Un curso escolar es lo más repetitivo y cíclico del mundo: días, semanas, meses, trimestres, cursos, ciclos, etapa. Todo está predefinido.
Quizá sea por eso por lo que cada vez se me pasa más deprisa todo. Llega el lunes, que se coge con desgana; el martes va pasando algo mejor pero cuesta; el miércoles en mi cole empiezan a visitarnos los maestros itinerantes que imparten las especialidades y el jueves y el viernes de por sí ya van, como suelo decr, cuesta abajo.
Por fin llega el fin de semana, y uno queda con los amigos, ve a la familia, lee, hace el tonto por internet, ve una peli, y el domingo por la noche llega normalmente mucho antes de lo esperado.
Y otra semana vuelve a comenzar.
La cosa tiende a pasar más bien rápida. A lo tonto, acabamos de empezar marzo, llegan en breve días de fiesta y comenzará el tercer trimestre. ¡Ya! ¡Parece increíble! ¡Pero si quedan apenas tres meses de curso largos!
¿Será entonces cierto eso tan trillado de que cuanto mayor es uno más rápido pasa el tiempo? Parece que la respuesta es sí, al menos desde mi subjetiva opinión visto lo visto estos dos últimos años. En nada deberé plantearme qué viaje hacer este verano, ¡pero si hace nada acababa de volver de Polonia!
Esta rapidez de las cosas es una razón, una razón más, para vivir los días de otro modo: no pensando en que llegue el viernes, no pensando en que termine la jornada laboral, no pensando en que llegue el puente, sino saboreando cada día por sí mismo. De nuevo recurro a lo trillado, a lo mil veces dicho.
Pero será por algo.
Quizá sea por eso por lo que cada vez se me pasa más deprisa todo. Llega el lunes, que se coge con desgana; el martes va pasando algo mejor pero cuesta; el miércoles en mi cole empiezan a visitarnos los maestros itinerantes que imparten las especialidades y el jueves y el viernes de por sí ya van, como suelo decr, cuesta abajo.
Por fin llega el fin de semana, y uno queda con los amigos, ve a la familia, lee, hace el tonto por internet, ve una peli, y el domingo por la noche llega normalmente mucho antes de lo esperado.
Y otra semana vuelve a comenzar.
La cosa tiende a pasar más bien rápida. A lo tonto, acabamos de empezar marzo, llegan en breve días de fiesta y comenzará el tercer trimestre. ¡Ya! ¡Parece increíble! ¡Pero si quedan apenas tres meses de curso largos!
¿Será entonces cierto eso tan trillado de que cuanto mayor es uno más rápido pasa el tiempo? Parece que la respuesta es sí, al menos desde mi subjetiva opinión visto lo visto estos dos últimos años. En nada deberé plantearme qué viaje hacer este verano, ¡pero si hace nada acababa de volver de Polonia!
Esta rapidez de las cosas es una razón, una razón más, para vivir los días de otro modo: no pensando en que llegue el viernes, no pensando en que termine la jornada laboral, no pensando en que llegue el puente, sino saboreando cada día por sí mismo. De nuevo recurro a lo trillado, a lo mil veces dicho.
Pero será por algo.
3 comentarios:
Welcome to the club.
Pero es que es así! yo he vuelto a alcanzar de nuevo una cierta rutina laboral y a lo tonto ya llevo un mes en el nuevo curro. Me cruzo con la misma gente a la ida, coincido con la misma gente en el bus de vuelta... si todos los dias fueran diferentes estaría mucho más estresada...
Sí, Rakeltwo, comparto tu gusto por la rutina, la cierta predecibilidad... Tiene gracia, por ejemplo, que cada vez que voy a francés veo a un niño de unos diez años en una calle concreta y casi siempre a la misma altura de la misma.
Pero esa repetición, probablemente, es la que facilita que no prestemos atención a cada día.
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