No sabría decir a qué se debe que en los últimos años, sin haberlo esperado ni creído posible en mí, me haya dado por acercarme con notable fervor al mundo del tarot. Actualmente me resisto a creer que las cartas puedan predecir el futuro de una persona, aun considerando -faltaría más- que lo que está por suceder es modificable aunque a uno se lo hayan dicho de antemano. A día de hoy, no ha habido ninguna persona que haya dicho cosas claramente ciertas sobre qué me iba a pasar.
Hace unos días compré La vía del tarot, escrito por un hombre peculiar y razonablemente conocido llamado Alejandro Jodorowsky. Se le ha visto en algún programa de Sánchez Dragó y una noche presentó Carta Blanca, ese programa de la Uno que tiene cada vez un presentador distinto y en el que él echó las cartas en varias ocasiones.
Su concepción de las cartas es la del tarot, no la de la cartomancia. Es decir, él rechaza la posibilidad de que el futuro sea predecible. Concibe las cartas como un modo de analizar la psique de una persona a traves de proyecciones e intuiciones. Eso tiene más sentido; en cierto modo, aunque él no lo dice así, uno ve en las cartas aquello que quiere ver, o al menos aquello que su cerebro (tras experiencias y las ideas que ha ido gestando de la realidad) es capaz de ver. Lo curioso es que, si leyéseis las primeras ciento cincuenta páginas de su libro, observaríais la asombrosa coherencia que tienen todas las cosas que explica, de modo que sumerge las setenta y ocho cartas del tarot en un mandala o configuración espacial donde el significado -de modo general o potencial- de cada carta queda ya claro.
Según él, hay que prestar atención a los números de la carta, a la dirección en que miran las figuras, al palo de que es cada una, por supuesto al tema sobre el que se pregunta, a los colores predominantes, a los objetos que rodean a los arcanos mayores, etc. Y, finalmente, ¡a las combinaciones entre todas ellas, en un orden o en otro!
A pesar de todo este maremágnum tarotístico, sigo conservando mi cordura. Por eso me queda claro que la cosa funciona así: cada carta tiene tantos significados posibles, y no digamos en combinación, que una vez uno se ha impregnado de todas las posibilidades semánticas de las cartas, alguna cosa se le puede ocurrir que tenga coherencia.
Pero el caso es que el tal Jodorowsky se moja. Proporciona un montón de ejemplos de tiradas; claro está que no es lo mismo leerlas ahí que hacerlas en la realidad, pero en el programa que he citado las echaba en persona al entrevistado y siempre le contaba algo. Y esas tiradas que he encontrado en el libro son siempre coherentes y tienen sentido. Todo parece consistir en dejarse llevar por la intuición pero teniendo como base las explicaciones medianamente lógicas y establecidas que cada carta requiere. De ese modo, e insistiendo en que no se deben hacer preguntas adivinatorias del tipo "¿Cuándo encontraré pareja?" o "¿Me casaré pronto?", se pueden formular cuestiones de cualquier índole, como "¿Debo aceptar el nuevo trabajo que me ofrecen?", "¿Existe la reencarnación?" o "¿Qué aspectos me preocupan más inconscientemente?". Las cartas te explican aspectos de la persona que influyen positiva o negativamente en una acción o un modo de pensar, porque, por ejemplo, está claro que no pueden afirmar o negar si nos reencarnamos (cosa que yo siempre he negado, madre mía). Las cartas hablan, pues, de un individuo, hasta el punto de que se puede hacer una tirada libre sin pregunta, dejando que sean ellas quienes formulen la cuestión.
En fin, resulta fascinante.
5 comentarios:
Veo que vas llegando a la esencia de lo que es el Tarot en realidad...
¿Tú crees? No sé...
Cada carta del tarot es un mundo, y cada dibujo lleva muchísima iconografía oculta.
Si te paras a mirar todo te puedes volver loco.
Solo hay que dejar que las cartas te hablen y dar tu interpretación. Vamos, yo es lo que hago jeje.
Sí, nekokun, y en eso consiste, yo creo. Aunque mi alma olvidadiza no recuerda todo lo que me dijiste cuando me leíste las cartas, sí recuerdo que en general me dijiste cosas que sonaban muy ciertas.
Yo ya te dije que más que predecir, dan pistas sobre la forma en la que nos planteamos las cosas. La verdad es que si alguien me ofreciera una predicción de futuro, probablemente no querría escucharla
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