miércoles, 11 de febrero de 2009

Paremos el carro (II)


Prosigo disfrutando de la ausencia de Internet en casa.

Los fines de semana es cuando más se echa de menos el invento, claro está, porque cubría ciertos ratos muertos. Pero esos ratos ahora quedan rellenos cocinando mejor, leyendo más, yendo a nadar, estudiando francés.

Resulta increíble que uno sienta "la necesidad (¡¡!!)" de conectarse, lo eche de menos a veces, deba corregir el tic de pensar en el ordenador y el placer de atontarse ante él. Una droga, en definitiva. Insisto, es increíble. Como dejar de fumar, más o menos.


Ono, o mejor "¡Oh, no!", se ha entretenido un poco fastidiándome: que mire usted, que como le dimos de baja la conexión tal día, y las facturas las emitimos tal otro, pues jódase y pague la conexión del próximo mes, que en la factura siguiente ya se lo devolveremos. Vergonzoso, a ver cuándo las compañías de teléfono dejan de poder hacer lo que quieren.
El mejor modo de descubrir que se puede vivir sin internet es que, tras un fin de semana, uno consulta sus mensajes el lunes en el trabajo o en el cyber y descubre lo que se ha perdido: absolutamente nada. Bueno sí, que un amigo de un amigo en facebook "está de resaca tras la juerga de ayer" o que "Pepito entra a trabajar a las seis".
¡¡Únanse a mi grupo unipersonal de desinternetizados!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que yo no estoy muy enganchada, locual me preocupa, porque entonces... que hago con mi vida?
Besos y achuchones
Dorothy

Maite Pérez-Pueyo (Maitentación) dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo, Jorge.

Cuando paso unos días fuera de mi casa no echo de menos en ningún momento el mirar el correo u otras páginas "interesantes". Estoy tan llena con todo lo que entra a través de mis sentidos... No comprendo la manía de ir corriendo a un ciber "a ver si pasa algo importante", cuando lo importante es lo que estás viviendo tú en ese momento, por tu cuenta.

Igual en el día a día, que lo cojo y lo dejo a mi antojo. Si estoy inmersa en la lectura de un buen libro (a veces malo, para qué nos vamos a engañar, y entonces lo dejo), no existe Internet para mí. O si estoy con mis amigas las fotos, editando y remirándolas; toda mi pasión se la debo a ellas.

Este Universo es mágico para mí cuando lanzo mis pensamientos al aire, como ahora mismo. Si alguien lo lee, bien. Si nadie le presta atención, no me importa. Para mí expresarme es tan importante como cagar o echarme un pedo. Es un poco como lanzar una cápsula más allá del espacio y del tiempo por si alguien la recoge por azar, una botella con mensajito incluído.

Unos pillarán un significado, otros pillarán otro. No importa. La cosa está en que ya no está en mí, es del Todo.

Te apoyo.