Dos maestras en el recreo:
- Chica, a mí me cuesta mucho aprenderme los nombres de los críos.
- Es normal, son muchos. Eres nueva en el cole, pero el curso que viene por estas fechas estarás harta de todos ellos y por descontado conocerás sus nombres.
- Eso espero. Por cierto, el niño aquel me cae fatal.
- ¿Cuál?
- Ése, el del jersey rojo. El que está jugando al fútbol.
- No lo veo.
- Ése que está con el bocadillo en la mano. Mira, el que ha saltado ahora.
- No sé, ¿al lado de la portería?
- Casi. ¡Mira, el que ha chutado ahora!
- Ah, dices Laurent, el negro.
- Sí, eso.
- Está hecho buena pieza, sí.
5 comentarios:
Y que conste que yo no soy racista, añadió ella
La verdad es que a veces nos complicamos mucho la vida por no aludir a lo evidente, por miedo a que nos tachen de lo que no nos gustaría ser, o de lo que no está bien visto, por ser políticamente correctos -que por cierto son dos palabras antagónicas, a día de hoy. Por las apariencias al fin y al cabo. ¡Qué estupidez!
¿A quién se refiere, al niño de color?...
En mi curro llaman muchas veces (sobre todo la cruz roja por la noche) para decir:
- Es que tengo aquí un chico de color que blablabla,
y yo les digo:
- ¿pero, me estas hablando de un negro?
Ay si!!, el negrico!!. Como dijeron las monjas del cole de mi sobrina: "este año ya no habrá que pintar al Baltasar para el Belen"; increible.
Que tal llevas tus examenes chaval??, a ver cuando recuperamos la vida social que te va a dar un mal!.
Pues bien, yo encantado, no tengo especiales ganas de juerga y perfecto. El seis de junio vuelvo a ser persona más sociable. Aunque, como siempre digo, existo hasta la hora de la cena, seres nocturnos.
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