
El jueves nos fuimos de excursión a Teruel.
Exceptuando que tuve que madrugar a las seis de la mañana y regresé a las ocho de la tarde, fue un día estupendo.
Primero, asistimos a un concierto donde hicimos un rápido repaso a diversos estilos musicales. El saxofonista tocó un blues precioso.
Después, con guía y todo, nos plantamos en la plaza del Torico y vimos las torres de la ciudad, así como la imagen de los amantes que hay en la escalinata del Óvalo. La guía nos contó las historias tanto del torico como de los amantes.
Comimos en una escuela - hogar y por último tuvimos la oportunidad de entrar en una fábrica de cerámicas, donde presenciamos en directo la labor de unos alfareros y de unas mujeres que pintaban a mano, en silencio y con una paciencia abrumadora, platos ya pasados por el horno.
Al final, se podía comprar alguna cosa, y yo me hice con el búho. En el fondo es un poco horroroso, pero un souvenir lo coges porque te recuerda una emoción o un sentimiento. A mí me encantó poder tener la ocasión, y así el resto de mi vida laboral, de revivir oportunidades de aprendizaje por las que en su momento pasé con una motivación justa -la del estudiante obligado-. Fue una gozada. :-D
Próxima excursión: a la granja - escuela de Movera. ¿Qué haré: traerme un cerdo bajo el brazo?
1 comentario:
Me alegro de que te lo pasases tan bien, la verdad es que de crio en estas excusiones ibas tan emocionado por salir de casa que no aprobechabas bien lo que te enseñaban. Besos y achuchones
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