El otro día mi compañera de bailes de salón me llamó por segunda vez consecutiva para decirme que el sábado tampoco podría ir a la clase. Me propuso recuperarla en otro turno, aunque fuese con otra profesora distinta a la nuestra. Y descubrimos que el domingo por la mañana era posible.
Recuperamos la clase sin problemas. Pero en ella me llevé toda una sorpresa al ver que no se trataba de profesora, sino de profesor, y que éste era prácticamente el típico tío que a mí me gusta. Ojo, no el arquetipo ideal que siempre anuncio aquí porque sé que resulta divertido o curioso comentarlo (muy cachas, muy alto, etc.); de estatura y complexión normal, delgado y como 1.80, pero de un rostro precioso: alargado, muy masculino, moreno, barba de dos días y unos ojos negros profundos.
A lo largo de la clase bailé con él para terminar de comprender unos pasos de quickstep algo complicados, y tenía que notarse la cara de alucinado que se me quedaba: poder tocar a ese tío tan tremendo.
Pero no estoy tratando de hablar de sexo (para variar). Sino de esa sensación, que personalmente me resulta horrible, de encontrar a alguien que físicamente resulta irresistible, y olvidarte de cualquier otra cosa.
Cuando hace años estaba saliendo con Javier, me sucedía en ocasiones. A pesar de que físicamente él me encantaba, muy puntualmente me cruzaba por la calle con chicos que me dejaban absolutamente tocados y que se me quedaban grabados en la mente al menos para el resto del día. Y durante ese rato knockeado, sentía una barbaridad: que Javier pasaba a estar en lo más recóndito de mis pensamientos y el chico con el que me había cruzado seguía presente durante horas y a veces días.
Con el profesor de baile me pasó algo parecido: a pesar de estar conociendo a una persona que -independientemente de que vaya a desembocar o no en algo- me gusta y me parece un encanto pero cuyo atractivo físico, que lo hay, es más del tipo "qué dulce que es" que "qué arrebatadoramente bueno que está", el profesor se me quedó grabado a fuego y mi cabeza construía fantasías tontas en las que él se ponía en contacto conmigo de algún modo imposible o improbable.
He dicho que esa sensación de flash no me gusta, y así es. Cuando alguien te impacta, lo más fácil es que esa persona no sea alcanzable; a pesar de lo cual, piensas en él y te deja una especie de dolor interior, un sufrimiento, por haber apreciado lo que para ti ha sido belleza en estado puro.
9 comentarios:
Justamente eso me pasó a mí con un tal Chasca... no recuerdo bien. Pero a mí la sensación me gusta, debo de ser algo masoka.
Pues ese chasca, si es que lo sabe, debió de sentirse sumamente halagado.
¿La foto es de internete? ¿no?, por ke menuda cuadrilla de peperos; no anima mucho la verdad.
Al profesor, háblale de caballos, a ver si entiende ¿?
Sí, es de Internet. No he sacado fotos de mis clases.
¿Que le hable de caballos? ¿Cómorl?
A mí me pasa lo mismo con el rubio del curro
Pues a mí hace mucho que no me arrebata nadie físicamente, pero recuerdo un argentino con quien no crucé ni una palabra pero cuya mirada me traspasaba el cerebro. Si me hubiera dicho "vamos al fin del mundo" allí hubiera ido, y eso sin conocerlo. Pero se me quedó el cráneo hueco sin más.
¿El cráneo hueco? Defina eso, enmovimiento. Está visto que, sean argentinos, rubios o chiripitiflaúticos, es toda una experiencia inolvidable.
Creo debería desterrarse de Primaria la actual definición de primavera y cambiarla por otra relacionada con las hormonas y el sexo.
Uhm. hace mucho k no experimento algo así. pero vamos, que si que me ha pasado alguna vez. ^^
hueco no en el sentido centroamericano de la palabra. Vacío, tanta mirada penetrante me hizo elucubrar fantasías y con cada una de ellas volaba también un trocito de mi materia gris, hasta agotarse...
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