lunes, 23 de julio de 2007

Polonia (II): Warszawa.

Tras tres días y pico en Cracovia, reservé con unas pocas horas de antelación una cama en un hostal céntrico y me marché a Varsovia. ¡Cómo estar en Polonia sin visitar su capital! Lo primero que vi fue, claro está, la estación de tren.











Y acto seguido el Palacio de Cultura.













Se puede observar que esta ciudad posee una estética totalmente distinta a Cracovia, todo con pinta más avejentada, gris y fea (de cuando el comunismo, vaya). La primera impresión fue la que contó, como se suele decir, ya que Varsovia me gustó bastante poco. Siento no saberme los nombres de los edificios de las siguientes fotos, repletos de uvedobles, equis y cetas.















Y no es que sea fea del todo, que hay lugares y rincones curiosos. Pero para alguien no especialmente interesado en iglesias, museos y arquitectura en general resulta una ciudad con poco ambiente turístico, excepcionalmente grande -creo que hay casi dos millones de habitantes-, sin propuestas guiadas que se le ofrezcan a uno desde los hostales como en Cracovia y con una cantidad de tranvías y buses que quizá funcionen muy bien y sean muy útiles, pero no para alguien que no habla polaco y que ni comprende lo que pone en las paradas y los billetes de estos transportes ni puede hacerse entender en inglés por los conductores de los mismos.







La parte agradable de la estancia en esta ciudad fue, como siempre, la gente. Coincidí en el hostal, en concreto en la sala común / cocina, que para eso está, con personas de todos los lugares: una mujer japonesa que se estaba marcando por su cuenta un viaje de seis meses por todo el mundo y que había recorrido más ciudades españoles e italianas de las que todos juntos veremos en los próximos diez años; un grupo de ingleses de entre los cuales uno trató de convencerme de la existencia de dios; dos holandeses bastante grandotes, uno de ellos una mole que parecía necesitar comer cinco hamburguesas cada dos horas para seguir vivo; y un chaval italiano, Federico, que me ofreció dar vueltas por la ciudad con él y que sale en la foto:









Su inglés era mejorable pero, en caso de dudas o problemas, con hablar en italiano -él, claro, yo ni flowers- quedaban las dudas solucionadas a menudo. Pasé un día entero yendo de aquí para allá y me preparó tanto la comida como la cena en el hostal. Que conste que era heterosexual, y que conste que tampoco me interesaba, pero muy majo. Antes de venir a Polonia compré dos libritos infantiles con vocabulario básico en español y dibujos que planeaba regalar a un par de chavales con quienes llevaba tiempo hablando por internet; sin embargo, uno de ellos me cayó más bien mal, así que el día en que me fui de Varsovia, cuando el italiano estaba por ahí, le dejé en recepción uno de esos libritos. Imagino que le haría bastante ilusión, porque este chico siciliano afincado en Roma llevaba idea de aprender nuestro idioma y venir a vivir aquí.




En Varsovia estuve solamente dos días. Ya digo, si os fascina la idea de ver edificios como cajas de cerillas y museos sobre Grecia, religiosos, de armamento, etc. entonces quizá os guste. Pero para un turista medio, que busca ante todo pasear por las calles, es una ciudad horrible. Los propios polacos ya me habían avisado previamente, y con qué razón.




Dejé, pues, alegremente esa ciudad grande y fea donde es muy habitual ser abordado por millones de jóvenes con folletos de restaurantes y otros establecimientos o en busca de donativos para organizaciones caritativas. Visto que los jóvenes tendían a entender inglés, terminé por responder en español y sus caras eran realmente para grabarlas.




(Continuará)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Llevas razón: todos los "monumentos" del post anterior están mejor.

Anónimo dijo...

Pues si que era más maja Cracovia si, tomo nota.
Besos y achuchones

Anónimo dijo...

Que envidia me das, con la ONU rondandote en los hoteles que reservabas casi de improviso, para Japón yo exigí llevar los hoteles ya reservados antes de ir (con el descanso no me gusta el riesgo)

Diabetes dijo...

Pues te comprendo pero estoy completamente en desacuerdo: se puede dormir igual en una litera cutre -que tenga una mínima calidad, sin muelles colgando o un colchón de dos centrímetros de grosor- y así uno puede gastarse más en comer o en hacerse una excursión o visitar tal cosa, que es mucho más interesante. Vaya, yo siempre apuesto por arriesgarme a dormir medio mal cuando viajo, y hasta ahora no me arrepiento. Sobre todo porque si compartes habitación con extraños (taquillas con candado mediante) practicas el inglés o el idioma que sea.

Anónimo dijo...

¿Alguien ha recibido ya su postal? Porque yo no... :(