domingo, 30 de agosto de 2009

Viaje de Agosto: 1 --> Bélgica

Hace ya muchos meses que mi amigo Javier me propuso hacer un viaje juntos. Sería toda una novedad. No recuerdo quién propuso el destino, pero sí que la decisión fue rápida.
La gente –¿quién, por tanto?- dice que Bélgica tiene poco para ver y que con ver Bruselas y Brujas uno ya tiene más que suficiente, y que no vale la pena pasar mucho tiempo en ese país. De modo que cuando nos juntamos para comprar los billetes de avión en mi casa, Javier y yo decidimos comprar los billetes de ida y de vuelta con diez días en medio, para pasar cuatro en Bélgica y seis en Holanda. Insisto, como siempre, en lo estupendo que es comprar los billetes pronto. Lo hicimos a final de febrero o principios de marzo, no recuerdo bien, y pagamos cien euros por los dos vuelos juntos: Zaragoza – Charleroi y Amsterdam – Barcelona. Pues bien, ¿no?
El verano prometía sin duda ser para mí el de practicar francés: la semanita en Perpignan y ahora tres diítas en Bruselas. ¡Chupi, parfait!
Tomé el autobús hasta el aeropuerto. Cuesta tres cuartos de hora largos llegar hasta allí, ya que el vehículo da una serie de interminables revueltas por Plaza para dejar a la gente que trabaja por allí. Ryanair nos llevó con puntualidad hasta el aeropuerto de Charleroi.




Ahí llega una desagradable sorpresa: hay que tomar un bus para ir hasta Bruselas que cuesta trece euros nada menos. Admitiendo que no he confirmado la siguiente información, como todo buen periodista ha de hacer –como yo no lo soy…-, este autobús debe de pertenecer a Ryanair, de modo que el vuelo pasaría a costar subrepticiamente trece euros más de lo que en un principio parecería.

Convencí a Javier para que abandonara su costumbre de alojarse en buenos hoteles con grandes comodidades y apostase por gastar lo menos posible en alojamiento. Como le expliqué, no me importa arriesgarme a dormir mal alguna noche por compartir habitación con dos o tres personas más si a cambio me ahorro un dinero considerable y de paso tengo la oportunidad de toparme con ingleses o franceses con los que charlar un poco en la habitación si hay buen rollo.
Habíamos reservado una habitación para tres noches en Bruselas. La idea, que pusimos en práctica sin problemas, era ver la ciudad y aprovechar el tiempo en ese país para tomar el tren y acercarnos a Brujas y Gante.
La habitación era para cuatro personas, así que descubrimos quiénes eran nuestros dos compañeros: un chino. Sí, nadie más. No había cuarto compañero de cuarto, valga la redundancia. El chino a las ocho de la tarde ya estaba durmiendo y lo hacía con tanta orientalidad que muerto habría ofrecido el mismo aspecto. En recepción nos dijeron que las dos noches siguientes tendríamos que cambiarnos a otra habitación, lo cual nos provocó bastantes molestias al no poder trasvasar todo antes de irnos a turistear, por estar nuestra nueva habitación aún ocupada. Bien, el caso es que nos tocó en una habitación que en realidad daba a dos habitaciones más, en total tres de cuatro personas cada una. O sea, doce. ¿Y quiénes eran nuestros compañeros esta vez? Pues nueve adolescentes ingleses y el chino, a quien también habían trasvasado.
La pregunta me sale del alma: ¿por qué siempre ingleses? ¿Por qué siempre ellos? Mira que en teoría me encanta toparme con gente de esta nacionalidad para poder practicar inglés con nativos cien por cien. Pero es que siempre me tocan críos que van en grupo y que respetan tus horas de sueño menos que las arañas o los ratones. Uno de los días tuve que poner cara de persona cabreada y, al llegar a la conclusión de que una vez puestos ellos en pie a las nueve de la mañana y ponerse a hablar en voz alta esa actitud iba a proseguir indefinidamente, decirles que estaba intentando dormir y que en definitiva no estaban solos en la habitación. De poco sirvió, aunque la mañana siguiente fue menos ruidosa… que no la noche, que fue armoniosamente decorada por mi vecino superior de litera con sus ronquidos. Jamás, repito, jamás, había encontrado un roncador como él. No dejaba de roncar ni diez segundos; no sé, la gente que ronca suele dejar de hacerlo pasado un ratito, uno de los cuales pensaba aprovechar para quedarme dormido. Pero este chico estuvo roncando lo que calculo que fueron tres cuartos de hora. Agarré la manta y como había varias duchas dentro de la habitación con mucho espacio, me tumbé en el suelo de una de ellas y ahí dormí unas cuatro horas en un bendito silencio. Cuando llegó la mañana y nos despertamos, estuve a punto de darle mi pésame al chaval por el problema que tenía y por sus futuras parejas de lecho, pero me contuve porque seguramente habría pensado que era un puto español entrometido.

Pero ciñámonos de una vez a lo que es el viaje en sí. Tampoco voy a ir detalle por detalle, porque no ha sido en general un viaje de cosas puntuales fantásticas, sino de ver conjuntos de ciudad y de conocer algunas personas. De sensaciones generales, si lo queremos llamar así. Primero vimos un poquito Bruselas. Hay que decir de entrada que la ciudad tiene bastante poca cosa que ver. Museos aparte, que ignoramos primorosamente, en un día se puede ver lo que hay que ver. Pero lo poco que hay que ver es bonito: iglesias, catedrales, tiendencitas y por supuesto la Grande Place, que es enorme y preciosa, rodeada de edificios preciosos por los cuatro costados.








Para orientarse por la ciudad basta con pedir un mapa en la oficina de turismo. No es demasiado complicado encontrar el camino a ningún sitio; salvo quizá, para mí gusto, cuando yendo al norte uno va cuesta abajo y hacia el sur cuesta arriba, tontería que también me desorientaba mucho en Atenas. Es una consecuencia de decir, o al menos oír, lo de “me bajo a Teruel” o “me subo a Huesca”.
Brujas es muy bonita. La gente lo dice y, por una vez, la gente -¿quién es la gente?- tiene razón. No tenía el menor halo de misterio, que es lo que a uno el nombre le hace pensar. Es más bien muy bonita como, digo yo, puede ser por ejemplo Praga: porque la arquitectura y el ambiente es distinto a lo acostumbrado y mires a donde mires te dan ganas de hacer fotos. Toda ella es muy turística, para bien y para mal.







En cuanto a Gante, es menos bonitaportodaspartes pero tiene algunas rincones muy bonitos, algunas plazas deslumbrantes y edificios visitables con vistas asombrosas. Eso sí, como se puede deducir por la foto, hay que ir con mucho cuidado porque hay caníbales sueltos:











A Gante fuimos con Daniel, que habíamos conocido unas horas antes de ir allí en Bruselas porque le había enviado un mensaje por Internet. Mi amigo y él congeniaron estupendamente, y a día de hoy andan enviádose sms´s y ansiando que llegue mitad de septiembre, cuando Daniel –que es por cierto canadiense- se marcará un viaje de fin de semana a Zaragoza. Por ello, los dos últimos días en Bélgica los pasamos casi por entero en su compañía, así que hablé francés mucho más de lo que en principio había supuesto.
Me olvidaba de Amberes, qué despiste. Quizá porque la vimos literalmente de paso: descubrimos que pasábamos por esta ciudad camino en tren a Amsterdam, así que decidimos parar unas horas y verla. Mereció la pena relativamente, quizá porque Gante y Brujas en comparación le daban mil vueltas. Al menos descubrimos allí un restaurante italiano donde probé el carpaccio por primera vez –carne cruda en filetes muy finos con queso, ¡qué rico!- y me aticé una pizza tan grande que dejé un cuarto para el perro del restaurante, si es que había uno.
Holanda tiene su gran anécdota, pero de momento estamos hablando de Bruselas y mencionaremos la suya. Fuimos Daniel, Javier y yo a un Subway a cenar, que no tiene nada de belga pero sí de económico y de gastronómicamente previsible, y elegimos nuestros bocadillos. Ellos dos estaban sentados charlando mientras yo, frente a la barra, me sentía abrumado por la cantidad de bocatas entre los que podía elegir. Tuve la siguiente conversación en francés, que escribiré primero en francés y luego traduciré:
- S´il vous plait, le sandwich numero 12, le Thon, quels sont ses ingredients ? –pregunté.
- Mmmmm... poisson –me respondió la camarera.
- D´accord, merci. No, je vais choisir le 11.
Y nada, me quedé tan tranquilo. En cuanto me senté, me preguntó Javier por el bocadillo que había elegido, pregunta a raíz de la cual él o Dani, no recuerdo quién, dijo que thon quiere decir atún en francés. Así que claro, me empecé a escojonar de risa de inmediato y, cuando pude dejar de reír y llorar, les repetí la conversación que había tenido con la camarera:
- Por favor, el sándwich número 12, Atún, ¿qué ingredientes tiene?
- Mmmmm…. Pescado.
- Vale, gracias, prefiero el 11.
Vamos, que la camarera debió de pensar no sólo que era extranjero sino además víctima de ausencia de oxígeno en la incubadora.



(CONTINUARÁ)

martes, 25 de agosto de 2009

Intereconomía.

Procederé en breve a relatar e ilustrar el viaje a Bélgica y Holanda. Pero como veo que el calor y la desidia me impiden comenzar la tarea, aprovecharé para mencionar brevemente el canal Intereconomía, que podemos ver gracias a la tdt.
Destaca por tener el símbolo de un toro en la esquina superior derecha de la pantalla.
A mí ya me extrañaba que hubiese en él quejas sobre Zapatero a todas horas, así como que en los debates casi nadie pareciese estar a su favor.
Pero cuando vi un vídeo sacando hombres y mujeres y definiciones de matrimonio, y a continuación dos tíos morreándose y oyéndose en voz en off "¿y a esto le llaman matrimonio? ¡Que no te engañen!" (o algo por el estilo), ya deduje claramente el pie del que cojea la cadena.
No pretendo defender a Zapatero, solamente que cada uno tenga las ideas que quiera... ¡pero que dejen en paz a los que nunca les han hecho ningún mal!

lunes, 17 de agosto de 2009

Aquí ya.

Estoy recién regresado de Bélgica y Holanda. La segunda postal está en camino. En pocos días comenzaré a subir el relato de mi viaje.



viernes, 7 de agosto de 2009

El viaje de las dos.

Sin apenas habiéndoos dejado respirar del viaje anterior a Perpignan (cuyo relato tenéis más abajo), un servidor anuncia que acaba de desaparecer de nuevo de tierras aragonesas.
Esta vez la propuesta de destino, que permanecerá como siempre incógnita, tiene una particularidad: y es que no se recibirán una sino dos postales, porque... me voy a dos lugares distintos, o bien a sólo uno del que merece la pena recibir postal desde un par de ciudades diferentes. ¿Sorprendidos? Bueno, a apostar tocan. ¿Dónde me he ido?:
- Ceuta y Melilla y Marruecos: dos países, dos postales. Podrían ser tres, pero tampoco es cuestión...
- Bélgica y Holanda: a comer chocolate y a ver tulipanes. Una postalita de cada país.
- Australia: entre canguro y canguro y paradita de coche, una postalita de Melbourne y otra de Sidney.
- Andalucía: dos postales desde dos ciudades andaluzas elegidas al azar.
- Austria y República Checa: dos países, dos postales, desde las capitales, faltaría más.
Si quieres recibir las postales y todavía no tengo tu dirección postal, envíamela a chaskatraska@yahoo.es
¡Pasad felices días!



miércoles, 5 de agosto de 2009

Perpignan y alrededores (IV y último)

Ha sido un viaje tranquilo que decidí hacer sin demasiadas expectativas. Desconocía Perpignan, ni siquiera sabía si era grande, mediano o pequeño, así que me armé de libros y dinerito para coger trenes de cercanías. No es el lugar más maravilloso del planeta, pero al final me ha quedado un buen sabor de boca:
- En primer lugar, Perpignan es lo suficientemente grande como para perderse tranquilamente sin repetir sitio durante dos o tres días. Uno se sorprende de la cantidad de barrios de callecitas estrechas que hay, y no digamos de encontrarse lo siguiente en una de ellas:



- Viajando por los alrededores hay verdaderas maravillas para pasar un día. Permítaseme mencionar de nuevo Collioure, que es preciosa y donde obtener fotos interesantes es relativamente sencillo:










- Bien es cierto que fui en julio y además el 14 de julio, día en que toda Francia, celebrando la toma de la Bastilla e historicidades varias, está de fiesta; pero en general es posible encontrar cierta vidilla en Perpignan, tanto a nivel cultural (teatro profesional y amateur, conciertos al anochecer, zonas turísticas, un palacio...) como de ocio (bares, restaurantes, discotecas, etc.).

- Es posible viajar hasta Perpignan en autobús. Philippe encontró un bus directo desde Zaragoza, que rechacé tomar ya que costaba once horas... Encontré una alternativa: viajar pasando por Barcelona tomando dos autobuses; curiosamente resultaba más barato, se tardaba menos e, imagino, se hacía menos pesado al haber más tiempo de descanso a medio camino.


- Perpignan está al lado de la costa, así que incluso para los que no somos muy amantes de la playa está la posibilidad de escaparse a ella aunque sea una vez. Viene bien darse un baño -aunque el agua está hiperfría- y dejarse invadir por la desidia que provoca estar al lado del mar y el ruido de las olas. Cometí el error de tomar el sol varias horas sin crema, de modo que cualquier movimiento del cuerpo era doloroso y el viaje de regreso en autobús, barato pero duro, se hizo más insufrible todavía.

- Un apunte económico: un billete en bus de Barcelona a Zaragoza cuesta 10,50 euros. Coger un taxi a las dos de la madrugada desde la estación hasta mi casa (calle Miguel Servet) vale 11 euros...

- No me cansaré de decir que el francésy el inglés son dos idiomas no comparables, al menos para un español: el francés es más sencillo de aprender y sobre todo de comprender a nivel oral. Me satisface mucho, tras tres años estudiándolo, poder entrar a una oficina de turismo o a FNAC y poder preguntar algo, ser entendido y comprender la respuesta sin mayor problema. En inglés, aún tengo a veces problemas con eso según el acento...

- Sin duda, debo dar las gracias a Philippe por alojarme en su casa, por su amabilidad y paciencia, por darme lo equivalente a, qué sé yo, 300 horas de francés en una semana y por haberme mostrado los alrededores de Perpignan.






F I N

lunes, 3 de agosto de 2009

Perpignan y alrededores (III)

Animo a ver más fotos de Collioure en facebook, porque es precioso. Las nubes impidieron que me diese un baño pero favorecieron, a mi entender, el resultado de algunos fotos.

Llegado el fin de semana, y teniendo Philippe tiempo libre, me llevó en su coche de viaje de nuevo. Vimos Céret, otro pueblecito, que estaba cerca de la frontera. Allí callejeamos, vimos un mercadillo ambulante con verdaderas gangas en lo que a ropa se refiere, y comimos. Con mi ilusión de niño respecto a los idiomas, me fui más contento que unas castañuelas tras ser requerido por un par de personas para indicarles dónde estaba dicho mercadillo.





Invadidos de cierto muermo post-comida, mi anfitrión propuso ver el museo Dalí en Figueras. En un principio me pareció hasta estúpido pasar la frontera para regresar a mi país, pero acepté y valió la pena.




El museo resulta entretenido. Eso sí, Dalí debía de ser insoportable a más no poder. La pobre Gala, su mujer, no sé cómo le aguantó. A ver si busco información de ambos y descubro si se divorciaron o se aguantaron resignadamente hasta el fin de sus días.
La siguiente foto muestra una de las obras más originales que pueden verse en el museo:



Me costó mucho sacar esta foto: me encontraba subido a una escalera, con una fila tremenda esperando a que yo me quitase de la lupa con peluca a través de la que se observa esta imagen. Salvo esa peluca, lo demás se encuentra más abajo, en el suelo, y el conjunto forma un rostro.
Tampoco se queda atrás otra obra que consiste en dibujos extraños en varias mesas. Cada mesa tiene encima una botella de metal que refleja los dibujos de la mesa: al reflejarlos, el observador ve la imagen invertida y descubre un rostro, un cuerpo, etc. Digamos que Dalí era muy creativo y además se aburría.



Éste es el teatro de Figueras. Quizá haya alguno más, no lo sé. La ciudad no me pareció mal, aunque tampoco recomiendo en especial visitarla si no es para ver también el museo y así pasar media tarde.
Al volver de Figueras nos detuvimos en un hipermercado que está literalmente al lado de la frontera y donde, por lo visto, muchos franceses van a comprar para aprovechar que los precios les resultan más asequibles y que algunos productos son más difíciles de encontrar en Francia.

Al día siguiente fuimos a la playa nudista del principio del viaje. No me di crema por delante porque con el viento no se percibía la fuerza con la que daba el sol y porque teniendo pelito en el pecho, da muuuucha pereza... Y será la última vez que cometa semejante imprudencia, porque casi dos semanas después sigo todavía pelándome y habiendo disfrutado de cinco días de escozor horripilante.



(Continuará)

sábado, 1 de agosto de 2009

Perpignan y alrededores (II)

El sitio de playa al que fui fue Collioure. Se encuentra a unos veintipico kilómetros de Perpignan y se puede ir en bus o en tren. Me salió un día horripilante, con viento, nubes, algo de fresco... así que no me bañé. Pero Philippe ya me había informado de que incluso sin bañarme el sitio merecía la pena, y así fue, pues es pequeñito y precioso. (Para un día, pues es MUY pequeñito).
Las fotos que pongo son todas de allí: la zona de playa, alrededor de la cual están las construcciones siguientes:








Es decir, varias iglesias y castillos. Visité un castillo con guía. La visita más próxima era en francés, y bueno, ahí me véis remangándome las mangas en plan yosoyguay y voyaello. Quitando el viento que había, seguí bastante bien la explicación y me fui contento. Las explicaciones eran bastante amenas.
Hasta, creo recordar, 1625 esto era territorio catalán. Que los historiadores me corrijan si tienen ganas.

La pequeña sorpresa del lugar fue que cuando me entregaron el mapa de Collioure en la oficina de turismo, en la parte central, deonde está el antiguo cementerio, leí "Tumba de Antonio Machado":


Quien no se marchó de España precisamente porque le apeteciese...


(Continuará)