Como ya comenté, de Buenos Aires a Iguazú hay dieciséis horas en bus. También aclaré que los asientos son más cómodos que en los buses europeos que estamos acostumbrados a ver:
Y reclinables, mucho más que en la foto, así que dormir es medianamente posible. En cualquier caso, Nico llevaba unos somníferos y quise probar uno; así que el trayecto nocturno lo hice bajo los efectos de la pastillita milagrosa que me llevó al mundo de Morfeo en menos de treinta minutos.
Acabas de verme a mí y a Nico en diferentes lugares de lo que puedes ver si te acercas al parque de Iguazú. En las fotos no se aprecia la espectacularidad de las cataratas, que tengo recogidas en varios vídeos en mi cámara. Se pueden adquirir varios tipos de entrada al parque, para hacer recorridos andando o en trenecito, para hacer recorridos en lancha más o menos largos... Una vez más, como los precios resultan asequibles para un español, es mejor comprar lo más caro.
Hay dos tipos de viaje por el agua. El primero es en una especie de balsa que te lleva por el río Iguazú tranquilamente y te permite hacer fotos y escuchar el silencio, o los animalillos que hay en la vegetación a tu alrededor: se va el caimán, se va el caimán...
Esta foto, por cierto, me la hizo una sevillana con la que coincidí en la barquichuela; lo típico que suele pasar cuando estás en Argentina.
El otro viaje acuático es en lancha y te acerca a las cataratas principales para que puedas verlas de cerca y fotografiarlas. Te pones chaleco y te dan una bolsa de plástico en la que, a la señal, debes meter todo aquello (cámara, documentos, dinero...) que no quieres que se moje, puesto que te meten debajo de alguna de las cataratas. Personalmente me pareció una gilipollez, pues todo el mundo sabe de sobra qué es meterse bajo un chorro de agua, aunque sólo sea porque se ducha en su casa, y de no tener ropa de recambio luego pasas una hora por lo menos calado de arriba abajo. Aunque era invierno, al encontrarse el parque al norte de Argentina la temperatura era buena, cálida sin ser muy alta, pero aun con todo la ropa tardó bastante en secarse.
Éstos son los coatíes, o coachíes, a los que no se les debe dar de comer y que pueden lanzarse a por la comida que uno lleve en la mano, sin ser en principio agresivos en absoluto.
Visitar el parque de Iguazú me gustó bastante, sin parecerme la octava maravilla del universo como a la mayoría de las personas que me habían hablado de él; pero es sin duda bonito. Lo que ocurre es que necesitas, como dije, casi un día en bus para ir allí desde la capital argentina, más el día que se pierde en Iguazú ciudad no haciendo nada porque haciéndose de noche a las seis y habiendo llegado allí al mediodía no daría tiempo a ver el parque; más el día que empleas en ver el parque, más el día de trayecto que después nos esperaba para ir hasta Salta, al oeste del país, que elegimos como siguiente destino porque la gente nos había comentado que tenía paisajes estupendos. De modo que para ver el parque al final empleas tres o cuatro días entre la estancia y el trayecto, y puede que no mereciese tanto la pena, aunque tampoco me habría querido ir sin haberlo visto, claro...
Cabe destacar que en casi todos los hostales argentinos no se puede pagar con tarjeta de crédito. Nuestro hostal en Iguazú estaba a varios kilómetros de Iguazú ciudad, y el día en que nos marchábamos tuve que ir y volver varias veces hasta la ciudad solo para sacar dinero del cajero y regresar para efectuar el pago de la habitación.
Y bueno, como dije, nos fuimos de camino a Salta. Esta vez, veinticuatro horas literalmente de trayecto en bus...
(CONTINUARÁ)
2 comentarios:
Despues de leer este reportaje - veo, que el viaje a Iguazu vale la pena.
De verdad me gusta mucho esta forma de la naturaleza como las cataratas.
Me ha sorprendida la situacion que no se pueda pagar con tarjeta de credito en un hostal.
Bonito viaje, yo estuve en el 2007.
Te faltó ver el Perito Moreno en el Calafate, ¡¡impresionante!!.
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