Yo sé que he hablado de esto en varias ocasiones. Pero puede conmigo.
Tengo claro, aunque me pese, que el nivel de inglés de los maestros de Primaria en este país no está muy allá. En fin, para defendernos y para dar unas clases no muy demenciales, pues valemos, creo. (Otra cosa es la nula formación que tenemos para dar clase en Infantil, pero ése es otro tema y deberá ser contado en otra ocasión).
Pero ays, a lo mejor es que amo la estética demasiado; pero cuando asisto a clases de conversación en inglés para profes de Primaria y escucho unas pronunciaciones que dejan mucho que desear, se me revuelven las tripas.
Vaya por delante, antes de que me tachen ustedes de creído, que probablemente mi pronunciación no sea exquisita tampoco. Pero ay, no sé, procuro, yo qué sé, pronunciar las bes y las uves de forma distinta, marcar la diferencia entre los sonidos vocálicos -que son más de cinco en este idioma-... En fin, echarle teatro, y con modestia creo que no me sale mal (aunque sí, vale, todo es mejorable).
Pero hay maestros que andan todo felices con sus cinco vocales, y su acento pacomartínezsoria y tal, y me destripan las revuelvas, o cómo se diga.
¿Y hay que esperar a que la gente tome la iniciativa de ver las pelis en versión original? Juas, pero si hasta a mí me cuesta y lo hago menos de lo que querría, y eso que me gustan los idiomas a rabiar. ¿Habrá que esperar a ver si eso de enseñar idiomas desde que los nenes tienen tres o cuatro años creará una generación mucho más receptiva al inglés, al francés, al alemán...? ¿Y si luego no es así? Porque claro, si los idiomas sólo se ven en clase, que es lo que pasa, mal vamos. Los maestros sabemos algo bien: si el crío sólo aprende en clase, entonces no aprende. Vaya, que el resto del tiempo el niño debe ver lo mismo. Y como llega a casa y las teles emiten todo doblado, y lo mismo en el cine, y los padres son los que menos saben idiomas y pueden predicar con el ejemplo, pues así andamos.
La primera vez que fui a Polonia coincidí en el avión con un chaval de unos doce años, polaco, que fue capaz de llevar una conversación no muy torpe en inglés conmigo. Me sorprendió enormemente, y pensé: ¿y cuándo esto en España?
Que semos europeos, dicen, leñe.
Tengo claro, aunque me pese, que el nivel de inglés de los maestros de Primaria en este país no está muy allá. En fin, para defendernos y para dar unas clases no muy demenciales, pues valemos, creo. (Otra cosa es la nula formación que tenemos para dar clase en Infantil, pero ése es otro tema y deberá ser contado en otra ocasión).
Pero ays, a lo mejor es que amo la estética demasiado; pero cuando asisto a clases de conversación en inglés para profes de Primaria y escucho unas pronunciaciones que dejan mucho que desear, se me revuelven las tripas.
Vaya por delante, antes de que me tachen ustedes de creído, que probablemente mi pronunciación no sea exquisita tampoco. Pero ay, no sé, procuro, yo qué sé, pronunciar las bes y las uves de forma distinta, marcar la diferencia entre los sonidos vocálicos -que son más de cinco en este idioma-... En fin, echarle teatro, y con modestia creo que no me sale mal (aunque sí, vale, todo es mejorable).
Pero hay maestros que andan todo felices con sus cinco vocales, y su acento pacomartínezsoria y tal, y me destripan las revuelvas, o cómo se diga.
¿Y hay que esperar a que la gente tome la iniciativa de ver las pelis en versión original? Juas, pero si hasta a mí me cuesta y lo hago menos de lo que querría, y eso que me gustan los idiomas a rabiar. ¿Habrá que esperar a ver si eso de enseñar idiomas desde que los nenes tienen tres o cuatro años creará una generación mucho más receptiva al inglés, al francés, al alemán...? ¿Y si luego no es así? Porque claro, si los idiomas sólo se ven en clase, que es lo que pasa, mal vamos. Los maestros sabemos algo bien: si el crío sólo aprende en clase, entonces no aprende. Vaya, que el resto del tiempo el niño debe ver lo mismo. Y como llega a casa y las teles emiten todo doblado, y lo mismo en el cine, y los padres son los que menos saben idiomas y pueden predicar con el ejemplo, pues así andamos.
La primera vez que fui a Polonia coincidí en el avión con un chaval de unos doce años, polaco, que fue capaz de llevar una conversación no muy torpe en inglés conmigo. Me sorprendió enormemente, y pensé: ¿y cuándo esto en España?
Que semos europeos, dicen, leñe.