lunes, 23 de abril de 2012

¿Distraerse ayuda a concentrarse?

A diferencia de lo que se creía, de la opinión popular, hacer garabatos ayuda a la mente a concentrarse en una tarea aburrida y a memorizar lo que se escucha, según un estudio realizado por psicólogos británicos.
En el experimento llevado a cabo participaron personas que hicieron garabatos durante un aburrido mensaje telefónico y así pudieron recordar un veintinueve por ciento más de detalles sobre el mismo mensaje que el otro grupo que se limitó a escuchar.
Según el estudio, esto sugiere que en la vida cotidiana hacer garabatos puede ser un modo de mantener la atención en una tarea aburrida y no una distracción innecesaria que debemos evitar.
Los expertos interpretan a partir de los datos la siguiente conclusión: la gente tiende a soñar despierta cuando escucha algo aburrido, y algo tan elemental como garabatear puede ser suficiente para poner fin a esta ensoñación sin afectar a la atención que se debe prestar a la tarea principal.

Esto hace que me pregunte: ¿debo en mi aula de niños de seis años permitir que se distraigan un poco mientras estamos realizando alguna tarea o estoy explicando algo? ¿O sólo pueden garabatear? ¿O sólo funciona con adultos?
Lástima no haber garabateado más cuando estudié latín o historia en el instituto...

lunes, 2 de abril de 2012

Viajes.

Sorprende que el hecho de dejar de viajar durante un tiempo implique que volver a hacerlo sea una experiencia más viva que de costumbre. Es natural: a todo se habitúa uno.


Hay otra vez curiosidad por ver una ciudad nueva, ganas de practicar un idioma extranjero si es que salimos de nuestro país, apetece contactar con personas que viven en el destino de nuestro viaje y así sentirse durante un rato como parte de aquel lugar e incluso, con un poco de suerte, comenzar una amistad que pueda prolongarse en el tiempo.


Lo bueno, y lo malo, de escapar de la rutina yendo a otro sitio es que la experiencia lleva implícito el regreso, el desenlace, con día y hora. Sabemos que en último término el día a día que conocemos sobradamente volverá a repetirse; como un sueño durante el que somos conscientes de lo que sucede y en el que manejamos los acontecimientos. Pero no importa, porque el tiempo es subjetivo y a buen seguro transcurrirá a merced de nuestra voluntad y se esforzará por marcarse en nuestra maleta de recuerdos.


Un viaje es, en definitiva, una vida en pequeño: nuestra casa en una maleta, poco dinero en los bolsillos, a veces poca capacidad de comunicarse en el idioma del lugar y a menudo poco tiempo para ver demasiadas cosas. Ante tal falta de tiempo, hay quien se propone ver cuanto más mejor y hay quien dosifica su implicación en el rol de turista.


Quizá como en la vida en grande.




Viajen. Es una manera como cualquier otra de rehuir lo conocido, y transforma nuestra casa, nuestro sofá, nuestra cama, en algo más deseable en tanto que añorado.