jueves, 3 de enero de 2008

Lisboa (I)

Es en Nochevieja cuando este blog cumple años, así que mis sinceros agradecimientos a todos por seguir visitándome. Ya son dos añitos, ya empezamos a andar y lo hacemos por fin con soltura.

Ciñéndome al tema del viaje a Lisboa, comenzaré por el principio, porque de no hacerlo de otro modo, imaginaos dónde podría acabar.
Allá por Octubre surgió la idea de viajar con Leszek a algún sitio del mundo mundial. Combinando mi manía de no viajar a un lugar donde él ya hubiese estado con su espléndida disponibilidad y adaptación, decidimos visitar Lisboa. Organizamos todo por internet y el día veintiséis de diciembre, teniendo fe en que efectivamente alguien en Polonia iba a llegar al mismo hostal que yo unas horas después, cogí el avión hacia allí. Eso sí, hice el tonto sobremanera: ¡jamás vayáis al aeropuerto en taxi! Es un robo a mano armada. Iba justo de tiempo y me daba mucho apuro no llegar y dejar a Leszek en mitad de Lisboa; pero de verdad, coged el bus...
Una gozada que haya vuelos directos hasta la capital lusitana tres veces por semana. La ida y la vuelta salen bien de precio y, para mi asombro, hasta ofrecen algo de comida gratuitamente.

En comparación con Polonia, la gente se defiende mejor en inglés, y no digamos si lo comparamos con España (suenan risas flojas y lamentos de desencanto). Como observó anagnosto cuando le hablé de mi viaje, que vean la tele con subtítulos hace mucho, como en otros países europeos. Aquí somos como somos, y la verdad, ¿alguien se imagina a sus padres, después de ocho horas de trabajo, sentándose a ver la peli del sábado medio dormidos y leyendo subtitulitos…? Yo tampoco.

La primera impresión de Portugal fue la de tener un grandísimo aeropuerto, con una cantidad de vuelos que existirán en Zaragoza para el año 2080 aproximadamente, y unas calles mucho menos melancólicas / pobres de lo que había imaginado. No hay más que ver la plaza de Marqués de Pombal, no muy lejos de la cual estaba nuestro hostal.




Mientras Leszek estaba que aterrizaba que si no, me dio tiempo a hacer varias cosas. La primera, a llegar hasta el hostal, conocer a Leo, un italiano –siciliano- que vaya usted a saber en cuántas lenguas se defendía y que regentaba el hostal, y a dejar mis cosas en la habitación.






El hostal, más que hostal, era un edificio antiquísimo de techos muy altos, sin calefacción y con pintura del año de marychestnut también. Habíamos escogido una habitación para dos personas con dos camas. No había armario, sólo un perchero, y las dos camas no eran iguales de tamaño… Mi primera impresión fue horrible (y eso que Leo me había asegurado muy convencido que la habitación me iba a gustar). También me dio tiempo a darme un paseo por una parte principal de la ciudad, creo que la Avenida Liberdade, y descubrí que cinco dedos de mi mapa eran quince minutos andando, y encima, como iba a ser costumbre, cuesta arriba. Fui al metro y adquirí dos bonos para cinco días por catorce euros cada uno que permitían usar el metro, los tranvías y los autobuses. Muy buen precio.
A Leszek la habitación no le pareció mal; había sido peor en Atenas, creo que dijo. Pues bueno. De todos modos el precio que pagamos por las seis noches era muy bueno, así que admito que no debí sorprenderme de encontrarme con la habitacioncilla de marras.

No es mi intención llevar a cabo una descripción detallada de lo que hicimos cada día –aunque sí que quiero seguir un mínimo orden cronológico-, porque he olvidado el nombre de la mayoría de los lugares y edificios que visitamos y porque creo que resultaría soporífero, o al menos caldorífero, para vosotros. Me limitaré a contar aquellas impresiones que recuerde de algunas de las fotos de que dispongo.

Del principio recuerdo que fuimos a un parque muy chulo.




Arriba del todo hicimos más fotos, alguna de aviones volando bajo. Quizá podáis pensar: hala, qué guay, has podido fotografiar un avión y un trocito del paisaje, todo a la vez. Eso pensaba yo, pero en realidad, de permanecer una hora en ese sitio, se pueden ver pasar trece o catorce aviones fácilmente. El aeropuerto no está muy alejado de la parte central de la ciudad y se escuchan continuamente (lo cual es un poco lamentable); al aterrizar, mientras miraba por la ventanilla, a mí no me terminaba de quedar claro si íbamos a tocar tierra en el aeropuerto o es que nos estábamos estampando contra un edificio cualquiera, tan cerca se veían las casas al descender.





El metro y los demás medios de transporte son claves para ir por la ciudad. Leszek y yo nos hemos dado unas pateadas que seguro que ni el dos por ciento de los turistas osa imitarnos; pero desde luego, sin el metro esta ciudad es inabarcable. Es, aunque la comparación no sea correcta en absoluto, como si te ponen Londres al ocho por ciento de pendiente y te lo tienes que cruzar de parte a parte. La línea de metro, en cualquier caso, abarca ante todo la parte menos inclinada de la ciudad, y se compone de cuatro líneas: línea Amarela, línea Vermelha, Línea Azul y Línea Verde. Habrá que ver qué harán cuando, dentro de decenios, se les acaben los colores del arcoiris y parezca eso el metro gay por antonomasia.






Imágenes como ésta son facilísimas de encontrar. Vaya usted al Castillo de San Jorge y alucine de la cuesta arriba que hay. Seguro que si uno se pone a buscar encuentra alguna línea de bus (que no de metro) que le salve parte del recorrido, pero claro, de turista uno no está para perder mucho tiempo buscando nada.
Eso sí, por mucho que hayamos andado, desayunábamos tantas cosas y tan sanas (pan, mermelada de ciruela y de melocotón, plátano, leche con cereales, chocolate, petit suisse de Nesquick –culpa mía, que me encantan-…) que he vuelto exactamente con el mismo peso con que fui.
¡Al menos he comido lo que me ha dado la gana durante una semana!

(CONTINUARÁ)

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicidades y esperamos la segunda parte.

Aleteos!

Anónimo dijo...

Gracias a ti por tu blog.

Anónimo dijo...

Felicidades por el segundo cumpleaños de tu blog.

Las fotos de Lisboa son muy buenas, dan una imagen bastante clara de cómo se te pueden llegar a agarrotar los músculos de las piernas en esa ciudad. Eso sí, la gente de allí debe de tener unas pantorrillas preciosas.

Anónimo dijo...

Felicidades por el aniversario y gracias por ya tradicional postal del tío Matt Fraguel.Yo con tanta cuestecita casi mejor que paso de visitarla por ahora, aunque cuanto más tarde peor ¿no?

Anónimo dijo...

Hola ¡felicidades por tu blog! para mi fue una grata sorpresa descubrirlo y me ha dado muchos momentos de risas. (es cierto, no es peloteo).Ah y el cambio de fondo esta guay.

Bueno , me ha gustado tu cronica de Lisboa, yo estuve en Portugal de vacaciones veraniegas, hace unos 4 años y tb. visite la capital. A mi me gusto mucho, eso si, como bien has dejado claro hay una de cuestas... pero si no te pierdes asi por el casco antiguo , no ves de verdad la ciudad. Recomiendo visitarla.

P.D. no me extraña que al aeropuerto de Lisboa llegen mas vuelos que a Zaragoza, ¡ es la capital del pais!, mientras que nosotros somos una ciudad normalilla.

Diabetes dijo...

Sí, Rakeltwo, ¡cuanto antes mejor! Te lo aseguro. ;)
A ti y a pepitapulgarcita, gracias por vuestras opiniones y deseos bloggeros y espero seguir viéndoos tan a menudo como hasta ahora. :D

enmovimiento dijo...

¿Cuándo? ¿Cuándo continuará?... Me tienes en ascuas. Tengo muchas preguntas pero voy a ser paciente...
Felicidades por tu primer aniversario. Muy chulo el cambio de decorado. A ver si tengo un ratito y te copio (que es broma, hombre).

Maite Pérez-Pueyo (Maitentación) dijo...

Estuve en Lisboa y otros lugares de Portugal hace ahora mismo ¡21 años! Supongo que habrá cambiado bastante, jaja, por lo que tú dices...