
Si el otro día hablé de la lerda a la que se le desmontaban los periódicos, hoy la tele me ofrece un tema algo menos frívolo. Y eso que...
Ha salido en El diario de Patricia. Unos hijos han acudido al programa para reclamar cariño por parte de su padre. El padre, de algo así como cincuenta y cinco años, creía haber hecho de padre ejemplar, y sin embargo ha descubierto que no era así: los retoños se quejaban por no recibir nunca llamadas suyas de hola qué tal, por no ser cercano... Después de un cierto desacuerdo, Patricia ha sembrado la paz pidiendo al padre que comenzara a ser más risueño en ese mismo instante. "¿Cómo lo hago?", ha preguntado el padre. Y enseguida ha visto que se trataba, por ejemplo, de darles dos besos y un abrazo a sus hijos, cosa que ha hecho y con la ha finalizado la historia.
Lamentablemente, si con alguien he de sentirme identificado es con el padre. Salvo con mi pareja, bien sea la pasada (Javier) o con la/s que venga/n, con la que creo ser bastante cercano y cariñoso, me considero algo frío con la gente. Así, por ejemplo, ahí tenemos a Sonia, la chica que descubrió lo singular de volar en avión, o a Carolina, musa titánica, esperando dos besos de mi parte cuando quedábamos y quedándose, valga la redundancia, con las ganas de recibirlos. Mi madre, hace unos dos meses, también se quejó de lo seco que soy, y desde entonces le doy dos besos cada vez que la veo, cosa que antes sólo hacía cuando ella los comenzaba (generalmente cuando se iba de vacaciones durante unas semanas). En cuanto a los chicos, a los que doy la mano –salvo en el ambiente, donde es costumbre dar también dos besos-, prácticamente nunca lo hago realmente; gente como Fabio, que supongo que es víctima de mi mismo virus, imagino que está encantada o cuando menos le resbala que no shakeemos hands, pero a lo mejor otras personas como Jb u Óscar (amistad de reciente adquisición con la que, por parecer normal, trato de mantener ese contacto físico inicial) puedan encontrarlo más raro.
¿A qué se debe este comportamiento poco cercano? ¿A cómo me han educado en mi familia? Quizá, aunque, si se permite una recomendación literaria, ésta sería una respuesta demasiado sencilla si leéis El mito de la educación, de Judith Rich Harris, que ningún padre o profesor debería ignorar. ¿A los diferentes roles comportamentales que comúnmente se adjudican a hombres y mujeres por separado? Puede ser otra parte de la respuesta, sí.
El caso es que desde aquí, igual que a veces hacen algunos ante Patricia, me comprometo a tratar de ser algo menos soso en ese aspecto. Ya llevo un tiempo procurando cambiar en ese aspecto, así que pido no un aplauso, pero sí vuestra comprensión y paciencia.
Dos besitos a todos. ;)
Ha salido en El diario de Patricia. Unos hijos han acudido al programa para reclamar cariño por parte de su padre. El padre, de algo así como cincuenta y cinco años, creía haber hecho de padre ejemplar, y sin embargo ha descubierto que no era así: los retoños se quejaban por no recibir nunca llamadas suyas de hola qué tal, por no ser cercano... Después de un cierto desacuerdo, Patricia ha sembrado la paz pidiendo al padre que comenzara a ser más risueño en ese mismo instante. "¿Cómo lo hago?", ha preguntado el padre. Y enseguida ha visto que se trataba, por ejemplo, de darles dos besos y un abrazo a sus hijos, cosa que ha hecho y con la ha finalizado la historia.
Lamentablemente, si con alguien he de sentirme identificado es con el padre. Salvo con mi pareja, bien sea la pasada (Javier) o con la/s que venga/n, con la que creo ser bastante cercano y cariñoso, me considero algo frío con la gente. Así, por ejemplo, ahí tenemos a Sonia, la chica que descubrió lo singular de volar en avión, o a Carolina, musa titánica, esperando dos besos de mi parte cuando quedábamos y quedándose, valga la redundancia, con las ganas de recibirlos. Mi madre, hace unos dos meses, también se quejó de lo seco que soy, y desde entonces le doy dos besos cada vez que la veo, cosa que antes sólo hacía cuando ella los comenzaba (generalmente cuando se iba de vacaciones durante unas semanas). En cuanto a los chicos, a los que doy la mano –salvo en el ambiente, donde es costumbre dar también dos besos-, prácticamente nunca lo hago realmente; gente como Fabio, que supongo que es víctima de mi mismo virus, imagino que está encantada o cuando menos le resbala que no shakeemos hands, pero a lo mejor otras personas como Jb u Óscar (amistad de reciente adquisición con la que, por parecer normal, trato de mantener ese contacto físico inicial) puedan encontrarlo más raro.
¿A qué se debe este comportamiento poco cercano? ¿A cómo me han educado en mi familia? Quizá, aunque, si se permite una recomendación literaria, ésta sería una respuesta demasiado sencilla si leéis El mito de la educación, de Judith Rich Harris, que ningún padre o profesor debería ignorar. ¿A los diferentes roles comportamentales que comúnmente se adjudican a hombres y mujeres por separado? Puede ser otra parte de la respuesta, sí.
El caso es que desde aquí, igual que a veces hacen algunos ante Patricia, me comprometo a tratar de ser algo menos soso en ese aspecto. Ya llevo un tiempo procurando cambiar en ese aspecto, así que pido no un aplauso, pero sí vuestra comprensión y paciencia.
Dos besitos a todos. ;)
7 comentarios:
Yo también soy del mismo virus que la Faba y tú, pero a diferencia de tí, no pienso hacer nada por cambiarlo. Sí, soy una seca, asocial y antimimos, y Sonia (cariñosa y maja como es) siempre se me queda también pensando "qué coño le pasa a ésta que ni me da dos besos ni ná" cada vez que nos vemos. Pero es que no me sale. Y no voy a tomar medidas para remediarlo aunque sepa que a este mundo le falta contacto físico. Que ni sé a qué se debe ni me importa, pero que no voy a forzarme a ser más cariñosa cuando el cuerpo no me lo pide.
Anda, que lo de ver el Diario de Patricia es caer bajo, bajo... mucho mejor la teletienda y el teletarot...
Estamos en época de cambios tú y yo eh! Me alegro mucho de esta decisión, y de ahora en adelante no te vas a librar de mis dos besos.
La verdad es que a mi eso de los dos besos me da corta con gente que no conoces de nada, pero con amigos me gusta ese contacto.
Aich!! si es que en el fondo eres un tiernooo!!
Lo se, lo se, soy una cursi de cuidado, pero no me importa.
Millones de besos guapísimo ( por todos los dos besos que hemos dejado de darnos)
La opinión de Lalau es muy respetable: si no te lo pide el cuerpo, ¿por qué vas a cambiarlo? Lo que a mí me pasa es que, aunque sea muy en el fondo, el cuerpo sí me lo pide, pero me freno por la falta de costumbre.
De todas formas, si todo el mundo actuase como Lalau, Fabio o yo, esto no sería la era postmoderna, sino la Era Láctea lo menos.
Prometo colaborar en tu penúltimo intento de reinserción :) A partir de ahora te daré la manita cuando te vea.
No puedo creer que lo hayan inventado: http://www.nopuedocreer.com
¿Ves? El caso es que no te voy a arrear dos besos, pero dar la mano me parece un gesto muy frío... aunque supongo que si soy un ente social deberé acostumbrarme a él...
Las modas, la culpa de todo la tiene las modas, que implican no solo dar besos, estrujar la mano, dar puñetazos o sonoras palmadas en los omóplatos, sino también jactarse de ello y exigir que los demás también lo hagan... afortunadamente la naturaleza es sabia y cuando dice no, mejor es no forzarla, pues podría deparar consecuencias contrarias a lo perseguido, ¿o no le pasó eso mismo a Harris al decidir recluirse en su casa a leer antes que someterse a su grupo de compañeras?
Opino que más que modas son costumbres culturales, que adjudica comportamientos -y por tanto expectativas- a cada persona y en cada rol que ésta vaya a desempeñar.
Por mi parte, esforzarme por dar la mano o dar dos besos no me ha venido nada mal.
Publicar un comentario