sábado, 28 de abril de 2007

Ante todo mucha calma.

Soy capaz de echarle la bronca a un niño sin levantar la voz mucho más de lo normal. Mi filosofía es pensar que es mi trabajo y no mi vida, y que no hay un premio de doce mil euros para el que más mala baba descargue durante un curso académico.
Así que el otro día, tras escuchar a uno de mis alumnos -de los de sexto, los mayores- decir cuatro barbaridades en voz alta, recurrí a mi actitud parsimoniosa para pedirle que copiase treinta veces lo que acababa de decir. Pedagógicamente es inútil, pero mantiene al niño callado durante un rato. Espero que la incapacidad foquil de mi cámara os permita distinguir el texto.

4 comentarios:

enmovimiento dijo...

No sólo lo mantuviste callado, estoy segura de que también lo dejaste estupefacto (ese sí es un logro educativo, descolocar a los "monstruos"). Puede incluso que cada vez que escribiera una línea se la dedicase a alguien, empezando por ti por castigarle. Pero lo mejor de todo es que quizá, y sólo la posibilidad ya está bien, al cabo de 29 líneas se sintiese bastante ridículo y reflexionase un poco sobre su actitud.
De ilusiones se vive.

Anónimo dijo...

Como dice enmovimiento, supongo que se sentiría algo gilipollas, salvo que sepa que esas 30 frases pueden ser la letra de una canción de Amparanoia:
Que te den por ahí,
que te den,
que te den....

Aishhh, música moderna...

Anónimo dijo...

Ni siquiera saben lo que dicen, si lo dijeran sabiendolo se lo pensarian más.... o lo dirían aún más veces

Diabetes dijo...

Gracias por darme una idea para otro post, rakeltwo. ;)