viernes, 1 de junio de 2007

¡Suerte!

Casi todas las empresas humanas están entregadas en buena medida al azar. Generalmente el afán solo no basta. El acierto es una mezcla de esfuerzo y suerte. Por eso la costumbre de desear a alguien buena suerte no es una forma cortés de recordarle su incompetencia.


Del ensayo Ética de la hospitalidad, de Daniel Innerarity.

1 comentario:

enmovimiento dijo...

Lo que me parece una tontería es que, por desear que a alguien le vaya bien se presuponga que su inteligencia o habilidad a secas no es suficiente para que consiga su objetivo. En fin, que tú eres muy listo y aún así yo te deseo suerte para mañana.