lunes, 20 de febrero de 2006

Menos uno.


Si recordáis, alguna vez os he hablado -a varios de vosotros- de un amigo de mi padre que, nunca he sabido muy bien por qué, a veces me regalaba cosas. Una cámara de fotos, libros viejos que tenía... Cuando me compré el ordenador me aconsejó, y después me instaló algunos programas.
No es que lo viese con asiduidad, pero se trata sin duda de una relación curiosa.
Y ayer me dijeron mis padres que se había muerto. "Ahí va, me duele la cabeza"; y quince días después, en las esquelas.
No es una historia original, porque pasa todos los días. Pero, cómo no, sorprende cuando sucede cerca de uno.
Hoy he borrado su nombre del móvil... Qué sensación más rara.

2 comentarios:

bl4ze dijo...

Huy! que profundo y filosófico!
La verdad es que la muerte es lo más seguro de esta vida, pero no deja de sorprendernos por eso. La verdad es que deprime un poco. No para los católicos que creen en el cielo, o los budistas en la reencarnación, pero para los ateos es el fin.
Uf uf! polvo somos y en polvo nos convertiremos.
Ala! ahí queda esta frase lapidaria

Anónimo dijo...

...y mientras tantos muchos echaremos...ya sabemos ke es lo ke hay...y lo ke hay ke hacer es vivir esta vida komo mejor podamos.la tarde pasada he estado mucho mas cerca del cielo en las alturas tinerfeñas, ¿mas cuando me muera el cielo sera asi de azul e impresionante? bueno, por lo menos es un konsuelo...