miércoles, 3 de octubre de 2007

Hacia allí.



Hace muy poquito tuve el placer de releer una novela de Agatha Christie. Arrepentido en parte de haber leído ya todas sus novelas de misterio, y echando de menos engancharme a sus historias de asesinos incógnita, pude encontrar una que apenas recordaba y cuyo malvado, por supuesto, también había olvidado. A pesar de que eso era signo de que en su momento no me había entusiasmado, la volví a leer y me gustó bastante. "Hacia cero" es su nombre. Desde luego tiene novelas mejores pero puede gustar bastante a quienes no hayan leído nada de esta autora.



Durante el escaso día y medio que utilicé en leerla, vi una película llamada "Love, valour, compassion", sobre un grupo de hombres gays que se reúnen en casa de uno con frecuencia; el espectador asiste a sus enfermedades, alegrías, infidelidades, bromas, etc. Se hace entretenida; sin embargo, poseía una característica -seguramente desde un punto de vista subjetivo- que hizo que no me pareciese una gran película, y que por desgracia encuentro a menudo en muchas novelas, obras de teatro y de cine: la ausencia de un "goal" o meta, la sensación de todo. Es frecuente encontrarse con historias de personajes que parece que podrían haber terminado diez minutos antes o veinte después de cuando terminan, y que a nadie le habría extrañado. Por ello, a uno le queda la sensación de que el guión está compuesto por una serie de acciones consecutivas para pasar el rato, sin más.




Y entonces volví a pensar en la novela de Agatha Christie. Y añadí a la larga lista de razones por las que sus novelas me gustan otra más: la de que, por su estructura y esencia, desde un principio queda claro hacia dónde se va, qué es lo que se busca, cuál es el sentido de las acciones que suceden.





Pero no es fundamental que haya un asesino oculto para que un guión pueda parecer(me) interesante. Filmes como "Ser o no ser", sobre un grupo de teatro polaco que se enfrenta a las fuerzas nazis, u obras de teatro -también película- como "Mucho ruido y pocas nueces", donde cada cosa que sucede tiene un por qué y nada es gratuito, ejemplifican de qué estoy hablando. Véanse también "Pulp fiction" -relativamente, dado el desorden cronológico que la caracteriza-, "Contact" o "El sexto sentido".





Se trata, en definitiva, de que cuando termina la historia, se tenga la sensación de que había un principio, un desarrollo y un final diseñados y de que lo que ha sucedido eran los hilos que lo estructuraban.






Pero claro, supongo que eso es lo que llamamos "un buen guión", y es complicado escribirlo.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Me estás tirando por tierra los principios de la narrativa contemporánea. Supongo que a eso es a lo que se llama "posmodernidad".

Diabetes dijo...

Sotto_voce, imagino que te refieres a experimentos y modas como el surrealismo, el dadaísmo y otros ismos. Deben existir, pues son otras maneras de crear; pero como espectador me suelen dejar frío habitualmente porque son relativamente sencillos de emular (sin que ello quite mérito al creador original). Sin embargo, un buen guión como el de Te doy mis ojos, con personajes bien dibujados y escenas no gratuitas, no están al alcance de cualquiera.

Anónimo dijo...

Sí, me refería a los ismos, que fueron experimentos, pero que no se quedaron en moda pasajera, porque sin ellos no se podría entender ni el cine ni la literatura actual. De todas formas, estoy más de acuerdo contigo de lo que podría dar a entender mi primer comentario, aunque tengo que confesar que me sigue seduciendo mucho más "Un perro andaluz" que "Te doy mis ojos". De ésta no recuerdo más que una mujer llorando y un tío que enseña el culo en alguna secuencia; la primera se graba en la retina y ya no se borra jamás (por supuesto, esto es muy subjetivo).

Anónimo dijo...

Muchas, muchísimas historias no tienen un "principio, desenlace y final" a propósito, porque ese era el deseo del autor. Dejar el final abierto o querer dar la sensación de que te asomaste a las vidas de otros en un momento concreto de su existencia, son formas habituales de expresión.

Las historias clásicas con un gran final dejan un buen sabor de boca, pero en historias más cotidianas es difícil seguir ese planteamiento (a no ser que mueran todos o les plantes un "happy end" que no resulte creíble).

Diabetes dijo...

Creo, Jb, que has podido confundir -o yo he podido hacerlo- los términos "final" y "desenlace". No se trata de que la vida de los personajes quede ya terminada de algún modo definitivo, pero sí que el problema o los problemas que sucedían a lo largo de la historia tengan alguna solución o evolución. Y si la historia se pretende concluir dando a entender que los personajes se mantendrá igual, al menos considero que se puede exigir que las acciones de la novela o de la película guarden una relación más o menos clara con el desenlace.
Dios, la obra de Woody Allen, tenía un final cíclico, pues acababa como empezaba; pero además, esa circularidad se citaba en la obra, como avisando de lo que iba a pasar.
Desde luego, hay historias donde se toma una parte de la vida de unos personajes y allí cabe la posibilidad de no esperar una estructura muy marcada, pues quizá esos personajes tengan una vida caótica; pero entonces entiendo que la estructura debería encontrarse en otros elementos: la música (con cambios de estilos in crescendo, por ejemplo), la imagen (usando colores distintos conforme el guión avanza), los símbolos (dando sutilmente una visión coherente del tipo de vida los personajes y/o dando pistas sobre su pasado y futuro...).

Anónimo dijo...

En definitiva, que la película o la novela tengan una ESTRUCTURA reconocible y pertinente, ¿no es eso? Además, en el caso del cine, no debe faltar algo fundamental: un buen espectáculo (entendido este término en su sentido menos frívolo y más general).

Anónimo dijo...

En otro tiempo tus escritos tenían muy buena estructura, así que deja de criticar yescribe uno que ya voy echando de menos leer tus cosas.
Besos y achuchones hermoso
y a ver si nos vemos

Diabetes dijo...

Gracias, pero... ¿tú estás segura de que estás hablando de mis historias? Porque vaya, quizá algunos relato sí, pero si te pones a pensar en la saga Titanic... que era lo más improvisado que ha parío mother.

Anónimo dijo...

A mí ya sabes que me van los giros argumentales y los guiones que te hacen darle al coco para organizarlo todo, por supuesto me encantan los del estilo de Pulp Fiction o Memento.

Diabetes dijo...

A mí, rakeltwo, los giros argumentales me chiflan, pero también si tienen cierto sentido; el otro día vi una peli, cuyo nombre no citaré por si un día la veis, en la que resulta que lo que durante 50 minutos de peli o más era una trama de quién es el asesino en un hotel pasa a ser un tío con trastorno múltiple de la personalidad cuyas multiples personalidades habían creado en su imaginación la historia que llevabas 50 minutos viendo. Y claro, eso te cambia la película y te parece, aunque original, una manera facilonga de solucionar la trama.
En cuanto a los desórdenes cronológicos que citas, me pueden gustar, pero muy de vez en cuando; las dos pelis que citas, eso sí, son muy buenas.