miércoles, 6 de septiembre de 2006

¡Vas a morir de un modo horrible!

- dijo el quiromántico de faz tenebrosa-. En cualquier momento .
Jack se quedó petrificado durante unos segundos, soltó su mano y se marchó corriendo. ¡Morir!, pensaba mientras no dejaba de correr, ¡morir!, ¡y dicho por el adivino mejor considerado del barrio!
Quiso llegar hasta un parque y aprovechó los cruces que estaban en verde. Se tumbó en la hierba y reflexionó.
- Si lo que ha dicho es cierto, ¿dónde podría refugiarme para que no me ocurriera nada?
Pensó en su dormitorio, en su pueblo, en un automóvil aparcado, en una isla desierta... y observó que la pradera en que se hallaba estaba libre de peligros.
- Aquí me quedaré.
Y dejó pasar una hora. Dos, y tres.
Al llegar a la cuarta, se dio cuenta de que empezaba a hacer frío y se estaba nublando. Así que intuyó que le esperaba una muerte por granizo o por congelación.
- Me iré a casa.
En su cuarto, mirando al techo en su cama, hizo un recuento de aquellos objetos que podrían hacerle daño. La lámpara podría caer sobre él, un trofeo le golpearía la cabeza si una de las estanterías se inclinase, un balón de fútbol le haría resbalar...
No durmió en toda la noche. Hasta se planteó que la falta de sueño iba a ser el motivo de su muerte, pues se muere pronto si faltan sueños.
Antes del amanecer algo dentro de sí le dijo que la hora se aproximaba. El tic tac del reloj, el extraño silencio de la casa, el bochorno de la tormenta que no comenzaba, el sudor que caía por su espalda.
Si he de morir, haré lo que nunca he hecho antes de marcharme. Veamos, reflexionó, ¿qué me apetece hacer? ¿Cómo quiero despedirme? Un atraco a un banco, un beso a la hermosa vecina, una comilona interminable, un vuelo en avión... Pero, ¿cómo conseguir una pistola, toda esa comida, o un avión, si le quedaba poco tiempo? ¿Se había de quedar con un beso robado, acaso?
Y entonces... decidió que volaría. Sin avión y sin alas.
Salió del piso sin llaves, dejando durmiendo a sus padres. Paso a paso, subió las escaleras y al alcanzar el sexto piso, utilizó la puerta de la terraza.
El sol estaba a punto de salir. La ciudad estaba todavía en calma y hacía frío, mucho frío, ahí arriba. Era un buen momento. Ni siquiera se asomó para observar la altura, sino que se dejó llevar por la tranquilidad del momento y caminó sin detenerse hasta que se acabó el edificio. Sabría por fin lo que se sentía al volar... y al morir... y después de morir.
¿Una muerte horrible?, se preguntó cuando caía. Tonterías... resolveré un misterio eterno en diez segundos.
Pero el golpe sólo le destrozó el cuerpo sin quitarle la vida de inmediato. Permaneció en la UCI seis semanas y siempre que durante el lento proceso despertaba a la consciencia, el celador más cercano escuchaba la cope.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que sé quién es el celador (es mi exacosador seguro).POr otro lado según www.estasmuerto.com servidora fallecerá el 11/10/2032 por el ataque de un tiburón, y digo yo ¿qué hago nadando en los mares el día antes de Pilares? a no ser que sea alguno remonte el Ebro...

bl4ze dijo...

Chico que historia! Ya he terminado con la UNed, uf! acabé agotada, 8 horas de examen son demasiado.
Besos y Achuchones

Diabetes dijo...

Felicidades, Dorothy, ya preguntaré qué tal tus exámenes al tarot. (Me estoy aficionando, my God).