jueves, 9 de febrero de 2006

Ojo a las casualidades


Tengo por ahí, tan ocultas que ahora mismo no sé dónde están, mis fotos de la comunión. En ellas, se observa el gran elemento: las gafas.
Las gafas, como todo lo demás de mi ser cuando era niño, eran del estilo que les gustaba a mis padres. Y mis padres, huelga decirlo, se merecen en ese sentido que les maten los dinosaurios con tirachinas. Porque las gafas ocupaban casi el doble que mis ojos, así que el aspecto y mis abrumadoras notas -quiero decir irónicamente que eran excelentes- en aquella época me convertían directamente en el cerebro, o uno de los cerebros, de la clase.
No conduciremos ahora el debate hacia la cuestión de dónde ha ido a parar esa inteligencia (que desapareció a partir de sexto de egb, igual que a smileman), sino hacia el tema de las gafas.
¿Hay elemento más odioso que esas lentes (impertinentes, nunca mejor dicho) para un niño? Llevarlas a clase es como colgarse un cartel animando a que te tiren tomates. Con ello no sugiero que fuese mi caso, pero bastante tenía yo con mi propio malestar: nunca pude soportar llevarlas, porque me daban calor, se escurrían, se rompían, se salía un cristal... incluso tenía que llevar un parche en el ojo derecho cuando era pequeño para corregir el bizqueo del izquierdo. Entre los pelos hiperlargos, el parche, las gafas tamaño home-cinema y lo gordete que estaba, no sé cómo no aparecí en la familia addams aunque fuera de cameo.
De modo que a lo largo de mi infancia, los dos bandos en los que dividía a la humanidad eran los que llevaban gafas y los cabrones que tenían el morro de no tener que llevarlas.
Quizá fue también para sexto, cuando a smileman y a mí nos empezaron a bajar las notas de clase, cuando me dije que estaba hasta el gorro de andar gafado y me desgafé. Fui feliz, sobre todo teniendo en cuenta que veía bien sin esos terribles cristales.
Pero dicen que la vida le da a cada uno lo que se merece, y supongo que si yo me quité las gafas sin deber hacerlo, me merecía que años más tarde, ya con pelos en los cojones y carnet de conducir a la vista, en la revisión me obligasen a ponerme otra vez el acristalamiento ocular. El oftalmólogo me indicó que tenía miopía, astigmatismo e hipermetropía, todo ello repartido no recuerdo cómo entre ambos ojos y anulándose en parte unas cosas a otras.
Carolina es testigo de que dejé mis huellas en todas las monturas de la óptica a la que fuimos y de que al final me incliné por unas de montura al aire. (No sé por qué, cuando oigo decir a alguien "Llevo gafas de montura al aire" me hace muchísima gracia). Las empleo sólo para el coche y para ver la tele y películas en el cine.
Y la historia se repite. Uno de mis niños del pueblo comenzará su vida gafil mañana mismo. Casualmente, el lunes pasado olvidé dejar mis gafas en el coche cuando iba a pasar al de mi compañera, que conduce esta semana, de modo que me fui al pueblo con mis monturas airosas puestas; y los chicos, desacostumbradísimos a verme así, mostraron su extrañeza. Pero de este modo el muchacho que mañana se nuevogafará se sentirá arropado por el profe, y al menos no será víctima de los tomates durante el horario escolar. Sí, supongo, de su odio interno hacia el instrumento, si es que lo tiene como yo.
Y es que a veces las cosas casuales van bien: hay quien se deja las llaves por ahí y por ello termina durmiendo abrazado, y quien no usa la funda de las gafas que cariñosamente Óscar te ha conseguido y termina ayudando a uno de sus alumnos.
En cualquier caso, ahora supongo que puedo decir que ya sólo me siento gafado por fuera.

5 comentarios:

bl4ze dijo...

Me siento totalmente identificada con la historia de las gafas. Además a mi imagen gafil y de pelo largo se añade un horrible aparato de dientes. Vaya que estaba hecha un bellezón, así que me dediqué al estudio a la lectura y a las pelis de cine. Dicho esto, agradezco a Jorge su compañía en infinidad de sesiones de cine marcianas.
Compañeros con infancia marcada por gafas, aparatos de dientes y otros objetos discriminatorios para un niño UNIOS!!
Uy! me ha salido una vena algo reivindicativa.
Besos guapísimo

Anónimo dijo...

no os habeis dado cuenta chicos,ke kuanto mas wapos eran l@s chic@s de clase pasados los años las cosas se han tornado?¿ yo tambien era un muñeco al gusto extremeño de la epoca ochentera,mi madre me vestia a su antojo, salvo alguna ocasion ke mi tata era la ke me compraba la ropa...tambien usaba gafas de lo mas penosas perolas gafas desaparecieron un dia de reveldia en mi vida y me prometi nunca mas ponermelas porke pensaba ke me hacian tonto...ahoa mis ojitos son los ke lo sentiran mas, la verdad, pero por feos o wapos, lo importante es komo somos realment,porke de wapos esta weno el gilibar,y de menos wapos muchos mejores sitos... si si y si no mira ET! no era un mister!y lo majiko ke a todos nos parece! dorothy! tu eres un sol kon o sin aparatos, gafas... y diabetes! las gafas t kedan genial, no lo dudes! muchos besos wapos!

Diabetes dijo...

Es muy cierto que si uno se encuentra con bellezas del cole o del instituto, han perdido mucho. Quzá es lo que nos espera a nosotros dentro de unos años, pero por ahora parece que llevamos las de ganar.

Se agradecen los cumplidos, Smileman, aunque yo jamás podré encontrar atractivas unas gafas; quizá algunas de sol... pero que a nadie se le ocurra regalármelas, por dios!

Anónimo dijo...

Para mí mucho peor era la vergüenza del aparato pero todavía PEOR la combinación aparato+gafas gruesas (el tamaño de la miopía importa). Benditas lentillas, ojalá mis ojos me permitan llevarlas siempre o estoy perdido (lo de la operación todavía merece cierta consideración).

Diabetes dijo...

Dorothy se operó (¿de miopía?) y le va muy bien. Su frase más repetida es: "Es una gozada levantarse y no tener que buscar las gafas inmediatamente".