miércoles, 26 de septiembre de 2007

Contenedores voladores.




Uno los ve por la calle y piensa que son objetos inofensivos.





Pero no es así. Lo son sólo para los peatones, pero no para los conductores. ¿Acaso se mueven solos y se colocan en mitad de la calzada?, preguntaréis. ¿O quizá es que los colores chillones distraen?

Nada de eso. El peligro de estos contenedores hacia los conductores reside en su dureza. Nunca aparque junto a uno de ellos, ya que corre el peligro de encontrar su vehículo abollado.

¿Pues qué demonios hacen estos seres coloridos cuando uno aparca cerca?

Bueno... Ellos en sí nada. Pero basta con ver al señor que los vacía para encontrar la respuesta. Colgados de un gancho que nace de un camión, ascienden en el aire, ingrávidos, hasta descargar su contenido; y tanto en la subida como en el descenso se bambolean peligrosamente, poniendo en peligro la salud carrocera de los automóviles contiguos.

¡Por no hablar de que se suelten del gancho!

(Porque si yo fuese un contenedor de papel, que está siempre a petar, me desanganchaba fijo y protestaba en el inem y me las piraba a un país mejor).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si que es duro ser contenedor si, no lo había pensado.
Sin olvidar que si eres contenedor de Bilbao con la Kaleborooka ni te cuento.
Besos y achuchones

Diabetes dijo...

Entonces encima carecen de pluses por peligrosidad.

enmovimiento dijo...

Lo del bamboleo es realmente escalofriante, doy fe.