Menudo título, ¿eh?
Lamentablemente, el tema de este post es el de mis clases de francés, en la escuela de idiomas.
Llevo dos clases, si no contamos la primera, que fue una mera introducción, y la verdad es que está resultando divertido, interesante y estresante. En dos clases, que como son de dos horas y cuarto suponen en realidad cuatro clases y media de una hora, hemos visto un webo de cosas: holaquétal, me llamo así, tengo estos años, dónde trabajas, pues trabajo de puta, fíjate qué bien, verbo ser, verbo tener, un porrón de profesiones, los números hasta el cien, el abecedario, los artículos... Y el ochenta por ciento de todo eso de modo oral, con lo cual, o se te ha quedado en la cabeza, o te jodes vivo.
Me gusta el profesor porque da la sensación de saberlo todo, y aunque con mis niños trato de que tengan la visión de su profe como de un ser humano que hasta ignora cosas, como alumno me encanta idealizar intelectualmente a quien me enseña.
Lamentablemente, el tema de este post es el de mis clases de francés, en la escuela de idiomas.
Llevo dos clases, si no contamos la primera, que fue una mera introducción, y la verdad es que está resultando divertido, interesante y estresante. En dos clases, que como son de dos horas y cuarto suponen en realidad cuatro clases y media de una hora, hemos visto un webo de cosas: holaquétal, me llamo así, tengo estos años, dónde trabajas, pues trabajo de puta, fíjate qué bien, verbo ser, verbo tener, un porrón de profesiones, los números hasta el cien, el abecedario, los artículos... Y el ochenta por ciento de todo eso de modo oral, con lo cual, o se te ha quedado en la cabeza, o te jodes vivo.
Me gusta el profesor porque da la sensación de saberlo todo, y aunque con mis niños trato de que tengan la visión de su profe como de un ser humano que hasta ignora cosas, como alumno me encanta idealizar intelectualmente a quien me enseña.
Tengo media hora en coche de ida y otra de vuelta para ir a la escuela de idiomas. Ya en pleno comienzo de otoño vuelvo de noche, así que en invierno no quiero ni pensarlo. El caso es que me encanta conducir en solitario. Oscuridad, tiempo para pensar, música de fondo.
¡Ah! ¿Sabéis qué? ¡¡Me pongo como un flan cuando veo que me toca hablar !!