lunes, 31 de diciembre de 2007

lunes, 24 de diciembre de 2007

Osadía frutera.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Las tres etapas vitales.

NACIMIENTO Y OBSERVACIÓN DEL MUNDO




DESCUBRIMIENTO DE LA MALDAD HUMANA Y DEL SEXO



FIN DE LA VIDA U ESPICHAMIENTO

lunes, 17 de diciembre de 2007

Liberación.


No estoy especialmente orgulloso, pero este fin de semana tomé una decisión liberadora: abandonar el estudio de Antropología. Me sigue interesando en cierta medida, pero me estaba suponiendo una carga más que otra cosa. Cada tarde en que se suponía que debía sentarme para abrir uno de los libros antropológicos me inventaba una excusa autoexculpadora para no hacerlo.
Y este sábado, frente al libro de Antropología Política y unas explicaciones sobre unas tribus chiripitifláuticas -típica imagen (errónea) que se tiene de la antropología, porque es mucho más que irse a África-, decidí que lo dejaba. No me interesan las tribus, ni la geografía humana que tengo suspendida, ni las antropologías del parentesco o económicas que me quedan por estudiar. Ando, andaba, a mitad de los dos años en que se supone que, de no trabajar, uno puede sacarse ese segundo ciclo de Antropología Social y Cultural, y decidí dejarlo porque me estaba pareciendo una carrera excesivamente abstracta y vaga, porque aunque algunas ideas habían sido interesantes, en general no me estaba aportando gran cosa ni emocional ni intelectual ni culturalmente, y porque estaba todavía, como he dicho, a mitad. Y eso de seguir por haber empezado... no va conmigo. Como alguien dijo una vez, hablando de literatura, te leerás, si es que te gusta leer, apenas unos dos mil libros en toda tu vida, así que si uno lo empiezas y no te gusta, déjalo y ve a por otro.
Pues eso.

De repente me encuentro con las semanas mucho más libres, de tiempo y de cargos de conciencia, sin exámenes en febrero o junio, y con la posibilidad de leer lo que quiera, tiempo que hasta ahora tendía a ocupar la antropología o sus consabidos cargos de conciencia. Así y ahora, recién abandonado esto, diré que puede que para el próximo curso me embarque en Filología Hispánica, aunque no sé si estudiar a distancia me ha gustado del todo; o puede que, si es compaginable, estudie esta filología u otra cosa pero en la Universidad de Zaragoza presencialmente. Me apetece ir a clase, tener a un profesor delante y ser el típico chaval no post-adolescente que los de dieciocho mirarán con cara rara asombrados de que levante la mano para hacer preguntas.

¡Llamad para ir al cine entre semana, que tengo tiempo!

viernes, 14 de diciembre de 2007

Un día distinto.


El domingo pasado por la noche me iba a la cama preparándome para un día diferente. En primer lugar, mi compañera de Infantil no iba a venir a trabajar por la mañana porque tenía que acudir al médico para unas revisiones, lo cual suponía que iba a tener que hacerme cargo de todos los niños del colegio, dieciocho alumnos de entre tres y once años pertenecientes a nada menos que siete niveles educativos distintos. Una pesadilla que no deseo a nadie. En segundo lugar, en parte (pero no sólo) motivado por ese pensamiento, me costó dormirme bastante, también gracias a mi querida vecina -que más pronto que tarde "conoceréis" en este blog-, que se dedicó a hacer ruidos leves pero continuos hasta la una y media de la madrugada. En tercer lugar, esto ya sin tintes negativos, a las once de la mañana iba a pasar a recogernos un autobús de la DGA para acercarnos a una explanada junto al colegio donde todos los niños plantarían varios árboles y serían fotografiados, grabados y entrevistados. La idea, en definitiva, era hacerse la foto, que saliese la noticia en los periódicos y que se viesen las imágenes en los informativos locales, como así fue. En cuarto lugar, una vez regresase de trabajar, debía acudir casi de inmediato a mi cita con el radiólogo para hacerme una osteonoséqué y una fabulosa radiografía lateral de cráneo con cefalostato, relacionadas ambas con mi futura ortodoncia. Y en quinto y último, a toda prisa tenía que acudir a mi clase en el instituto francés. Vaya, que el día venía surtido y superdenso.
Pero no todo quedó allí, y acompañando a esta previsión tan estupenda, no sólo se sumaron mis escasas horas de sueño para hacerlo todo más lento y pesado, sino que además, al llegar al colegio, me encontré con un coche de la guardia civil y a Tomás, que se encarga del mantenimiento del colegio, revisando las aulas debido a que durante el puente habían entrado a robar y se habían llevado todo lo de valor: una fotocopiadora, un ordenador de mesa y otro portátil, una impresora, un router, un cañón de proyección, un reproductor de dvd y un radiocassette. Ambas puertas del colegio habían sido forzadas y al parecer habían actuado de noche, porque si no no se explica que nadie oyese nada ni viese el peazo de furgón que debieron de necesitar para llevarse todo eso.
Hala, haz una lista de todo lo robado, plantea la denuncia, llama a inspección, organízate la vida en el cole sabiendo que no puedes imprimir nada, ni fotocopiarlo ni recurrir a internet,...

Por ponerle la guinda al tema, a la concejala del pueblo se le ocurrió comentar al cámara y a la periodista de la tele que, ya que habían robado, podían sacar la noticia. Dijeron que guay, así que mientras dejaba a los niños rato libre para jugar, ahí me veis explicando todo a la tele y con la alcachofa microfónica y una cámara a tres metros. Y me veis también localizando a alguien con vídeo para grabarme cuando saliera; total, que gracias, Rakeltwo, por todo, pero aparte de mis niños plantando el árbol no se vio nada más. Imagino que, entre otras razones, no vendía mucho para la DGA contar que los niños de Villarreal de Huerva habían colaborado en la eliminación del dióxido de carbono pero que en los coles públicos andaban robando que te cagas.

Veremos cuánto tiempo tarda el servicio provincial en reponer los objetos robados y cuántos de ellos repone. Se pasó el inspector para comentar el tema, le acompañé al ayuntamiento para que hablase con la alcaldesa, aunque se tuvo que contentar con la secretaria, y luego el hombre me invitó a un té americano en el bar. Que pongamos puertas con rejas, dijo.

Pues na, puertas con rejas.
Un día distinto, ya digo.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Cuestión de idiomas.

Normalmente este tema no me habría importado demasiado. Pero la cierta agresividad o fiereza con que el chaval con el que charlé por internet defendió su postura me enervó un poco. Paso a comentaros de qué hablamos con la intención de daros mi punto de vista y de que a continuación dejéis constancia del vuestro.
Se trataba de un chico catalán. Empezamos a tontear frívolamente sobre la posibilidad de quedar un día para conocernos. Todo desembocó en cuentos de la lechera del tipo "Si nos gustamos, te vendrás a vivir a Barcelona" y cosas así. Y entonces le dije que ni jarto, que tendría que aprender catalán y no hay nada que me apetezca menos.
Desde ese momento salió ese tema, el del catalán y la obligación al resto de España de aprenderlo si uno quiere trabajar en la administración catalana.
Aunque no me gustó ni ver el tono que utilizó el chico, diciendo que era el resto de España los que no les comprendíamos a ellos, etc., la verdad es que logré comprender que el catalán para ellos es un instrumento cotidiano, que impregna su cultura y que tiene mucha lógica que la educación allí sea en catalán, porque es como se desarrollan todas sus actividades cotidianamente. El hecho de que haya una comunidad, en realidad varias -pues en Valencia y otras sucede igual, que yo sepa-, donde en algunos ámbitos públicos casi no se use el español a pesar de estar en España da cierto reparo porque plantea dudas sobre la unidad española. En ese sentido comprendo la postura del Partido Popular, pero no me parecería correcto impedir a una comunidad que use su idioma habitual y fomente su desarrollo y permanencia si ésa es la tradición en esa parte del país.
Sin embargo, sí considero que hay un pequeño pero al tema de las lenguas cooficiales. Y con ello no trato de decir que me parezca mal que cada autonomía tenga independencia para desarrollar los planteamientos actuales. Seguramente el pero es una consecuencia menor inevitable, pero ahí está.
¿Y si decido irme a vivir a Barcelona un día? ¡Tendré que aprender catalán! No estoy obligado a dar las clases en catalán, pero los niños tienen derecho a que su profe entienda ese idioma. E insisto, es que me parece justo, claro... pero no que yo tenga que pasar por ese aro para lo que no deja de ser mi propio país y estando en posesión de un título español de maestro... Por otra parte, por mucho que extremistas como Josep Lluis y compañía se empeñen, no podemos comparar el aprendizaje del catalán con el del inglés: el catalán nos cae más cerca, eso sí, pero por lo demás se habla en una parte reducida del mundo y no permite hablar con gente nueva. Vaya, que el polaco lo aprendería antes, la verdad, porque al menos me permitiría acercarme a un lugar y un arte totalmente nuevos. Porque aprender catalán por leer libros y películas que sólo existen en catalán, o que pueden tener más riqueza al ser percibidos en tal idioma, es una opción interesante sin duda, pero poco motivadora más allá de inquietudes filólogas o familiares muy concretas.
Por otro lado, me parece algo complicado el tema de los niños que se trasladan a vivir a Cataluña y que deben asistir a las clases en ese idioma. Les pasó a mis primas cuando fueron a Valencia y lo pasaron bastante mal. No sé si en una comunidad donde un idioma cooficial es muy utilizado cabe la posibilidad de que haya clases también en español sobre todo para quienes vienen de fuera; creo que es algo surrealista que una persona deba sufrir todo un proceso de inmersión lingüística sin salir del propio país y sin que ello le aporte mucho más que el propio aprendizaje de esa lengua y la cultura que con ella se relacione -dicho de otro modo, sin que le proporcione información o aprendizaje nuevo en áreas como inglés, matemáticas, español, etc.-. De nuevo insisto en que comprendo que si ese idioma, catalán por ejemplo, es el que se usa en Cataluña y además hay un estatuto y/o una división por autonomías de las competencias en educación, es totalmente legítimo y además enriquecedor que así sea... pero al mismo tiempo no deja de ser algo extremo para la gran parte de la población no catalano-parlante que desea trabajar o estudiar en una institución pública.
Y desde luego, lo de que "A nadie se le obliga a venir a Cataluña" no creo que sea un buen argumento, aunque lo utilizaba mucho el muchacho del chat.
¿Qué pensáis sobre todo esto? No sé si me cuesta ser cien por cien abierto con este tema o es que realmente esos pros y contras son efectivamente tal cual los he descrito.








viernes, 7 de diciembre de 2007

lunes, 3 de diciembre de 2007

jueves, 29 de noviembre de 2007

Horror.

-Hola, Diana, ¿cómo estás?
- Bien, aquí andamos, ¿y tú?
- Bien. Bueno, podría estar mejor. El otro día se murió mi abuelo.
- Oh, vaya, cuánto lo siento.
- Lo peor de todo es que se murió vivo. Es un horror cuando pasan esas cosas. Una se pregunta por qué Dios desea tanto sufrimiento.
- Si es que el mundo se ha vuelto loco.

lunes, 26 de noviembre de 2007

jueves, 22 de noviembre de 2007

Nueva adolescencia.

Este martes terminé, por fin, mis visitas al dentista. Para una lista detallada de lo que me han hecho en la boca les remito a ustedes a un post de agosto o septiembre. El hombre me regaló un cepillo y pasta de dientes. Qué menos, se va a poder ir de vacaciones una semanita a mi costa.

Pero todavía no ha acabado todo. Planeo regresar de mis vacaciones de navidad con una ortodoncia en la boca para intentar que los piños superiores no sobresalgan como hasta ahora. Así que próximamente visitaré a otro dentista -porque éste no lo hace- a ver si me coloca unos aparatos discretos que puedan hacer algo.

Mientras tanto, queda claro, aparte de en los ojos, en qué nos parecemos mi hermano y yo:



lunes, 19 de noviembre de 2007

Concurso de traslados.

Aquí podéis verme el pasado viernes, absolutamente dedicado a decidir a qué colegios deseo moverme el próximo curso.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Un día especial.

Salí a la calle, y el barrendero movía su escoba al ritmo.
Los coches habían puesto sus intermitentes, que se encendían y apagaban al unísono.
Yo, sin darme cuenta, había comenzado a andar haciendo una secuencia marcada por la melodía.
Además, los peatones sonreían mientras movían sus cabezas de izquierda a derecha blandiendo una sonrisa que no podía ser más extensa, y que se me contagió.
Y de tener ese rostro de alegría, ésta me vino de inmediato.

Así que decidí deshacerme del abrigo, que me molestaba, y de la maleta, que no hacía más que agudizarme un eterno dolor de espalda. Quedaron diseminados ambos objetos y su contenido por la calzada, pero no importaba, porque la música sonaba, definitiva y claramente, por toda la ciudad.

Se celebraba, y yo lo había olvidado, la festividad de la Música Imparable. Hasta que se pone el sol, es costumbre olvidar las obligaciones personales, excepción hecha de médicos y otros colectivos irrenunciables, y dejarse llevar por lo que uno siente dentro de sí. Aunque es el día del año en que más heridos y muertes se producen, pues dejar salir el impulso individual supone deshumanizarse casi del todo, la celebración, además de un proceso catártico, nos recuerda el origen animal del ser humano y el conjunto de reglas de que nos servimos el resto del año para convivir en armonía.


Desde aquí, recomiendo que el lector escuche la música con los ojos cerrados y baile y cante si así se lo pide el cuerpo. A buen seguro que unos minutos después se sentirá mejor y más dispuesto para volver a la rutina social.

lunes, 12 de noviembre de 2007

El niño malandrín.

Tras años de búsqueda, hace unas semanas encontré por fin la fruta que una vez había probado. que me había fascinado y cuyo nombre no recordaba: el kaki. Es dulce, no tiene hueso y se puede comer con piel. De los supermercados cercanos, sólo lo encuentro en el Alcampo, y allí que fui.

Mientras hacía la compra en la zona de frutas, un niño de unos cinco años con cara de pillo se me quedó mirando fijamente mientras metía unas peras en una bolsa. Su mirada era descaradamente directa y me hizo sentir incómodo, pues allá donde fuese, él seguía mirándome. Resistí la tentación de preguntarle si le parecía un bicho raro o algo. Entonces uno de sus familiares empezó a hablar; la hermana y la madre del niño me parecieron. Hablaban a voz en grito y con un acento tremendamente barriobajero. Entonces comprendí que al niño nadie le hubiese explicado que estaba mal ponerse a metro y medio de una persona y mirarla descaradamente.

La poca aptitud de esa familia para educar al niño quedó patente del todo cuando una de las mujeres aquellas dijo a voz en grito:

-¡Mira, ahí están las malandrinas, pues bien baratas que están!


Al pobre niño malandrín le pitarán los oídos a lo largo de su vida, pues a partir de ahora esta breve historia será lo que cuente ante muestras de desgana y desmotivación de algunos alumnos.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Huit femmes (Ocho mujeres).

Éste es el título de una película que me sorprendió gratamente debido a su peculiar mezcla: sólo mujeres en escena, un asesinato en una casa del cual todos son sospechosas y, lo más sorprendente, ¡números musicales entre medias! Y tremendamente pegadizos, como podéis ver.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Pausas o calmantes.

Por aquello de ser de la especialidad de inglés, toca dar clases de dicho idioma a los alumnos de infantil. Francamente estos alumnos no me resultan nada atractivos; eso de que su capacidad de atención se agote con tanta facilidad y de que todo tenga que tener la forma de un juego atractivo requiere demasiada energía.
Aunque en este pueblecito los alumnos a los que englisheo son poquitos, hay días en que están insoportables, como cualquier neighbour´s son. Y hay dos modos chorras que utilizo para centrarlos en la tarea:
1) No sé quién me lo contó, pero es realmente eficaz: consiste en alternar dos palmadas con dos "chssst, chssst" con el dedo delante de la boca y repetir varias veces la secuencia rítmicamente. Los encantadores niños se ponen a imitarte automáticamente.
2) Este segundo modo es de cosecha propia. Consiste en decirles que vas a contarles un cuento. Eso les encanta, y enseguida guardan silencio una vez se han colocado en semicírculo para escucharte. Cojo un libro cualquiera y anuncio que voy a contarles el cuento más corto del mundo. Dejo unos segundos de intriga y, mirando la primera página, digo: "Érase una vez... que comieron perdices".
Y dejándoles apenas dos segundos para reaccionar, y por supuesto en voz bajita, empiezo por fin mi clase en inglés.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Deformaciones.

lunes, 29 de octubre de 2007

Cruce de vidas.

Este domingo, a las once y media de la mañana hora nueva, sonó el timbre de mi puerta. Tengo por costumbre dejar pasar unos segundos para ver si se escuchan otros timbres y deducir así que se trata de un vendedor plasta o un señor trajeado que desea entregarte un folleto de su inmobiliaria. Pero esta vez la dulzura con que sonó, un pulso lento y tranquilo, me hizo pensar que era alguno de mis vecinos, así que me puse un pantalón con rapidez y abrí la puerta.

Mi cara debió de ser de foto cuando me encontré con dos personas, un hombre y una mujer sudamericanos, que querían saber si había leído alguna vez la biblia. ¡Oh, no, la tercera opción, los plastas religiosos, se me había olvidado! Había caído en un fallo de principiante o de lavado con Perlán.

-No, no he leído la biblia.

-¿Puedo saber por qué? -preguntó él.

-Porque me siento muy ajeno a lo que dice. Soy ateo.
Ante lo cual huelga decir que ninguno de los dos optó por despedirse, sino por emprender una cruzada dialéctica para abrirme los ojos a mí, perdido del Señor, y hacerme comprender que ante una obra tan magnífica como es el universo se debía de esconder alguien. El argumento era típico: hay tantas cosas que todavía no sabemos y para las que la ciencia no tiene la respuesta que, por tanto, está claro que Dios es lo que falta en la ecuación. Me encasquetaron, tras diez minutos largos de charla, un libro según ellos científico.




Me dieron su número de móvil para que les telefoneara una vez lo hubiese leído y yo les recomendé de vuelta el libro Doce razones que demuestran la no existencia de Dios. (Seguro que no se lo leen).



Pero lo que me hizo gracia de todo esto fue el curioso momento en que las vidas de estas personas, unidas en matrimonio por cierto, se habían cruzado con la mía: un domingo de mañanas, ellos tratando de llevar su verdad hasta el último rincón de los hogares de los pobres ateos descarriados y yo habiendo dormido apenas cuatro horas y con un chico en la cama que había conocido el día anterior. Se les habrían caído los Salmos al suelo de haber sabido que estaban hablando con un sodomagomorriano de pro en uno de sus escasos momentos de sexo rápido.






Me sentó bien salir por ahí el sábado sin preverlo. Y encima vino Dios y lo vio. O eso parece.

viernes, 26 de octubre de 2007

Qué cutre.

lunes, 22 de octubre de 2007

Otra razón más.



El otro día asistí en Calatayud a una reunión para directores de colegios de Primaria. Tuve la oportunidad de conocer a la nueva directora del Servicio Provincial de Zaragoza y ella y el Jefe del Servicio de Inspección nos indicaron los aspectos centrales del presente curso en lo que se refiere a los cambios producidos por la nueva ley educativa.


En mitad de esa reunión, abierto ya el turno de ruegos y preguntas, una de las directoras comentó que estaba teniendo verdaderos problemas para confeccionar los horarios de su colegio. Uno de los motivos era que se trataba de un centro grande; otro, que la legislación permite cierta flexibilidad en la distribución de las horas por área -o por asignatura, usando la terminología tradicional- pero desconocía cómo o hasta qué punto ella tenía potestad para realizar modificaciones; y la última, que el arzobispado indicaba a principio de curso el número de horas de religión que los profesores enviados debían impartir y no podía modificarse ni un solo minuto esa cifra.


A raíz de este comentario se dijo que era la religión, por tanto, la que en ese sentido marcaba o condicionaba los horarios de los colegios, dada la imposibilidad de modificar lo más mínimo el número de horas de religión diez minutos arriba o media hora abajo.


Y desde ahí esa misma señora, rodeada de murmullos de aprobación, propuso la posibilidad de reunir firmas de quienes trabajamos en los colegios públicos para eliminar la religión del horario lectivo.


La directora del Servicio Provincial dio a entender que tenía su propia opinión pero que se la iba a guardar, lo que me da a pensar que estaba de acuerdo; dijo que se limitaba a decir que año tras año, y en especial cuando ocurren modificaciones de leyes, se propone de nuevo ese tema y nunca sale adelante. Y así, una y otra vez, continúa la religión en horario lectivo.




¿Por qué muchos deseamos que no se imparta en horario lectivo?:


- Primero, porque vivimos en un estado aconfesional, y al ser la escuela un lugar público, es incoherente que la religión exista en, y encima condicione, la vida escolar.


- Segundo, porque se puede hacer que la escuela abra sus brazos a la religión ofreciendo sus instalaciones para la impartición de la misma, pero fuera del horario lectivo, por ejemplo a las cinco de la tarde.


- Tercero, porque en los colegios medianos o grandes se manejan ya cuatro religiones, por ejemplo la musulmana y la evangélica, y en la hora de religión estos alumnos salen de las aulas y pierden clase de otra cosa, como lengua española o inglés, con el consiguiente batiburrillo organizativo para el maestro al tener que compaginar el avance de quienes se quedan con quienes se van.


- Y cuarto, porque es bien sabido que la importancia que se le concede a la religión es relativa: ahí está mientras no moleste. Prueba de ello es que, como comentó un director en la reunión mencionada, cuando hace dos cursos se mencionó en su colegio que los alumnos que no fuesen al aula de religión emplearían ese rato en repasar lengua y matemáticas, el centro estuvo a punto de perder al cien por cien del alumnado apuntado a religión.




Pues ahí tenemos un modo de que salga la religión de la escuela, murmuró alguien ante la cara de "no es legal" de la dire del servicio provincial.

viernes, 19 de octubre de 2007

martes, 16 de octubre de 2007

¡Anda ya!






Hay una cosa de la gente acerca de la que soy muy severo, y creo que me resultaría muy complicado, al menos a corto plazo, cambiar de opinión acerca de alguien que de primeras me dejase sobre tal aspecto un mal sabor de boca.



Hablo sobre los modos de andar. De andar por la calle.



Me parece de mala educación llevar paraguas cuando llueve y a pesar de ello obligar a los que no lo llevan a apartarse de las paredes.



Me parece de mala educación ir tres hablando y obligar al que va solo en dirección opuesta a ponerse de lado y hacer malabares con las bolsas con que va cargado.



Me parece de mala educación salir de una tienda o de un portal sin mirar a los lados siquiera un segundo, haciendo que otros peatones puedan elegir entre frenar o entre frenar.



Me parece de mala educación no caminar por tu derecha y estropear el habitual orden de los peatones.



Me parece de mala educación ponerse a hablar en grupo en una acera estrecha sin mostrar el mínimo cuidado por apartarse cuando quiere pasar alguien.



Me parece de mala educación llevar un perro y dejarle tres metros de correa para que tenga libertad para ocupar toda la acerca y morder a otro peatón si le viene en gana.






Salvando las distancias, pienso en general que la circulación peatonal ha de asemejarse a la de vehículos, en cuanto a orden, preferencias y carriles se refiere, aunque sin stops, claro.



Me parece.

sábado, 13 de octubre de 2007

Me encanta esta canción.

Suena nostálgica y tiene un toque swing. Se llama This is what you are y la canta Mario Biondi.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Versos (o amor).

Puedo confundir tus ojos


con un verso


(y con amor, aunque en este caso no esperes que


respete la entidad habitual de los versos, porque


sólo de pensar que me estoy enamorando de ti


no me sigue el raciocinio ni al supermercado de la esquina.


Si te confundo con amor es porque he pasado


un buen momento contigo, riéndome y hablando).


Sí, sólo con un verso.


¿Con qué más, si no? ¡Acabáramos...!

domingo, 7 de octubre de 2007

Y la mosca decidió suicidarse...



...la vida no le parecía una mierda.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Hacia allí.



Hace muy poquito tuve el placer de releer una novela de Agatha Christie. Arrepentido en parte de haber leído ya todas sus novelas de misterio, y echando de menos engancharme a sus historias de asesinos incógnita, pude encontrar una que apenas recordaba y cuyo malvado, por supuesto, también había olvidado. A pesar de que eso era signo de que en su momento no me había entusiasmado, la volví a leer y me gustó bastante. "Hacia cero" es su nombre. Desde luego tiene novelas mejores pero puede gustar bastante a quienes no hayan leído nada de esta autora.



Durante el escaso día y medio que utilicé en leerla, vi una película llamada "Love, valour, compassion", sobre un grupo de hombres gays que se reúnen en casa de uno con frecuencia; el espectador asiste a sus enfermedades, alegrías, infidelidades, bromas, etc. Se hace entretenida; sin embargo, poseía una característica -seguramente desde un punto de vista subjetivo- que hizo que no me pareciese una gran película, y que por desgracia encuentro a menudo en muchas novelas, obras de teatro y de cine: la ausencia de un "goal" o meta, la sensación de todo. Es frecuente encontrarse con historias de personajes que parece que podrían haber terminado diez minutos antes o veinte después de cuando terminan, y que a nadie le habría extrañado. Por ello, a uno le queda la sensación de que el guión está compuesto por una serie de acciones consecutivas para pasar el rato, sin más.




Y entonces volví a pensar en la novela de Agatha Christie. Y añadí a la larga lista de razones por las que sus novelas me gustan otra más: la de que, por su estructura y esencia, desde un principio queda claro hacia dónde se va, qué es lo que se busca, cuál es el sentido de las acciones que suceden.





Pero no es fundamental que haya un asesino oculto para que un guión pueda parecer(me) interesante. Filmes como "Ser o no ser", sobre un grupo de teatro polaco que se enfrenta a las fuerzas nazis, u obras de teatro -también película- como "Mucho ruido y pocas nueces", donde cada cosa que sucede tiene un por qué y nada es gratuito, ejemplifican de qué estoy hablando. Véanse también "Pulp fiction" -relativamente, dado el desorden cronológico que la caracteriza-, "Contact" o "El sexto sentido".





Se trata, en definitiva, de que cuando termina la historia, se tenga la sensación de que había un principio, un desarrollo y un final diseñados y de que lo que ha sucedido eran los hilos que lo estructuraban.






Pero claro, supongo que eso es lo que llamamos "un buen guión", y es complicado escribirlo.

sábado, 29 de septiembre de 2007

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Contenedores voladores.




Uno los ve por la calle y piensa que son objetos inofensivos.





Pero no es así. Lo son sólo para los peatones, pero no para los conductores. ¿Acaso se mueven solos y se colocan en mitad de la calzada?, preguntaréis. ¿O quizá es que los colores chillones distraen?

Nada de eso. El peligro de estos contenedores hacia los conductores reside en su dureza. Nunca aparque junto a uno de ellos, ya que corre el peligro de encontrar su vehículo abollado.

¿Pues qué demonios hacen estos seres coloridos cuando uno aparca cerca?

Bueno... Ellos en sí nada. Pero basta con ver al señor que los vacía para encontrar la respuesta. Colgados de un gancho que nace de un camión, ascienden en el aire, ingrávidos, hasta descargar su contenido; y tanto en la subida como en el descenso se bambolean peligrosamente, poniendo en peligro la salud carrocera de los automóviles contiguos.

¡Por no hablar de que se suelten del gancho!

(Porque si yo fuese un contenedor de papel, que está siempre a petar, me desanganchaba fijo y protestaba en el inem y me las piraba a un país mejor).

domingo, 23 de septiembre de 2007

Diálogo habitual en el aula

Diabetes: Bueno, pues vais a hacer el ejercicio dos. Copiad el enunciado con lápiz.

Alumno: ¿Hay que copiar el enunciado?

Diabetes: Lentejas.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

La cuenta atrás.



Hace unos días, un martes, me dispuse a coger el bus de la línea 38. Eran las seis y cinco. Al acercarme a la parada pude comprobar que apenas un minuto antes se había marchado un autobús, así que me dispuse a esperar, animado porque la frecuencia señalada era de seis o siete minutos.



Pasado ese tiempo, se acercó un nuevo autobús. Se acercaba a una velocidad sospechosamente elevada. Y así era: iba de vacío. En otras palabras, desde la centralita le habían comunicado que se fuese directamente a las paradas centrales de la línea, que era donde debía de haber más gente y, en consecuencia, más dinero que ganar.


No fue hasta las seis y veintiuno cuando por fin pude subir al autobús. Pero fue casi de milagro, ya que dado el acumulamiento de personas en las paradas previas, no todos los que estaban en la que yo me encontraba pudieron subir, y en las dos paradas siguientes el conductor ni siquiera abrió la puerta por ser imposible que los ocupantes nos pudiésemos apelotonar más.


No pretendo que esta escena sea una novedad. Si saco esto a colación es porque estos días, y también durante las fiestas del Pilar, los conductores de TUZSA amenazan con hacer huelgas; eso empeorará el servicio, pero desde luego, a medio o largo plazo, lo mejorará, pues los trabajadores están tanto o más cansados que nosotros de estas malas condiciones de trabajo.

Destaca el hecho de que es hasta 2012 cuando TUZSA está contratada como empresa única de autobuses metropolitanos en Zaragoza; así que llevaremos con resignación el tema esperanzados con que dentro de cuatro años la empresa perderá su monopolio y empezaremos a disfrutar de más y mejores autobuses, y hasta quizá de metro y tranvía.


¿O se juntará todo y será mayor el caos?

sábado, 15 de septiembre de 2007

Sitios para dormir.

Grabé esto dentro de uno de los barracones en Auschwitz. En cada uno de esos huecos dormían varias personas. El silencio era lo que se escuchaba a lo largo y ancho de todo el campo.

martes, 11 de septiembre de 2007

Doña Estadística.

- Hoy también estás muy guapa.

- Gracias - dijo ella simplemente. Le gustaba aquel chico. Los doce días que llevaba en planta le habían permitido tratarle en múltiples ocasiones.

- ¿Ya sabes qué ha dicho el médico?

- No -respondió-. No sé nada.

- No te creo. Eres la enfermera y debes de estar enterada.

- Te digo que no. ¿Qué te crees, que me sé la vida y milagros de todos los pacientes? Me volvería loca.

Le rogó que se quitase la camiseta para poner la inyección más fácilmente. Sus rasgos duros y su piel negra sedujeron de nuevo a la muchacha, que temblabla imperceptiblemente.

- Vaya... Tengo ganas de salir a la calle. Y de seguir viéndote.

- ¿Sí?

- Sí, estas paredes cada vez me agobian más. Y no puedo esperar a pedirte ir al cine conmigo.

La enfermera sonrió por toda respuesta.

- Porque vas a decirme que sí, ¿verdad? ¿Verdad?

- De momento concéntrate en recuperarte del todo...

- Eres muy mala conmigo.

- Soy mala con el mundo -dijo, mostrando la aguja en señal de amenaza. El chico sonrió, rendido.

- Vale, de acuerdo. Entonces me quedaré aquí otro día más, aburrido, esperando a que vuelvas a visitarme.

- Muy bien.

Enseguida se dispuso a abandonar la habitación. Se despidió del muchacho, abrió la puerta y escuchó:

- ¿Vas a ver a doña Estadística?

Se paró en seco.

- ¿Cómo?

- Que si vas a ver a doña Estadística -repitió el chico, de nuevo vestido por completo y sentado al borde de su cama-. La mujer de la trescientos doce.

- No sabía que la conocías -dijo la chica-. Es muy simpática y lo ha pasado mal.

- Mi única relación con ella es la de compartir planta de hospital. Pero muchos aquí hablan de ella, es imposible olvidarla con lo que le ha pasado. ¿O es que se ve muy a menudo a alguien que dé a luz un bebé que tiene un brazo y una oreja de más saliendo de la espalda?

- Claro que no.

- Menos mal. ¡Qué miedo si no! -exclamó con la mejor de sus sonrisas, que ella no pudo evitar corresponder-. El bebéééé fantaaaasma...

- ¡Oh, qué desagradable eres!

Abrió la puerta de nuevo y, una vez más, no abandonó el cuarto.

- Oye... ¿Por qué la llamas doña Estadística?

- ¡No me digas que no lo has adivinado! -gesticuló exageradamente-. Pues verás... Esa mujer ha tenido 1,3 hijos, ¿no es acaso la media nacional?

- ¡Oh! ¡Eres lo peor! -dijo la muchacha escandalizada.

Pero él supo entonces que, sin duda, un día compartirían butaca de cine.




viernes, 7 de septiembre de 2007

Diabetadas (XIV)




Pedicura: religioso que mendiga.





Matriz: dícese de la ciudad central española que ejerce de capital del país.





Marimacho: típica escena de chulo de playa.





Oligoelemento: aparte de irse a casa a cascársela, segunda opción desesperada en una noche de salidez.





Apático: muy andarín.





Chupatintas: felador de pulpos.





Pus: pedio púbdico de transbordte.





Literatura: cama colocada encima o debajo de otra y que machaca la espalda.





Cuarteto: habitacioncilla cutre donde se alojan los estudiantes.





Catastral: fotografía de los cuerpos celestes en el momento de nuestro nacimiento.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Saludando a Septiembre.




A diferencia de otros años, esta vez me tomo con buen humor y buena cara la llegada de Septiembre y, con ella, del comienzo del curso. Podría pasar el resto del año de vacaciones, pero en el fondo resulta muy difícil establecer una rutina durante dos meses enteros para que el tiempo cunda; de modo que la vuelta al trabajo será como unos andamios resistentes que delimiten y fortalezcan mi tiempo y el modo de emplearlo. Vaya, que la obligación de madrugar me forzará a estar activo y a aprovechar mejor el tiempo libre.



Comienzo el curso con ganas: seguir adelante con Antropología social y cultural -que a veces me dan ganas de dejar, pues voy tan poco a poco que calculo que será hacia el 2012 cuando termine, y hablo literalmente-, continuar aprendiendo francés, quizá retomar el gimnasio aunque ahora enfocado hacia actividades aeróbicas con música como step o funky y, en especial, ver muchas películas en inglés sin subtítulos, para seguir mejorando mis listening skills, que falta me hace.







¡Feliz vuelta al cole!

jueves, 30 de agosto de 2007

En directo.

Secuencia ya clásica.

lunes, 27 de agosto de 2007

Hincando el diente a mi bolsillo.



El pasado miércoles llegó: un fantástico dolor de muelas. No era muy intenso, pero sí lo suficientemente molesto como para impedirme dormir a gusto. Recurrí a mi megaguía del seguro y, después de buscar odontólogos y dentistas, terminé por buscar estomatólogos (terminologías...). Llamé a unos quince, y todos comunicaban, no respondían o habían dejado un contestador anunciando que en agosto seguro que iban a estar ahí para mí esperándome. Todo desesperado, viéndome ya en urgencias o soportando el dolor hasta septiembre, localicé por fin un dent... estomatólogo en mi antigua calle, Mariano Royo.



- Te atenderemos como pronto el martes... De todos modos, si mañana por casualidad alguien no acudiera te puedo avisar.



-¡Sí, por favor!



Y pasé el día con Ibuprofen, que no es un amigo mío sino un calmante que hizo su efecto. Esa misma tarde a las ocho me llamaron para decirme que al día siguiente a las nueve y media tenían un hueco en la consulta y allá que fui.



El señor estomatólogo/dentista+médico de la boca y del sistema digestivo u lo que fuese me sacó varias cosas más. En concreto me hizo este listado, en el cual posiblemente haya alguna falta ortográfica dado que no comprendo bien su letra:



- Restos radiculares con cirugía.



- Cinco obturaciones complejas.



-Una endodoncia birradicular.



- Reconstrucción muñones.



- Tres radiografías intrabucales.






Lo mejor sin duda es saber que me van a reconstruir los muñones. Los había disimulado bien hasta ahora, ¿eh, amigos?



El caso es que cada mes me descuentan del sueldo un huevo y medio por el seguro médico y resulta que los empastes (vaya, las obturaciones, según la receta señalada) no están cubiertos. Pues qué bien. En total, durante los próximos meses el señorito me sacará trescientos novena y cinco euros...



Pero no pasa nada. Todo sea por llegar a viejo con los dientes sanos, ya que a día de hoy ya me faltan dos o tres piezas.



Y en cuanto a las pelas... ¡¡pues habrá que pagarlas, al fin y al cabo este mes dejé de pagar el coche por fin, bieeeeen!!

jueves, 23 de agosto de 2007

¿Menú selecto o menú sorpresa?




Ésa es la elección a la que nos enfrentamos diariamente:



- Escogemos un menú selecto si abrimos un periódico, o mejor dos de distinto color, y vamos deteniéndonos en aquellas noticias que llaman nuestra atención por interés y relevancia. El proceso es todavía más rápido si el periódico es digital, en cuyo caso nos basta con hacer clic sobre los titulares en los que deseamos profundizar.



- Escogemos un menú sorpresa si vemos el telediario, donde, tras destacar aquellas noticias que parece imperdonable no divulgar, se introducen en nuestra boca sin permiso sucesos de todo tipo cuya mayor trascendencia suele radicar, casi siempre, en lo insólito o lo curioso de la imagen. Un acto cultural o un cambio económico quedarán ensombrecidos por el divertido campeonato anual de engullimiento de salchichas, que seguramente será hipnóticamente acogido con sonrisas y regocijo por el espectador. La hipnosis estará basada en meros juegos lingüísticos -Matías Prats es todo un paradigma, quizá por ello, lamentablemente, el más seguido de su franja horaria- que unen absurdamente noticias dispares con el fin de dar sensación de continuidad lógica al noticiero. Y el espectador queda embobado mientras acaba de ver una noticia sobre un terremoto que ha destruido miles de hogares en un país pobre y pasa a otra sobre la venta de un best-seller irrelevante mediante una oración como "Totalmente destruido ha quedado también el mundo editorial con la llegada del último éxito de...".






En fin, ya digo, menús distintos.



¿Qué tomarán hoy el señor y la señora?

lunes, 20 de agosto de 2007

Ellas también cantan.

Coreografías inolvidables para una canción peligrosamente pegadiza.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Ajos.


Quedé en conocernos en aquel bar al lado del teatro. Era un lugar que me gustaba. Cuando apareció, di mi última calada al cigarrillo y lo apagué de un pisotón.
La primera impresión fue mejor de lo que esperaba: masculino y bastante alto, de rasgos duros. Me sonrió, quizá porque también le había gustado, y ambos pedimos un zumo natural.
Parecía de conversacion fácil, de tendencia extrovertida y persona viajada. Aparentaba algo más de los treinta y dos años que decía tener y eso me gustaba.
Hábilmente se interesaba por mis circunstancias y permitía que yo investigara en las suyas. Tuve la sensanción de que habíamos congeniado, al menos para quedar otro día.
Sin embargo, sacó los ajos. Los llevaba en una caja roja, pequeña, parecida a la de las clásicas juanolas. Me ofreció, le dije que no me gustaban, y él cogió uno y, con un pequeño cuchillito que guardaba en el bolsillo de sus vaqueros, lo fue partiendo en trocitos con una habilidad y minuciosidad que demostraban experiencia de años. Cuando hubo terminado de trocearlo, cerró la caja, recogió la afilada hoja e introdujo varios trocitos en su boca.
- Entonces, ¿siempre has vivido aquí? -me preguntó mientras masticaba sin prisa.
Respondí con una pequeña parte de mi cerebro, mientras con la otra trataba de encontrar una explicación a esa costumbre.
Fueron los trocitos de ajo los que parecieron marcar el tiempo, más que los relojes de las paredes y de nuestras muñecas. Parecía que había dividido aquel ajo en trocitos suficientes como para que le durasen el tiempo justo para completar una charla productiva y suficiente.
Con los dos últimos pedacitos hizo lo más extraño: los colocó en mitad de las palmas de sus manos, los hizo rodar entre ellas a modo de plastilina y luego repitió aquel gesto por sus pantalones y su camiseta. No dejaba de sonreír y de mantenerme la mirada, sin preguntarse por un momento por qué le observaba algo confuso.
Propuso marcharnos. Dije que perfecto, nos levantamos, pagamos y salimos del bar. De nuevo admiré su porte sereno, varonil y su buena estatura. Sin duda quería volver a verlo, pero... ¿tendría que soportar aquel espectáculo tan peculiar de nuevo? ¿Cómo olerían sus ropas? ¿Y su lengua, si llegase a besarlo? ¡Incluso seguro que yo mismo estaba apestando!
- Mira, sé lo que estás pensando -me dijo-. Piensas dos cosas. A la primera te respondo que sí, que yo también quiero volver a verte. He pasado un rato agradable y tu cara es una monada.
Sonrió e hice lo propio.
- En cuanto a lo segundo... Al llegar he visto que fumas. Espero que el ejemplo haya sido ilustrativo. Sólo quería hacerte ver lo que me hace sentir el humo del tabaco...

sábado, 11 de agosto de 2007

back dorm boys - i want it that way

Me parto con las caras de los dos. Una interpretación muy vivida.

miércoles, 8 de agosto de 2007

¿Estoy embarazada?




Es una frase que, afortunadamente, nunca me tendré que formular. Creo que si fuese mujer me habría ligado las trompas con tres nudos hace ya unos años.





Pero en caso de que alguien se quede "preñá", la manera habitual de averiguarlo es utilizando el instrumento que se observa en la imagen. Depende del color del que se ponga tras poner en él orina, se sabrá si la mujer tiene un proyecto de bebé en su interior.





Puede que os preguntéis el por qué de que hable de esto. Pues muy sencillo: tengo el placer de daros la noticia de que Miguel y Carolina lo utilizaron hace poco y les ha salido positivo. Al principio se lo tomaron un poco mal, pero se han animado a tenerlo, a pesar de los problemas que conllevará.





Después de que hayais alucinado un poco con la trola que os acabo de soltar, explicaré que este tema viene a que, a pesar de no querer tener hijos y de no poder tenerlos -al menos propios- con una futura pareja, me he visto envuelto ya en dos casos de mujeres que, todas nerviosicas, me han llamado para acudir a una farmacia y averiguar de qué color se ponía el cacharrito. En ambos casos, menos mal, el resultado fue negativo.





Dicho de otro modo, en aquella casa vieja y enorme de la calle Royo que muchos echamos de menos, y que ya fue derruida, dos personas han comprobado su no estado de buena esperanza.





¿Alguno de vosotros se ha metido en algún lío así alguna vez? Si hay alguien, por favor, que levante el pubis.

sábado, 4 de agosto de 2007

La escapadita madrileña de Diabetes.

Temo la imagen que, quizá con razón, podáis haceros de mí tras la introducción que voy a proceder a hacer en este post...El modo en que tomé la inciativa para escaparme a Madrid unos días fue cuando menos insólito.
El pasado domingo estaba chateando con un tío de treinta y nueve años de físico peculiar: brazos supergrandotes de gimnasio pero con barriguita. En su "trono moral" madrileño, no hacía más que insistir para que fuese, y yo me negaba, harto de que quienes viven en las ciudades más grandes presupongan que los demás sentimos una atracción innata hacia esos sitios. Total, que conforme pasaba la tarde fui cogiéndole el gusto al ron bacardi de coco con sprite que tenía en la nevera, y me puse lingotazo tras lingotazo... Y pillé un pedo que te cagas. Así que ya me veis a las nueve de la noche diciéndole al tío que sí, que guay, que mañana me voy pa madrid, que me reserve hostal y que nos vemos al día siguiente. Claro, la felicidad que da el alcohol. Inmediatamente me puse en contacto con otro chaval de Madrid con el que solía hablar a menudo por el intelnés este y le dije que podíamos quedar.




El hostal era céntrico, justo al lado de la puerta del sol y del osito de la foto. Se encontraba exactamente en la calle Victoria, frente a este bar:



Bar que, como dice el cartel que cuelga a un lado -y que no podéis ver-, aparecía en la novela homónima de Galdós, que leí hace tiempo.


Éste es con quien hablaba el domingo mientras me liaba a lingotazos. Su cuerpo unga-unga me gustó por foto y allí que fui; muy majo, me reservó el hostal y me fue a buscar a la estación de Atocha. Una vez con él, me gustó en persona mucho menos de lo que esperaba, aunque a pesar de ello pasar la tarde con él y recibir su invitación para cenar fue agradable. Si esto fue un lunes, ni el martes ni el miércoles le volví a dar un toque, pero como él tampoco hizo lo propio, no he quedado mal.

Como en los hosteles siempre hay internet gratis, me conecté todas las noches. Me escribió durante una de ellas el siguiente chico italiano, del cual no recuerdo el nombre:


Aunque ahí le veis como mucho más buenorro de lo que en realidad estaba, era majete y también me llevó de aquí para allá durante toda una tarde. De paso me sirvió para practicar mi inglés, ya que hasta hace un mes vivía en Londres y se ha trasladado aquí medio por razones de trabajo, medio por olvidarse de un ex y sus malos rollos, y apenas hablaba español. Durante ese día, aparte de esto, me acerqué al Museo del Prado, que no conocía. Me sorprendí gratamente al encontrarme con Las Meninas, cuadro que a pesar de tenerlo muy visto me gustó mucho en vivo.

El miércoles traté de acercarme al Museo de Ciencias. Poseía un mapa muy malo, que era ante todo de carreteras pero con una pequeña parte dedicada a las calles de la ciudad (en varios grandes almacenes no había podido encontrar uno mejor). Combinando el mapa patatero con el del metro deduje el nombre de la parada de metro donde debía bajarme para visitar el museo, y allí que fui. Y no sé qué tal estuvo, porque no lo encontré y terminé en el Reina Sofía, viendo cuadros modernos del siglo XX. El Guernica es enorme, aunque no me impresiona en exceso. Supongo que me quedo con El Prado, ya que sin duda sus cuadros tienen mucho más mérito y están mucho más trabajados, aunque sinceramente es aburridísimo ver dos mil vírgenes y dos mil niños jesús y mi apreciación de los difuminatos, los claroscuros y las gaitas en vinagre es relativa; en el Reina Sofía hay mucha chorrada de mérito nulo pero al menos estilos originales, nada religiosos y con colores vivos.

Por la tarde quedé con Javier, profesor de Primaria como yo:


Como supe por una conversación posterior por messenger, la atracción fue mutua; pero en fin, tengo el... ¿defecto?... de que raramente, a pesar de ser un chico, ando por ahí salido de la vida, así que no me animé a ponerle las manos encima y él, que estuvo a punto, tampoco se lanzó. Le gustan los musicales, así que no descarto hacer alguna visita ocasional y ver teatro decente en buena compañía.
Pero, borrachera improvisada aparte (pues siempre supe lo que hacía al decidir irme a Madrid), hay un segundo motivo que me animó a ir -o volver a ir, ya que había estado ya una vez-: echarle un vistazo como ciudad en sí. Estoy a años luz de tomar una decisión, pero el hecho de que sea una ciudad grande hace que posea varias cosas que me llaman la atención lo suficiente como para que se me haya pasado por la cabeza trasladarme a vivir a esta ciudad: escuelas de idiomas donde estudiar lo que uno quiera, desde polaco a turco o japonés; teatros con una variedad de obras incomparable; cines en versión original; y por supuesto, gente y en concreto chicos gays a patadas (imposible casi encontrar dónde cenar en Chueca un martes por la noche).
¿Qué opináis de esta ciudad?

miércoles, 1 de agosto de 2007

¿Qué van a tomar?




Los camareros tienen toda mi admiración. En especial aquellos que trabajan en lugares concurridos, que -al menos antes de que aparecieran esas máquinas modernas- toman nota hasta de memoria de pedidos complicadísimos y que son capaces de llevar en una bandeja multitud de vasos sin derramar una sola gota.



Mi gen del Parkinson viene activado desde nacimiento.

domingo, 29 de julio de 2007

Polonia (IV y último): conclusiones.

El sabor de boca que me ha dejado el viaje ha sido muy bueno. Considero que Kraków es la ciudad que más merece la pena y que con mayor seguridad os puede gustar si un día os animais a ir a Polonia. Sin embargo, como todo, disfrutar de un lugar es algo muy subjetivo. Así, en mi caso el rol de turista que ve las calles y visita museos está bien pero sólo para unas pocas horas al día; además de eso, para mí la esencia de un viaje al extranjero reside en conocer gente y en practicar inglés todo lo que no he podido hacerlo el resto del año. Y dado que, como se ha podido ver, conocí bastante gente por una mezcla de preparación internetiana y de suerte, es comprensible que el viaje me haya satisfecho enormemente.


Terminaré este extenso relato viajero con algunas observaciones sobre el país:









- Ir en vuelo barato parece lo razonable, dado que se puede ir desde Madrid o Barcelona hasta Kraków o bien hasta Warszawa. Espero haber dejado claro el relativísimo interés de la capital polaca. El vuelo barato funcionó de perlas a la vuelta, pero a la ida salió con dos horas y media de retraso.




- Polonia, como el Reino Unido, maneja su propia moneda, los zlotys, ese nombre que tan comprensiblemente divierte a nuestra visitadora diabetiana Lalau y que en mí también causó cierto divertimento en un principio. Un euro son cuatro zlotys y resulta un placer ir descubriendo la ridiculez de los precios del país dividiendo entre cuatro. Ir a Polonia es una oportunidad de oro para comprar cosas más baratas y comer en restaurantes bastante buenos sin perder un ojo de la cara. Eso sí, la ropa no es mucho más barata.










- En toda las ciudades que visité había tranvía. Me subí en uno por primera vez en mi vida. Resulta un medio bastante eficaz para manejarse por la ciudad. Parece que va a ser reinstaurado en Zaragoza. Siempre que la gente lo use en masa y los coches se dejen un poco aparcados, podrá ser una buena opción; de todos modos, si no tuviésemos media ciudad bajo nuestra ciudad, poner un metro sería mucho mejor.







- En general las ciudades son bastante bonitas y tienen cositas, como los enanitos de Wroclaw, que las hacen si cabe más curiosas. Al regresar de Polonia vi Zaragoza como una ciudad fea pero de cojones.



- En Polonia la gente habla inglés como en España. Bueno, matizaré: lo habla el mismo número de gente, o sea, más bien poca, y en general con un nivel algo más alto; las patadas que meten al diccionario son mucho menos sonoras. Supongo que si uno sabe alemán lo tendrá mil veces más fácil para desenvolverse por allí.



- Se puede extraer una conclusión obvia respecto al servicio de correos: o bien es tremendamente lento o bien debí poner el nombre de nuestro país en polaco. Lo pensé cuando escribí las diez postales que parecen haberse perdido, pero confié en que entenderían el significado de "Spain". Todavía mantengo la esperanza...








- Los chicos polacos son en general feos. Salvo excepciones como las de esta foto y otras anteriores, en general no se puede decir que los hombres sean muy atractivos. Los hay tremendamente altos, pero sólo soy yo el que se pirra por esos energúmenos. Dicen que las chicas son majas (la verdad, no sé, puede, a mí plin).



- Si uno conoce gente de allí se puede ir de ambiente gay. Los del gobierno serán todo lo conservadores que querais, pero lo que no puede detenerse no puede detenerse y punto.






- Hay muchos rincones donde obtener fotos bonitas. Ésta es una de las primeras fotos que hice cuando por fin descubrí cómo usar el blanco y negro en my brand new digital camera.



- Estoy seguro de que habrá quien diga lo contrario, pero en general la gente polaca es amable y correcta; cuando menos, no tiene esa altivez inglesa o, según dicen, francesa. Vaya, que son lo suficientemente majos como para no escupirte a la cara, literal o metafóricamente, cuando ven que no hablas polaco.



- Es imposible aprender muchas palabras en polaco en diez días. Sólo puedo dejar constancia de "tak" (sí), "nie" (no), "zapiekanka" (panini o tostada alargada -me lo aprendí porque el nombre es casi más divertido que el de zlotys-), "ulica" (calle), "rilnek" (centro o plaza central), "bilet" (ticket) y "curva" (¿se escribe así? Quiere decir "zorra", "guarra" o algo así).



- Recomiendo vivamente viajar solo. Probadlo en alguna ocasión. Todo se vive más intensamente. Cuando uno se aburre, se aburre mortalmente, y cuando uno se lo pasa bien, se lo pasa genial. Resulta incomparable la sensación de estar solo en un país ajeno, sin hablar el idioma oficial y charlando con alguien que apenas conoces, que está siendo amabilísimo contigo y que probablemente nunca más vuelvas a ver. O, por contra, quedarte con su teléfono o su dirección de e-mail. Es estupendo pensar: he estado por ahí yo solo unos días y he sabido desenvolverme sin hablar español prácticamente nunca.





Y como, vuelo aparte, me habré gastado apenas doscientos cincuenta euros en los diez días que pasé allí, no os extrañe si cualquier día os llegan postales de alguna ciudad española. :D





FIN



jueves, 26 de julio de 2007

Polonia (III): Wroclaw

Durante los últimos días en Polonia, busqué improvisadamente otra ciudad a la que ir. Varios polacos me habían hablado bien de Wroclaw y, reservando desde Varsovia habitación el día de antes, allí que fui. Necesité bastante tiempo para aprender la pronunciación del nombre de esta ciudad, que para asombro de todos vosotros, se dice "brosuaf". Fui también en tren. Cinco horitas de nada (ejem). Los tren van a una media de setenta kilómetros por hora, por lo que necesité cinco horas para hacer el trayecto Warszawa - Wroclaw. Al subir al tren tuve bastantes problemas para desenvolverme con mi maleta, de tamaño tremendo. Una vez alcancé mi asiento, y ya harto de que el noventa por ciento de la gente no me comprendiese en inglés, utilicé el español y algunos gestos para pedirles a un niño y a un par de chicas que iban a ser mis compañeras de asiento que me ayudaran a subir la maleta hasta su sitio.


- Por favor, ¿me podéis ayudar a subir la maleta?


- ¿Tú hablas español? -me preguntó una de las chicas-. Yo he estudiado un poco.


Vamos, que fui a encontrarme con una polaca que me entendió, que me ayudó con la maleta y que, para colmo, vivía en Wroclaw, con lo que me dio información de primera mano sobre la ciudad. Eso sí, hablamos en inglés, porque la chica había olvidado muchas cosas de mi idioma.
La primera noche en el hostal fue una pesadilla: estuve cuatro horas soportando a unos ingleses -de ahí mi ya nombrada reciente manía- que en grupo iban de habitación en habitación gritando, riendo y hasta abriendo la puerta de la mía en cuatro ocasiones; hasta se pusieron a arreglar una bicicleta con su puerta abierta y todo. The girl at the reception ni se inmutaba. Por la mañana el chico de recepción -pues se turnaban, claro- me dijo que había recibido un mensaje de una chica: era Anita, la chica del tren, que había recordado el nombre del hostal donde me alojaba y me proponía enseñarme la ciudad por la tarde con su novio. Quedé con ellos e hicieron de estupendos cicerones.




















Esta foto me la hicieron ellos. Resulta que debe de existir una página web que trata sobre los duendes que veis en la foto. Estos dos y muchos otros están desperdigados por la ciudad y supone todo un reto encontrarlos; algunos, como éstos de la bolita, son visibles, pero otros están escondidos en lo alto de una farola o al borde de un río. Una curiosidad entrañable.

Wroclaw tiene una plaza central antigua, como Cracovia, aunque ésta más colorida. Tiene la curiosidad de que una de las ventanas de las casas está pintada pero es muy difícil percibirlo.







La ciudad también resulta curiosa porque en la parte central, si es que mi sentido de la orientación no me falla, se forman unas especies de penínsulas muy curiosas que hacen que para acceder a algunas zonas sea necesario cruzar un puente. El efecto, que quizá se aprecia con dificultad en la foto, es curioso.








Aparte de por el encuentro con Anita, fui también afortunado porque me escribió Nicolás –o Nicolás traducido al polaco, que tiene una forma similar- y también me dio una vuelta por la ciudad.







La foto en concreto está tomada por dos amigos suyos gays en un bar de ambiente, el H20, el único de la ciudad pero muy muy agradable (tenía hasta billar, como podéis ver, muchas mesas y sillas y un patio al aire libre). Sus amigos me parecieron muy agradables, tratando de defenderse con su justito nivel de inglés, y Nicolás fue muy majo y muy gracioso. Me resultó simpática la coincidencia de que él estuviera estudiando Etnología y yo, poco a poco pero sin descanso, Antropología social y cultural.

Seguramente me habría enamorado de Wroclaw si no hubiese sido porque Cracovia me había gustado muchísimo. Wroclaw es quizá más pequeña y ahora en verano puede que pierda algo de encanto dado que buena parte de su alma está en la vida estudiantil universitaria. En cualquier caso, es una ciudad muy agradable de ver y con alguna visita a los alrededores que no pude hacer porque tenían lugar en días distintos de la semana a aquellos que pasé allí.

Ah, por cierto, una de las recepcionistas del hostal hablaba español. Menudas charlas que me casqué con esa mujer. Hasta le di mi dirección de blog, jeje.
Y nada, dejé Wroclaw un sábado porque al día siguiente, a las seis de la mañana salía mi vuelo desde Cracovia.






(Continuará)

lunes, 23 de julio de 2007

Polonia (II): Warszawa.

Tras tres días y pico en Cracovia, reservé con unas pocas horas de antelación una cama en un hostal céntrico y me marché a Varsovia. ¡Cómo estar en Polonia sin visitar su capital! Lo primero que vi fue, claro está, la estación de tren.











Y acto seguido el Palacio de Cultura.













Se puede observar que esta ciudad posee una estética totalmente distinta a Cracovia, todo con pinta más avejentada, gris y fea (de cuando el comunismo, vaya). La primera impresión fue la que contó, como se suele decir, ya que Varsovia me gustó bastante poco. Siento no saberme los nombres de los edificios de las siguientes fotos, repletos de uvedobles, equis y cetas.















Y no es que sea fea del todo, que hay lugares y rincones curiosos. Pero para alguien no especialmente interesado en iglesias, museos y arquitectura en general resulta una ciudad con poco ambiente turístico, excepcionalmente grande -creo que hay casi dos millones de habitantes-, sin propuestas guiadas que se le ofrezcan a uno desde los hostales como en Cracovia y con una cantidad de tranvías y buses que quizá funcionen muy bien y sean muy útiles, pero no para alguien que no habla polaco y que ni comprende lo que pone en las paradas y los billetes de estos transportes ni puede hacerse entender en inglés por los conductores de los mismos.







La parte agradable de la estancia en esta ciudad fue, como siempre, la gente. Coincidí en el hostal, en concreto en la sala común / cocina, que para eso está, con personas de todos los lugares: una mujer japonesa que se estaba marcando por su cuenta un viaje de seis meses por todo el mundo y que había recorrido más ciudades españoles e italianas de las que todos juntos veremos en los próximos diez años; un grupo de ingleses de entre los cuales uno trató de convencerme de la existencia de dios; dos holandeses bastante grandotes, uno de ellos una mole que parecía necesitar comer cinco hamburguesas cada dos horas para seguir vivo; y un chaval italiano, Federico, que me ofreció dar vueltas por la ciudad con él y que sale en la foto:









Su inglés era mejorable pero, en caso de dudas o problemas, con hablar en italiano -él, claro, yo ni flowers- quedaban las dudas solucionadas a menudo. Pasé un día entero yendo de aquí para allá y me preparó tanto la comida como la cena en el hostal. Que conste que era heterosexual, y que conste que tampoco me interesaba, pero muy majo. Antes de venir a Polonia compré dos libritos infantiles con vocabulario básico en español y dibujos que planeaba regalar a un par de chavales con quienes llevaba tiempo hablando por internet; sin embargo, uno de ellos me cayó más bien mal, así que el día en que me fui de Varsovia, cuando el italiano estaba por ahí, le dejé en recepción uno de esos libritos. Imagino que le haría bastante ilusión, porque este chico siciliano afincado en Roma llevaba idea de aprender nuestro idioma y venir a vivir aquí.




En Varsovia estuve solamente dos días. Ya digo, si os fascina la idea de ver edificios como cajas de cerillas y museos sobre Grecia, religiosos, de armamento, etc. entonces quizá os guste. Pero para un turista medio, que busca ante todo pasear por las calles, es una ciudad horrible. Los propios polacos ya me habían avisado previamente, y con qué razón.




Dejé, pues, alegremente esa ciudad grande y fea donde es muy habitual ser abordado por millones de jóvenes con folletos de restaurantes y otros establecimientos o en busca de donativos para organizaciones caritativas. Visto que los jóvenes tendían a entender inglés, terminé por responder en español y sus caras eran realmente para grabarlas.




(Continuará)

jueves, 19 de julio de 2007

Polonia (I): Kraków

(Nota previa: no comprendo que muchos tengais problemas para dejarme comentarios. Si al hacerlo elegís la opción "Otros", ponéis vuestro nick y dejais el apartado de "Página web" en blanco, el comentario aparece sin más problemas).

Subirme al avión rodeado de ciento cincuenta polacos fue impactante. Creo que ése fue el instante en que me di cuenta de a dónde iba y el toque de locura que suponía irse a ese país solo. En el avión coincidí con un chaval polaco de quince años con un nivel de inglés más que aceptable y con dos chicas polacas residentes en Tarragona que me ayudaron muchísimo, una vez en el aeropuerto de Cracovia, a llegar en bus y tren hasta el centro de la ciudad; resultó que, como iba a ser norma durante los diez días que pasé en el país, el conductor del bus no hablaba inglés ni, por supuesto, español.Cracovia, la primera ciudad que visité y en la que estuve cuatro días, es la ciudad que más me gustó de todas. La primera foto, quizá no muy representativa ni espectacular, es del ayuntamiento que está en el centro de la ciudad, en la plaza del mercado.


Bajo esos arcos hay un mercado muy turístico.

El ambiente de la ciudad es estupendo. El país es en general barato y comí en varios restaurantes -que para la gente de allí son más bien caros- por apenas 50 zlotys, o sea, 12 ó 13 euros.

Me ayudaron a conocer mejor la ciudad tres personas: Tomek, un chico de Katowice, una ciudad cercana, con quien llevaba un tiempo chateando por internet (en la foto a la izquierda);


Marcin, un chico sonriente que me entró en una disco gay friendly y con el que no pasó nada salvo una amistad platónica de grato recuerdo;


y Noel, un tío de treinta y cinco años que me gustó de veras y al que casi seguro volveré a ver en alguna ocasión por razones largas de comentar.


Al ambiente agradable de la ciudad se une, si uno llega de turista, el placer de encontrarse con visitas preparadas con guía -en español o en inglés- sobre las que encuentra información en los hoteles: unas minas de sal (Wieliczka) a ciento cincuenta metros de profundidad y una visita obligada a los campos de exterminio de Auschwitz y de Birkenau. Además, si uno está en la ciudad de jueves a domingo, tiene la oportunidad de salir de juerga hasta las tantas, incluso, como ya he dejado entrever, por bares de ambiente.
Hay momentos tontos que siempre recordaré, como ir en coche con Tomek y un amigo suyo sobre un puente sobre el río Vístula escuchando Boys, de Sabrina, o escuchar en algunos bares canciones en español como ésa de "Túuuu, y yooooo, a la fieeestaaaa..." o La bamba; vamos, lo que uno menos se espera estando en mitad de Polonia.
Como cosa sorprendente, al menos para alguien que, como yo, nunca había viajado a estas latitudes y longitudes, comentaré el hecho de despertarme tras la primera noche en Polonia, ver que el día había llegado, mirar la hora y pensar: "Su puta madre, pero si aún son las cuatro y media de la mañana".
(Continuará)