Arturo: estado de quien ha ingerido exceso de comida. Onomástica: cierta compañía de teléfonos se come nuestro dinero con patatas. Ablución: emisión de un mensaje oral. Remitente: persona que hace avanzar una barca con su fuerza y la ayuda de un instrumento destinado a tal efecto. Pingajo: trozo de algunas frutas que se lleva enganchado a la ropa como adorno. Abrigo: voy a cierto lugar de Gralicia. Mamada: papada de mujer. Carámbano: hacer una mueca con un objetivo que no se logra cumplir. Convalidar: hacer adecuado algo medianto saltos continuos a una cuerda que pasa bajo nuestros pies. Andaron: anduvieron irregularmente, por embriaguez u otras causas.
Cuando viajé a París las navidades pasadas, constaté algo: que en España los precios de telefonía e Internet son desmesuradamete altos. En Francia, con unos treinta euros al mes uno puede disfrutar de todo lo siguiente: tarifa plana para navegar por la red, llamadas gratuitas nacionales y al resto de Europa y decenas de canales de televisión de todo el mundo. Si en España uno quiere disponer de los mismos servicios, tendrá que pagar, a ojo de buen cubero, noventa o cien euros como mínimo. Pero no parece ser suficiente. El gobierno, a partir de septiembre, eliminará la publicidad de los canales públicos de televisión. Para suplir los beneficios que los anuncios reportan, se recurrirá a, entre otros, las cadenas privadas y las compañías telefónicas, a las que se les pedirá un tanto por ciento de sus beneficios. ¿Cuál ha sido la respuesta de las compañías telefónicas? Rotunda y clara: los consumidores veremos aumentar el precio de sus servicios. Pues eso.