miércoles, 29 de marzo de 2006

Cuidado con las frutas herméticas


Haciéndome el original, como siempre, se me ocurrió llevar un coco a clase de Infantil para que algunos alumnos probaran dicha fruta por primera vez. Por la mañana lo metí en la cartera acompañado de un martillo. Y ante la cara extrañada de los nenes, el profesor de inglés ha sacado ambas cosas, ha puesto varios periódicos y ha anunciado que iban a probar el coco.
-Y he cogido este vaso porque tiene agua dentro y está muy rica. Ya veréis, ya, qué bien.
Y "¡cataplón, chisplón, ostión!", todo emocionado amartillando el coco y el suelo pal descojone y flipe de los críos.
En esto, vierto el líquido dentro del vaso y observo unos grumos blancos que al flotar parecían decir "Míranos, míranos, jeje". Y al fosanasalear el líquido, he percibido un olor a rancio hiperarguiñano que ha congestionao las neuronas olfatiles negativas, las peperas. "Huyyyyy...".
-Pues nada, me parece que el coco nos ha salido malo. ¿Sabéis cuando una manzana está negra por dentro? Pues este coco está igual de chungo. ¿Qué vamos a hacer con él entonceeeeeees?
-Tirarlo -ha dicho uno.
Cotoplón, a la puta papelera.
Ya lo decían en la facultad: prepara cuidadosamente el material antes de comenzar la actividad. Pero joer, yo quería abrir el puto coco ante los críos...
En conclusión, la pedagogía y las frutas herméticas son incompatibles.

lunes, 27 de marzo de 2006

Ana Frank, la obra de teatro.


21 de Julio de 1938
Querido diario:
He descubierto que soy una puta judía. Llamarme Anne Frank ya me delataba, pues es indudable que la n con la k están diciendo que soy judía a gritos. Ahora la cosa va de culo, porque los nazis pueden pedirme el dni y llevarme a un campo de concentración en un plisplás. Y no lo necesito, puedo leer en cualquier lado por mucho ruido que haya.

(Se trata de un monólogo interior. Se encienden los focos y vemos a la chica. Es mucho más fea que como se la habrán imaginado los lectores).
Anne: Menos mal que tengo este diario para evadirme. En él relato todo lo que se me viene a la cabeza. Descubrir que se es judía es duro, porque de repente percibo que mi nariz es aguileña y que he sido racista conmigo misma hasta ayer. Pero me consuela estar enamorada.
(Entra en escena Karloff).
Karloff: Hola, Anne.
Anne: Hola, Karloff. ¿Cómo estás?
Karloff: Bien, Anne. ¿Qué haces?
Anne: Nada, me has pillado en pleno monólogo interior.
Karloff: No jodas.
Anne: Sí. Achicharrá con los focos on the stage. Estaba a punto de contar que ando enamorada de ti y que como eres un puto nazi infiltrado y yo acabo de descubrir judías en mis genes, pues que ya ves qué plan.
Karloff: Bueno, pues no me lo reveles hasta el último acto.
Anne: Sí (dice la chica dubitativa). Vale.
(Karloff se marcha. El foco ilumina la estancia).
Anne: Ya que el foco ilumina la estancia, aprovecho para escribir mi diario. Ando enceguetá de rellenar hojas a la luz de la vela. Señor, ¿es incompatible el holocausto nazi con una puta bombilla? Vamos, sugiero.
(La madre de Anne, Anne, entra por la puerta).
Anne: Hola, Anne.
Anne: Hola, mamá.
Anne: ¿Te molesto? Veo que estás en pleno soliloquio.
Anne: Sí, mamá. Cómo me conoces. A veces me da escalofríos.
Anne: No te preocupes, no sé todo de ti.
Anne: Es un alivio saberlo. Mamá, ¿has recibido alguna carta?
Anne: Sí, aquí tienes (la saca de un bolsillo de su delantal). Es de Rudolph.
Anne: ¡Gracias! Ansío leerla.
Anne: Lo sé, cielo. Sé que estás enamorada de él, porque te cuelgan las pestañas.
Anne: Sí. Karloff me gusta más, pero es nazi y además acabo de descubrir...
Anne: Sí, cielo, lo sé.
Anne: ¿Ya sabías también que era judía?
Anne: Desde luego. Fui yo quien conquistó a Woody Allen. Además te he oído antes de entrar. De hecho, con lo que gritas, se te intuye lo que dices desde los camerinos.
Anne: Laostia. Me dejas crashed.
Anne: Es que soy tu madre. Hala, lee.
(Anne se marcha. Sale. Sorprendentemente, de nuevo por la puerta).
(Anne abre la carta).

Anne: ¡Rrrraaaaass! Querido público, hago la onomatopeya yo porque hay quien disfruta con el teatro leído, y todos tenemos derecho a comprender bien la acción. (Lee).
Anne: "Querida Anne. Gracias por responder al anuncio de contactos. Me encantó tu voz cuando decías que la mía te había gustado. Lamentablemente, soy gay. Perdón. Invertido. Que estamos en 1938. En fin, soy marica perdido, hablando en nazi. Eres tan lerda que ni buscas en la sección correcta. Postdata: judía de mierda."
Anne: Jo. ¡Mamáaaaaaaa!
(Entra la aludida) .
Anne: ¿Qué, hija?
Anne: Tienes la intuición maternal de un chorizo.
Anne: Oh, really?
Anne: Frankly.
Anne: Me enrojeces.
Anne: You´re welcome.
(Se marcha)
(De repente, suena una marcha turca. Entra Karloff y un actor anónimo embutido en una lata de Andy Warhol. Ambos adoptan una pose egipcia y, mientras la música continúa, tratan de resumir con gestos el Nuevo Testamento. Anne Frank muere de desidia y pegamento pero, sin embargo, no aplaude. Arde un sudoku).
(La obra termina. Se cierra el telón).

Anne: Ya no se me ve.

domingo, 26 de marzo de 2006

Aprendizaje significativo.


Sin romper los esquemas tradicionales de los cerrados padres que tengo en el pueblo, procuro de vez en cuando hacer cositas en clase algo distintas -que no por ello son muy originales, sino que simplemente escapan del libro y el cuaderno- con el objetivo de acercarme a eso que en cualquier manual de oposiciones para maestro se llama "aprendizaje significativo": tratar de que lo que quieres que el niño aprenda lo haga no porque tú se lo impongas, sino porque se lo vendes de un modo atractivo y motivador y/o cercano a sus intereses de niño. En el ejemplo que sigue, la gracia residía simplemente en que el profesor se puso a hablar de un tema ajeno a cualquier libro y con preguntas que podían despertar su curiosidad, así como cierto aire de misterio e intriga.
Escribí sin más la palabra "supersticiones" en la pizarra. Un chaval de diez años trató de adivinar, sin que yo se lo preguntase, el significado de la palabra, y no recuerdo qué barbaridad dijo interpretando "súper" como "muy"; que no, chaval, déjalo, déjalo. Les expliqué en palabras sencillas que se trataba de creencias sin base que, a pesar de carecer de tal fundamento, muchas personas seguían juzgando reales.
Supieron mencionarme ejemplos como la mala suerte que traía romper un espejo, o tirar un salero, o encontrarse con un gato negro, o pasar bajo una escalera. Yo encaminé la discusión hacia el hecho de abrir un paraguas bajo techo, y algunos afirmaron que conocían también ese caso.
- Bien, entonces imaginad que yo tuviera un paraguas. Y que además fuese amarillo, que dicen que trae mala suerte. ¿Seríais capaces de abrirlo aquí mismo?
- Sí, ¡tráelo y lo abro! -dijo uno.
- Vale -dije yo.
Y entonces los sorprendí sacando de la nada un paraguas amarillo, que una niña de infantil había traído por la tarde y que me había ofrecido la idea de tratar este tema improvisadamente.
- Menganito, te voy a dar el paraguas. Lo vas a poder abrir y todos los demás también si queréis -expliqué dramáticamente-. Pero luego cuando vayáis a casa no se os ocurra decir que el profesor os ha obligado a abrirlo, ¿de acuerdo? Si lo abrís es porque vosotros queréis. Yo personalmente no voy a abrirlo, prefiero no hacerlo.
De diez alumnos que tengo, sólo tres se atrevieron.
- Bien, pues si a alguno de vosotros os pasa algo a partir de ahora, es por vuestra culpa, a mí no me miréis.
Y entonces, solemnemente, cogí el paraguas y lo abrí.
Silencio absoluto en la sala.
- Me alegro mucho de que tres de vosotros hayáis abierto el paraguas. ¿Pero no os he dicho al principio que las supersticiones son todo mentira?
¡¡No pasa nada por abrir un paraguas!! A ver, ¿quién se atreve a abrirlo?
Y por fin los diez lo hicieron, uno tras otro.
Quiero pensar que tras haber escuchado qué es una superstición y, lo que es más importante, haberse asombrado ante los osados primeros abridores de paraguas y la posterior sorpresa por parte del profesor y, finalmente, la apertura individual (viendo y tocando, en primera persona, un objeto de superstición), habré logrado que este tema se haya grabado en su memoria y haya sido, como decía al principio, un aprendizaje significativo y no sólo una cosa más para estudiar para un examen.

viernes, 24 de marzo de 2006

La construcción de la casa Usher.


A la izquierda de la tele reina por fin una pequeñita estantería que ha conseguido vaciar la mesita baja central. He disfrutado como un tonto colocando los libros por ficción / no ficción y en orden alfabético por autor. El 70 % no los he leído aún, y así puestos aún apetecen más... :-)

miércoles, 22 de marzo de 2006

Cagüen la puta de oros

Estoy tratando de subir una foto y no hay manera.
Pero por mis cojones que hoy actualizaba. Hala.

domingo, 19 de marzo de 2006

Yo le hago el café.


Ayer sábado.
10:20 de la mañana.
En mi gimnasio.
Estoy corriendo en la cinta.
La música de ambiente deja de sonar y la voz de la chica de recepción, con tono mecánico, dice por los altavoces:
- Atención, clientes. En breves minutejos dará comienzo una clase de Bodypump impartida por Marcos. Consiste en coger el pump y pasárselo por el body. Graciaaaas.
Santa madre de dios, a cualquiera le hacía yo el café a su gusto todos los días por escuchar en todos los sitios salidas fantásticas como esa.
Yo descojonao en la cinta de correr, claro...

viernes, 17 de marzo de 2006

------------------UN ABRAZO----------------

Hoy quiero que sueñes cosas bonitas.
Ojalá olvides que era mi vida
la nada vacía, mi piel tendida,
cuando nos miramos aquel primer día.
Quiero que recuerdes victorias perdidas,
sonrisas fugaces, miradas sentidas,
palabras inanes cuando nos buscamos
y nos encontramos aquel otro día.
Quiero que revivas nuestro primer beso,
que pienses en mí tan solo un momento.
Yo te quise tanto y tanto te quiero...
Por eso lo dicho, por eso lo hecho.

Y quiero que olvides las balas perdidas,
los espejos rotos, las flores marchitas,
porque no era yo, era otro, mi ira,
espada malvada, espada torcida.

Todavía te tengo y querría
acariciarte de nuevo y querría
decirte entre sábanas: boquita mía,
hoy quiero que sueñes cosas bonitas.

miércoles, 15 de marzo de 2006

Jeroglífico para peperos.


Observe la imagen y responda: "¿Qué signo del zodiaco tiene Juan?"

lunes, 13 de marzo de 2006

Diabetes.


El hecho de que algunos de vosotros lo sepáis no es óbice para que no explique el porqué de que mi nick en el blog sea Diabetes y no otro.
En el instituto, un día, me dio por apuntarme al grupo de teatro. A lo largo de BUP y COU, se puso en escena a Lorca, Shakespeare y algún otro autor. Ya en la universidad, nuestra directora, por razones desde luego no pecuniarias, siguió preparando obras con nosotros, ya formados en asociación juvenil como Aquelarre Teatro.
Una de esas obras, a la que yo más aprecio le tengo por lo que me divertí ensayándola y quizá también por lo que chupaba escenario, era "Dios", de Woody Allen. En ella, muchos de los personajes tenían nombres de enfermedades: Hepatitis, Colitis, Triquinosis... Podéis imaginar el mío.
Si la memoria no me falla, que en escena no me falló y hasta me dio para meter morcillas, la obra está incluida en un librito del mencionado autor llamado "Sin plumas". De él, recomiendo la lectura de la obra así como de un maravilloso relato que habla de un cervatillo y su singular existencia.
Como colofón, permitidme citar un diálogo genuinamente alleniano cuya gracia aumenta, en mi opinión, con tres segundos de silencio posteriores:
Triquinosis: "¿Sabes lo del cíclope?"
Diabetes: "No. ¿Qué?"
Triquinosis: "Le ha salido una infección en el ojo."

sábado, 11 de marzo de 2006

"¡Oh, Dios mío! ¡La han asesinado!"


A la señora de la foto, cuando era bastante más joven, le dijo un día su hermana: "¿A que no eres capaz de escribir una novela de misterio?" La hermana debería haberse dado cuenta de que estaba hablando con Ágatha Christie, pero debía de ser retrasada, y evidentemente perdió la apuesta: la Christie, en sus ratos libres como enfermera, fue escribiendo lo que terminó siendo su primera novela, El misterioso caso de Styles, en la que aparece Poirot y su ayudante Hastings. Todavía no he conocido a nadie que adivine la identidad del asesino, y es que la dama del misterio es muy pero que muy buena.
No creo que sea una gran escritora en cuanto a su estilo, aunque es muy hábil a la hora de describir con cuatro palabras un pueblecito, una casa o una habitación. Es poco amiga de las pruebas físicas, y se inclina más por las psicológicas; de todas maneras, en el noventa por ciento de los casos el asesino suele ser aquel que parece imposible que sea.
Además de la novela mencionada, que es perfecta para introducirse en su mundillo, son de lectura obligada Diez Negritos, Cartas sobre la mesa, El asesinato de Roger Ackroyd (muy bien valorada por la crítica literaria), Maldad bajo el sol y La casa torcida.
Hace ya tiempo que leí todas sus novelas. La gran mayoría de ellas son simplemente entretenidas y el desenlace no llega a ser especialmente bueno. Pero guardo muy buen recuerdo de los incontables ratos que he estado enganchado pensando: "¿Quién será el asesino?"

jueves, 9 de marzo de 2006

Pare dos años, por favor.


Hace unos días salió en Internet el concurso de traslados provisional para Primaria. Yo, deseoso de salir del pueblo para trabajar más cerca de Zaragoza, consulté los resultados y comprobé que todos los destinos que había pedido me habían sido denegados.
Es un concurso provisional, pero en cualquier caso es improbable, vistas las puntuaciones exigidas, que en el concurso definitivo que se publicará en un par de meses me otorguen un destino.
Esto significa que permaneceré dos años más en el mismo pueblo y centro. Pero la novedad reside en que mi compañera Ana, de infantil, sí que ha conseguido pirarse, y a 10 minutos escasos de Zaragoza, con lo cual el año que viene tendré compañero nuevo (si es la misma persona que sale en el concurso provisional, será una mujer cuyo nombre y primer apellido es igual, queridos Jb y Dorothy, que la que se echó de novio un militar).
Y a consecuencia de este cambio de compañera, tengo la oportunidad de que la dirección del centro pase a estar a mi cargo. Me sentiré excesivamente responsable, pero lo haré. De ese modo, cuando dentro de dos años vuelva a participar en el concurso de traslados, tendré dos puntos más de experiencia, uno y pico más por la dirección y sotopochocientos más de cursos, que el año que viene, que saldré media hora antes por las tardes por una razón que no viene el caso, tendré tiempo para hacer.

Queridos pueblos que rodeáis Zaragoza, ¡¡en 2008 os cazo!!

martes, 7 de marzo de 2006

Rosita (o de cómo todo queda en casa)


Muchos de vosotros ya sabréis que Óscar me prestó el otro día, muy amablemente, su sudadera rosa. Se la pedí porque me pareció una buena idea llevarla a clase puesta para observar la reacción de mis alumnos.
Mis compañeras de trabajo esperaban ansiosas mi llegada esta mañana y no han parado hasta vislumbrar unas manguitas rosas sobresaliendo bajo el abrigo negro que las cubrían.
"A ver qué te dicen" –ha comentado Elena, la profe del pueblo cercano al mío.
Mis alumnos estaban avisados de que cualquier día iría yo de rositas: en tres ocasiones había elogiado la sudadera rosa de Laura, una niña de mi aula, y había manifestado glamurosamente mis deseos de hacerme con una similar. Y ayer lunes anuncié que ya me la había comprado.
He abierto la puerta del colegio. Ningún niño ha dicho nada, y cuando les he preguntado si les gustaba, todos han dicho que sí, y con pinta de estar siendo sinceros. Y sí, amigos, lo eran, porque Ricardo, de los mayores (y por ello, quizá, más propenso a ver el rosita con malos ojos), ha reiterado avanzada la mañana que la sudadera era muy chula. –Y no, no promete ser afeminado en el futuro-.
Como hacía un frío infernal, o invernal, los niños de la clase de Ana, de infantil, han pasado a la mía para ver todos juntos una peli de vídeo durante el rato de recreo. Ha sido Alberto, de cinco años, quien ha dicho: "Llevas una sudadera rosa. Eso es de chica". Sin darle importancia, he dicho que yo era un chico.

Así pues, los alumnos han reaccionado estupendamente, aunque bien es cierto que Enrique estaba con vómitos en su casa y Miguel con varicela también sin venir, y que ambos quizá hubiesen reaccionado no tan bien de haberme visto. Otro día rosearé cuando estén ellos, a ver.

Por último, al mediodía, y a pesar del frío, he salido ostentosamente ante los padres sin abrigo, marcando contraste entre la nieve aún sin derretir y mi actitud (g)rosera. Una de las madres se me ha quedado mirando un segundo más de lo que mi carisma incomparable suele atraer, pero ha sabido mantener su sonrisa y no ha dicho nada.
Por la tarde, Elena esperaba ansiosa los rosas resultados y, aunque felizmente, se ha quedado decepcionada ante la ausencia de acontecimientos dignos de mención.

Quizá haya sido más por Zaragoza, caminando desde donde había aparcado el coche hasta mi casa, donde la gente me miraba más claramente. Un gachó de greñas y vestido de jevitrón no sé lo que habrá pensado (bueno, claro que lo sé, y qué razón lleva en el fondo). Y justo antes de llegar al portal de mi casa, me he encontrado con la prima de mi madre. Ha mencionado que iba muy fresco; yo he añadido que sí, y que también llamativo. "Me lo he puesto por ver qué decían mis chicos", he explicado quizá innecesariamente. "La verdad es que sí que vas moderno, sí", ha contestado a mi sutil provocación. "Se habrán pensado que eres maricón".

Tanto llevar el rosa al pueblo y me encuentro alguien azul a dos metros de mi casa.

sábado, 4 de marzo de 2006

¡¡Nadie!!


Hace dos jueves fue jueves lardero. Tradicionalmente era un día en el que se consumía carne antes del comienzo de la cuaresma, que no permitía la canne de los cojonnes. Eso derivó en la actual pseudotradición de comer longaniza en ese día.
En el colegio, a mi compañera y a mí nos pareció una buena idea celebrar con bocadillos de longaniza el jueves lardero y aprovechar para ir con los niños a la iglesia del pueblo y verla por dentro.
Almorzamos en la plaza de la iglesia y el cura nos abrió luego el viejo edificio.
Al poco de entrar, Lorena, una de las niñas de tres añitos, que evidentemente estaba viendo frustrada cierta expectativa que se había montado en su cabeza, dijo (viendo aumentado su comentario por la acústica patatera de la iglesia):
-¡Aquí no hay nadie!
Begoña, la profesora de religión, que nos acompañaba, enseguida respondió:
-¿Cómo que no, Lorena? Aquí está Dios.
-¡No! -dijo Lorena con su voz de pito de niñita-. ¡Aquí no hay nadie!
Y yo me regocijé en esa muestra inconsciente de ateísmo.
Repetí bocadillo de longaniza, por cierto.