Me es imposible zanjar el viaje a Lisboa sin añadir unos comentarios y, sobre todo, algunos fotos tontas y curiosas que tuve oportunidad de hacer. Permítanme ustedes guionizar el post de hoy:
- Todo el mundo decía que Lisboa era una pasada, que es preciosa, que te va a encantar, que ya verás ya verás ya verás. Y vamos a ver: me ha gustado, creo que se deja traslucir en mis comentarios anteriores; tiene, como muchas ciudades, sus rincones chulos, sus paisajes fotografiables y un encanto suficiente como para pasar unos días. Pero en fin, después de que prácticamente el cien por cien de la población humana me hubiese asegurado que Lisboa era una preciosidad, pues la verdad, está bien pero no es un universo mágico paralelo ni llueven billetes de quinientos ni tiene un espíritu mágico pululando en cada esquina. Es bonita, tiene sus cosas, pero me cuidaré mucho de hablar de ella a otras personas como si fuese la octava maravilla, no vaya a ser que luego pretendan cortarme los ribosomas a la que me descuide.

- En Lisboa y alrededores uno puede encontrar cosas distintas que, valor artístico y cultural aparte, sorprenden por lo diferentes que son. Como prueba, ese inefable mueble dentro de uno de los muchos palacios que vimos, o también techos pintados con barquitos, azulejos de varios colores, la Quinta da Regaleira y sus galerías y pozos –que ya mostré en la segunda actualización al hablar de Sintra- y hasta palacios con fachadas rosas. Una delicia para quienes estamos cansados de ver poco más que cuadros valiosísimos de vírgenes y santos agonizantes e iglesias doradas.
- Aunque el portugués y el español tengan un origen común y uno pueda coscarse de algo, la verdad es que no es tan fácil como uno cree en principio comprender a ni hacerse comprender por un portugués. En fin, sólo tengo que recordar que pedí un cuchillo a una camarera y fueron los gestos los que hicieron la situación “comunicativamente eficaz”. Por escrito, como podéis ver,

es bastante fácil de comprender, pero no oralmente, insisto. Me da la sensación de que para un portugués es más fácil comprender a un español que viceversa.
- Os recomiendo vivamente que no perdáis el dni antes de viajar. Me pasó a mí el día de antes de salir de Zaragoza y lo encontré milagrosamente en un cajón de mi armario: se había caído de un bolsillo de mi pantalón al colgar éste en la percha. De todos modos, debido a que estamos en una zona de nombre x que ahora no recuerdo, no hacía falta dni y quizá podría haber viajado sin él. Bueno, no, porque lo necesitaba para pedir el billete en el aeropuerto. Menos mal, si no habría dejado a determinado polaco más colgado que una uva.
- No sé si esto será aplicable a todo el mundo portugués, pero al menos, por lo que se ve, los conductores de los medios de transporte tienen cierto sentido del humor y espíritu navideño no americano.

- En Lisboa encontré una diferencia fundamental con respecto a España. Así como en nuestro país aquella persona que carece de trabajo y no desea elaborar currículos y repartirlos en persona puede dirigirse a la administración pública e indicar qué tipo de trabajo desea, y resignarse a que probablemente el trabajo tarde una eternidad en llegar, en Lisboa en cambio existe una preocupación desmesurada por que los ciudadanos estén en paro el menor tiempo posible. Por lo que se ve, aquellos que carecen de un puesto de trabajo pueden verse sorprendidos en su casa por una visita del instituto de empleo y son trasladados de inmediato al lugar donde pueden comenzar a ganarse el jornal.

- Y además, también difieren ambos países, España y Portugal, en que en el primero se considera peligroso que una vaca o un ciervo anden sueltos y puedan provocar accidentes automovilísticos, mientras que en el segundo se ignora a estos animales, puede que no abunden o estén siempre encerrados; y se teme en cambio a un animal de mucho menor tamaño que, quizá, se dedica a cruzar las carreteras y a utilizar su alimento como arma arrojadiza contra, por ejemplo, vehículos excesivamente contaminantes:

- No vayan ustedes a Lisboa intentando viajar de gorra en el autobús. Apenas llevaba un minuto en un bus cuando el revisor me pidió el billete; poco después había tres revisores en el mismo vehículo y al poco rato de que unos chavales empezasen a arman bulla en las últimas filas, dos policías subieron y les echaron. Me quedé diciendo: jodo, sí que hay control aquí, leñe.
- Si queréis conocer la ciudad, id cuanto antes, porque en cuanto tengáis cierta edad, artritis o testículos con espinas os será imposible desenvolveros por esas calles tan empinadas.
- Más de una persona me ha dicho que otras ciudades portuguesas, como Oporto, son más bonitas. Creo que estoy descubriendo cierta tendencia sobrevaloradora de las capitales de país, pues en Polonia la ciudad que menos me gustó fue Varsovia y más de un francés me ha dicho que París no es la ciudad más maravillosa de su país. Nada, chicos, ¡¡todos a promocionar Soria, come on!!
- Por último, decir que me ha gustado salir de viaje en navidad. La maleta pesa más porque hay que cargar con ropa de invierno y los días son más cortos, pero los días de descanso parece que aprovechan más si uno sale del entorno habitual un poco. Por otro lado, es una sensación peculiar cambiar de año en un lugar y un momento diferentes al de tus paisanos, y sin la familia y los amigos.
En definitiva, todo esto ha sido, por supuesto, una manera más de conocer y reflexionar.
- Todo el mundo decía que Lisboa era una pasada, que es preciosa, que te va a encantar, que ya verás ya verás ya verás. Y vamos a ver: me ha gustado, creo que se deja traslucir en mis comentarios anteriores; tiene, como muchas ciudades, sus rincones chulos, sus paisajes fotografiables y un encanto suficiente como para pasar unos días. Pero en fin, después de que prácticamente el cien por cien de la población humana me hubiese asegurado que Lisboa era una preciosidad, pues la verdad, está bien pero no es un universo mágico paralelo ni llueven billetes de quinientos ni tiene un espíritu mágico pululando en cada esquina. Es bonita, tiene sus cosas, pero me cuidaré mucho de hablar de ella a otras personas como si fuese la octava maravilla, no vaya a ser que luego pretendan cortarme los ribosomas a la que me descuide.
- En Lisboa y alrededores uno puede encontrar cosas distintas que, valor artístico y cultural aparte, sorprenden por lo diferentes que son. Como prueba, ese inefable mueble dentro de uno de los muchos palacios que vimos, o también techos pintados con barquitos, azulejos de varios colores, la Quinta da Regaleira y sus galerías y pozos –que ya mostré en la segunda actualización al hablar de Sintra- y hasta palacios con fachadas rosas. Una delicia para quienes estamos cansados de ver poco más que cuadros valiosísimos de vírgenes y santos agonizantes e iglesias doradas.
- Aunque el portugués y el español tengan un origen común y uno pueda coscarse de algo, la verdad es que no es tan fácil como uno cree en principio comprender a ni hacerse comprender por un portugués. En fin, sólo tengo que recordar que pedí un cuchillo a una camarera y fueron los gestos los que hicieron la situación “comunicativamente eficaz”. Por escrito, como podéis ver,
es bastante fácil de comprender, pero no oralmente, insisto. Me da la sensación de que para un portugués es más fácil comprender a un español que viceversa.
- Os recomiendo vivamente que no perdáis el dni antes de viajar. Me pasó a mí el día de antes de salir de Zaragoza y lo encontré milagrosamente en un cajón de mi armario: se había caído de un bolsillo de mi pantalón al colgar éste en la percha. De todos modos, debido a que estamos en una zona de nombre x que ahora no recuerdo, no hacía falta dni y quizá podría haber viajado sin él. Bueno, no, porque lo necesitaba para pedir el billete en el aeropuerto. Menos mal, si no habría dejado a determinado polaco más colgado que una uva.
- No sé si esto será aplicable a todo el mundo portugués, pero al menos, por lo que se ve, los conductores de los medios de transporte tienen cierto sentido del humor y espíritu navideño no americano.
- En Lisboa encontré una diferencia fundamental con respecto a España. Así como en nuestro país aquella persona que carece de trabajo y no desea elaborar currículos y repartirlos en persona puede dirigirse a la administración pública e indicar qué tipo de trabajo desea, y resignarse a que probablemente el trabajo tarde una eternidad en llegar, en Lisboa en cambio existe una preocupación desmesurada por que los ciudadanos estén en paro el menor tiempo posible. Por lo que se ve, aquellos que carecen de un puesto de trabajo pueden verse sorprendidos en su casa por una visita del instituto de empleo y son trasladados de inmediato al lugar donde pueden comenzar a ganarse el jornal.
- Y además, también difieren ambos países, España y Portugal, en que en el primero se considera peligroso que una vaca o un ciervo anden sueltos y puedan provocar accidentes automovilísticos, mientras que en el segundo se ignora a estos animales, puede que no abunden o estén siempre encerrados; y se teme en cambio a un animal de mucho menor tamaño que, quizá, se dedica a cruzar las carreteras y a utilizar su alimento como arma arrojadiza contra, por ejemplo, vehículos excesivamente contaminantes:
- No vayan ustedes a Lisboa intentando viajar de gorra en el autobús. Apenas llevaba un minuto en un bus cuando el revisor me pidió el billete; poco después había tres revisores en el mismo vehículo y al poco rato de que unos chavales empezasen a arman bulla en las últimas filas, dos policías subieron y les echaron. Me quedé diciendo: jodo, sí que hay control aquí, leñe.
- Si queréis conocer la ciudad, id cuanto antes, porque en cuanto tengáis cierta edad, artritis o testículos con espinas os será imposible desenvolveros por esas calles tan empinadas.
- Más de una persona me ha dicho que otras ciudades portuguesas, como Oporto, son más bonitas. Creo que estoy descubriendo cierta tendencia sobrevaloradora de las capitales de país, pues en Polonia la ciudad que menos me gustó fue Varsovia y más de un francés me ha dicho que París no es la ciudad más maravillosa de su país. Nada, chicos, ¡¡todos a promocionar Soria, come on!!
- Por último, decir que me ha gustado salir de viaje en navidad. La maleta pesa más porque hay que cargar con ropa de invierno y los días son más cortos, pero los días de descanso parece que aprovechan más si uno sale del entorno habitual un poco. Por otro lado, es una sensación peculiar cambiar de año en un lugar y un momento diferentes al de tus paisanos, y sin la familia y los amigos.
En definitiva, todo esto ha sido, por supuesto, una manera más de conocer y reflexionar.
3 comentarios:
Muy bueno lo del INEM, je,je. En cuanto a lo de las capitales, totalmente de acuerdo (ahora que no me oye ningún madrileño, no me parece que la nuestra se merezca más que unas cuantas visitas a museos y poco más)aunque París, bien vale una mesa, digo una misa. Acabo de oír una sirena, voy a ver no me vengana buscar los del INEM.
De París no puedo hablar, ya caerá algún día -aunque las promesas de no ser muy barato me quitan las ganas-. De Madrid, totalmente de acuerdo. Para vivir quizá bien, pero de visita no me encantó.
La coña del INEM fue lo primero que se me pasó por la cabeza cuando vi una ambulancia de esas! Las similitudes entre el portugués y el español me producen carcajadas cada dos por tres debido a mi afición por los juegos de palabras y humor peculiar xD
También me ha gustado esa teoría de las capitales, he vivido un año en Madrid y ningún sitio me ha llamado especialmente la atención a nivel turístico. Para mí lo bonito de las capitales es la diversidad de gente que hay de todos los lugares del mundo y el aumento muy significativo de la probabilidad de encontrar lo que te propongas si eres muy especialito xD
Saludos desde Lisboa!
Sigue con tu blog y con tu "diccionario" :)
Publicar un comentario