martes, 11 de septiembre de 2007

Doña Estadística.

- Hoy también estás muy guapa.

- Gracias - dijo ella simplemente. Le gustaba aquel chico. Los doce días que llevaba en planta le habían permitido tratarle en múltiples ocasiones.

- ¿Ya sabes qué ha dicho el médico?

- No -respondió-. No sé nada.

- No te creo. Eres la enfermera y debes de estar enterada.

- Te digo que no. ¿Qué te crees, que me sé la vida y milagros de todos los pacientes? Me volvería loca.

Le rogó que se quitase la camiseta para poner la inyección más fácilmente. Sus rasgos duros y su piel negra sedujeron de nuevo a la muchacha, que temblabla imperceptiblemente.

- Vaya... Tengo ganas de salir a la calle. Y de seguir viéndote.

- ¿Sí?

- Sí, estas paredes cada vez me agobian más. Y no puedo esperar a pedirte ir al cine conmigo.

La enfermera sonrió por toda respuesta.

- Porque vas a decirme que sí, ¿verdad? ¿Verdad?

- De momento concéntrate en recuperarte del todo...

- Eres muy mala conmigo.

- Soy mala con el mundo -dijo, mostrando la aguja en señal de amenaza. El chico sonrió, rendido.

- Vale, de acuerdo. Entonces me quedaré aquí otro día más, aburrido, esperando a que vuelvas a visitarme.

- Muy bien.

Enseguida se dispuso a abandonar la habitación. Se despidió del muchacho, abrió la puerta y escuchó:

- ¿Vas a ver a doña Estadística?

Se paró en seco.

- ¿Cómo?

- Que si vas a ver a doña Estadística -repitió el chico, de nuevo vestido por completo y sentado al borde de su cama-. La mujer de la trescientos doce.

- No sabía que la conocías -dijo la chica-. Es muy simpática y lo ha pasado mal.

- Mi única relación con ella es la de compartir planta de hospital. Pero muchos aquí hablan de ella, es imposible olvidarla con lo que le ha pasado. ¿O es que se ve muy a menudo a alguien que dé a luz un bebé que tiene un brazo y una oreja de más saliendo de la espalda?

- Claro que no.

- Menos mal. ¡Qué miedo si no! -exclamó con la mejor de sus sonrisas, que ella no pudo evitar corresponder-. El bebéééé fantaaaasma...

- ¡Oh, qué desagradable eres!

Abrió la puerta de nuevo y, una vez más, no abandonó el cuarto.

- Oye... ¿Por qué la llamas doña Estadística?

- ¡No me digas que no lo has adivinado! -gesticuló exageradamente-. Pues verás... Esa mujer ha tenido 1,3 hijos, ¿no es acaso la media nacional?

- ¡Oh! ¡Eres lo peor! -dijo la muchacha escandalizada.

Pero él supo entonces que, sin duda, un día compartirían butaca de cine.




3 comentarios:

enmovimiento dijo...

Muy bueno, como ya te dije. Yo creo que Estadística sería el nombre perfecto para el bebé.

Diabetes dijo...

Personalmente le pondría Pulpillo.

Anónimo dijo...

Y de apellido¿ Al Ajillo?
Yo tengo reconocimiento médico la semana que viene, a ver si están buenos los ATS's