sábado, 29 de julio de 2006

Valencia (III): descubrimientos


Estos pocos días fuera de casa han servido también para ser consciente de algunos aspectos ajenos y propios que hasta ahora desconocía.
Estando en el salón de casa en Silla, durante la hora del telediario, mi tío empezó de repente a despotricar sobre Zapatero y su política de dejar entrar a los inmigrantes; "no dejan en ningún país y él hala, el tonto, los deja pasar; y claro, estamos todos aquí más mal que bien y encima nos vienen a quitar el trabajo". Como ése, otros varios argumentos típicos y tópicos que me hicieron pensar en ciertas inclinaciones políticas no muy agradables. Me alegré en ese momento definitivamente de no haber salido del armario ante ellos, porque esa mentalidad y ciertos comentarios jocosos -de índole también típica que podréis imaginar- me dieron a entender que la cosa habría caído peor que un jarro de agua fría. Como una estalactita de mármol directamente.
Otro aspecto destacable es que durante los cuatro días que pasé en Valencia he engordado dos kilos. He descubierto, o más bien terminado de comprobar, que mi dieta habitual es increíblemente sana y que debo permitirme darme un autoaplauso ante mi constancia y buen hacer respecto a la selección de alimentos diaria que hago por mi cuenta en mi casa. Disfruté como un tonto poniéndome hasta arriba de comida mientras estuve en Silla, claro que sí, porque estando en un lugar distinto y viendo pasar manjares ante mis ojos a todas horas, no quería (y además no podía) dejar de probarlos; pero me alegro de ser capaz de no comprarlos para mi propio hogar. La conclusión, que ya saqué hace unos años cuando perdí mis famosos veinte kilos en tres meses, es que lo de hacer dieta consiste en jugar con el enemigo en casa: tu familia y sobre todo tu madre, que suele ser quien más afanosamente se encarga de hacer o malhacer la compra y de invitarte a llenar al cien por cien el estómago en cada comida. Perder veinte kilos, o siquiera cinco, en Silla, es casi imposible, y en este caso Silla representa el noventa por ciento de las familias.
Prosiguiendo con lo que sutilmente se está convirtiendo en una pequeña autoalabanza que espero que me permitais, porque estoy en fase de resurgimiento de autoestima -término que acabo de inaugurar-, descubrí también en este breve periodo fuera de casa, cierta habilidad de orientación espacial que me permitió desplazarme de Silla a Valencia y hasta saber llegar a Silla cuando volviendo de Sagunto de repente perdí el coche de mi tío, que iba delante del mío, al tomar un desvío equivocado y regresé a Silla sin el menor problema. Mi tío alucinaba con que me hubiese hecho tan deprisa con los caminos básicos -si habéis estado en las afueras de Valencia lo comprenderéis- y yo más aún, dado que hace tiempo que había descartado esa habilidad en mí como buena.
Y finalmente, ha sido increíble el modo que me he dado cuenta de lo que aprecio a mi hermano. Durante estos cuatro días he estado un montón de tiempo seguido con él. Nos llevamos muy bien y he observado que es ya una pequeña personita, con su novia (de la cual oficialmente no sé nada, pero un servidor investigó un poco) y sus cositas. Si ya dejé claro en el post del jueves lo que me afecta salir de casa, lo que me hace pensar, una muestra clara de ello la tuve la primera noche que pasé en el pueblo: y es que, sin poderlo evitar, mientras trataba de dormir en ese calor insoportable al lado de él, me entraron unas ganas enormes de llorar al darme cuenta de lo que le quería.
Y así estuve más de media hora sin poderlo evitar...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ohhhhhh, yo también quiero mucho a mi hermanoide,pero prefiero que no se entere porque lo usará en mi contra.Respecto a lo de la dieta, que me vas a contar a mi, las visitas al Alcampo son una tortura, mi madre metiendo en el carro helados, galletas, yogures y yo que soy débil me paso el dia abriendo la nevera...cachis

bl4ze dijo...

Desde que te conocí, ya hace mucho tiempo, la relación con tu hermano es lo que más te he envidiado.
Y no es que yo no quiera a mi hermana, sino que la relación no es como la vuestra.
De todas maneras reconozco que cuando he estado fuera es una de las personas a las que más hecho de menos.
Y estoy convencida de que en el futuro será imprescindible en mi vida.
Un beso guapísimo

Diabetes dijo...

Gracias por lo que dices, Dorothy. :)