miércoles, 5 de agosto de 2009

Perpignan y alrededores (IV y último)

Ha sido un viaje tranquilo que decidí hacer sin demasiadas expectativas. Desconocía Perpignan, ni siquiera sabía si era grande, mediano o pequeño, así que me armé de libros y dinerito para coger trenes de cercanías. No es el lugar más maravilloso del planeta, pero al final me ha quedado un buen sabor de boca:
- En primer lugar, Perpignan es lo suficientemente grande como para perderse tranquilamente sin repetir sitio durante dos o tres días. Uno se sorprende de la cantidad de barrios de callecitas estrechas que hay, y no digamos de encontrarse lo siguiente en una de ellas:



- Viajando por los alrededores hay verdaderas maravillas para pasar un día. Permítaseme mencionar de nuevo Collioure, que es preciosa y donde obtener fotos interesantes es relativamente sencillo:










- Bien es cierto que fui en julio y además el 14 de julio, día en que toda Francia, celebrando la toma de la Bastilla e historicidades varias, está de fiesta; pero en general es posible encontrar cierta vidilla en Perpignan, tanto a nivel cultural (teatro profesional y amateur, conciertos al anochecer, zonas turísticas, un palacio...) como de ocio (bares, restaurantes, discotecas, etc.).

- Es posible viajar hasta Perpignan en autobús. Philippe encontró un bus directo desde Zaragoza, que rechacé tomar ya que costaba once horas... Encontré una alternativa: viajar pasando por Barcelona tomando dos autobuses; curiosamente resultaba más barato, se tardaba menos e, imagino, se hacía menos pesado al haber más tiempo de descanso a medio camino.


- Perpignan está al lado de la costa, así que incluso para los que no somos muy amantes de la playa está la posibilidad de escaparse a ella aunque sea una vez. Viene bien darse un baño -aunque el agua está hiperfría- y dejarse invadir por la desidia que provoca estar al lado del mar y el ruido de las olas. Cometí el error de tomar el sol varias horas sin crema, de modo que cualquier movimiento del cuerpo era doloroso y el viaje de regreso en autobús, barato pero duro, se hizo más insufrible todavía.

- Un apunte económico: un billete en bus de Barcelona a Zaragoza cuesta 10,50 euros. Coger un taxi a las dos de la madrugada desde la estación hasta mi casa (calle Miguel Servet) vale 11 euros...

- No me cansaré de decir que el francésy el inglés son dos idiomas no comparables, al menos para un español: el francés es más sencillo de aprender y sobre todo de comprender a nivel oral. Me satisface mucho, tras tres años estudiándolo, poder entrar a una oficina de turismo o a FNAC y poder preguntar algo, ser entendido y comprender la respuesta sin mayor problema. En inglés, aún tengo a veces problemas con eso según el acento...

- Sin duda, debo dar las gracias a Philippe por alojarme en su casa, por su amabilidad y paciencia, por darme lo equivalente a, qué sé yo, 300 horas de francés en una semana y por haberme mostrado los alrededores de Perpignan.






F I N

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