda idea de vivir en Zaragoza y dejarme de vivir en dicho pueblo.
Es una decisión casi tomada: abandono Daroca.
Resulta triste decir que lo hago por las campanadas, pero es así: simplemente por las campanadas.
Hace unos días, por alguna extraña razón, no sonaron durante casi una semana entera, y me despertaba a las ocho de la mañana como un campeón. Pero tras esa pausa, ese limbo -que cito ahora que la iglesia lo ha hecho desaparecer, por si no lo sabíais (me encantaría haber asistido a esa trascendente reunión)- que los dongs dongs mañaneros me concedieron, los ruidos volvieron y con ellos esos madrugones tontos a las siete de la mañana un día de cada dos.
Uno de los motivos por los que me quedo en Daroca es porque así me puedo acostar a las doce y levantarme a las ocho; pero en la práctica me estaba despertando a las siete y matándome a bostezar en el trabajo. Eso unido a que suenan campanas (ejem) de que casi todo lo que queda de autovía hasta mi colegio estará abierto para verano, me hace ver con buenos ojos animarme a coger la carretera diariamente.
Una parte de mí se arrepentirá, porque en mi casa zaragozana rendiré menos en cuanto a lectura, estudio antropológico y etcéteras, pero el descanso es el descanso y estoy hasta los huevos de esa tradición campanil. --->
---> Pensamientos habituales:
- Qué sueño tengo, me voy a echar la siesta. ¡Ah, no! Que son menos diez, esperaré a que toquen (dos veces) la hora en punto y me echaré luego.
- ¡Joder, las siete y cinco de la mañana! ¿Qué cojones hago hasta las nueve y media que entro?
Tras estas experiencias, me queda cierto complejo de exagerado, de tiquismiquis y de ansioso. Menos mal que Rebeca, la que sustituyó a Isabel durante enero, sufrió el mismo mal y me hace sentir que tener el sueño algo ligero no es tan raro.

viernes, 4 de mayo de 2007

Esquilándome.


Hablo de modo literal cuando digo que voy a la peluquería cada treinta o treinta y cinco días. Las instrucciones que salen de mi boca son sencillas: con maquinilla, al uno por los lados y detrás y al tres por arriba. Me queda algo corto, pero de otro modo mis visitas deberían ser todavía más frecuentes.

Voy a una peluquería regentada por un señor de edad incierta a cuyo cargo están varias chicas. Te toca el peluquero o la peluquera que te toca y se te ventila en veinte minutos escasos.

Son ocho euros y, llevando un bono gratuito, el sexto corte sale gratis.

Donde hay pelo hay alegría, dicen.

Pues oigan, yo no me río quince veces al día, como dicen las estadísticas. Y debería andar hiperescojonao dada la velleza que me caracteriza.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Reflexiones en un velatorio.

El pasado viernes murió mi abuelo por parte de padre. En los últimos años siempre andaba quejándose y le pasó como al pastor del cuento: que a la hora de la verdad nadie creyó que estaba en peligro.
Visitar el cementerio es una de las mejores experiencias para reflexionar acerca de la vida. Es imposible acostumbrarse a ver el cadáver de una persona yaciendo con naturalidad -gracias al maquillaje, aseguró mi padre, que lo había visto antes del make up cuando tuvo que reconocer el cuerpo-. Todos conocemos la sensación imaginaria de que en cualquier momento la persona fallecida va a abrir los ojos y sonreírnos.
Tampoco me acostumbro a la costumbre estúpida de pasar el día en el velatorio. ¿Para qué? ¿Para asegurarnos de que ninguna de las personas que ha leído la esquela va a encontrarse con el velatorio vacío cuando pase a dar el pésame?
Otro aspecto de la reflexión es el económico: un ataúd normalito, por lo que se ve, no baja de los siete mil euros. Me parece un robo a mano armada gastarse más de un millón de las antiguas pesetas en meter a alguien que -al menos bajo mi ateísmo- ni se entera en un nicho. En una conversación sobre la marcha he llegado a la conclusión de que mis padres estarán encantados de que los incineren; cuando mueran, digo, a ver qué vais a pensarsus.
Pero la cuestión que más me enerva es la misa y el cura de las narices. Espero que sea dentro de mucho tiempo, pero la próxima vez que asistáis a un funeral, deberéis prepararos para soportar una misa de una media hora de duración durante la que habrá padrenuestros, puestas en pie y sentadas, saludos con la mano en señal de paz, arrojamiento de agua bendita y solos de himnos religiosos de los cuales el primero me dio tanta risa que tuve que apretar las mandíbulas y mirar hacia otro sitio. Me espanto sólo de pensar el día en que alguno de mis padres u otra persona muy allegada fallezca y, en medio de la pena, deba asistir a un circo cristiano de nulo interés y utilidad.
Por cierto, firmo aquí mismo por morirme también a los ochenta y dos años.