Mientras espero que mi amigo Brian envíe las fotos de nuestro viaje a Dublín, entre las que puede haber alguna que me interese incluir en mi actualización sobre el viaje a dicha ciudad, os entretendré con un chiste que escuché hace poco, que probablemente os habré contado si os he visto recientemente y que me parece muy bueno porque me lo imagino representado en escena -con carcajadas aseguradas si está bien interpretado-.
Una mujercilla se acerca al confesionario de una iglesia, se arrodilla y dice:
-Padre, quiero confesarme.
-Ave María Purísima -dice el sacerdote.
-Sin pecado concebida. Pues verá, es que... me han violado.
-¡Alabado sea el Señor! Veamos... ¿pero usted cuántos años tiene?
-Noventa y tres, padre.
-Entonces, señora, eso debió de pasar hace ya mucho tiempo.
- Sí, padre -responde ella-, pero me gusta comentarlo.
Una mujercilla se acerca al confesionario de una iglesia, se arrodilla y dice:
-Padre, quiero confesarme.
-Ave María Purísima -dice el sacerdote.
-Sin pecado concebida. Pues verá, es que... me han violado.
-¡Alabado sea el Señor! Veamos... ¿pero usted cuántos años tiene?
-Noventa y tres, padre.
-Entonces, señora, eso debió de pasar hace ya mucho tiempo.
- Sí, padre -responde ella-, pero me gusta comentarlo.
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