viernes, 9 de marzo de 2007

Investigación vital (I)

Margarita estaba cansada.
Aquella habitación casi vacía, de escasa decoración, absolutamente impersonal, se le caía encima y ya no podía con ella. Su alma se escapaba por las ventanas mientras soñaba. Sus ganas de hacer el bien seguían presentes, pero su juventud, quizá prontamente encerrada, estaba más viva que nunca y le rogaba vivir en otro lugar.
No iba a ser perdonaba. No lo sería y ella lo sabía. Pero estaba decidida.
Eran las doce de la noche. Sus compañeras dormían desde hace dos horas. Escaparse no iba a resultar fácil. Y dejar los viejos hábitos tampoco, pero lo deseaba.
Había cosas por hacer, por vivir, por conocer ahí fuera. Experiencias, libros, estudios, viajes... chicos.
En una pequeña maleta y una bolsa de plástico reunió todas sus pertenencias. No dejó ninguna nota. Llamaría más adelante para despedirse.
Abandonó la habitación, en la que sólo dejó su nombre; como símbolo del cambio que bullía en sus adentros, Tatiana se convirtió en su nuevo yo. Recorrió un largo pasillo. Se acercó a la entrada, vacía y silenciosa, abrió la puerta con movimiento lento y, ante su asombro, la libertad estaba ante ella.
Bajó las escaleras, pisó la calle y suspiró.
Ya estaba hecho.
No muy segura de querer hacerlo, quizá por su formación religiosa, terminó por volverse hacia atrás. Echó un vistazo, por última vez, al convento al que nunca volvería.

5 comentarios:

enmovimiento dijo...

La angustiosa incertidumbre vital de estos días no me dejaba ganas de comentar esta historia, pero sí de seguirla. Hoy, con algo más de esperanza, se abren ciertas interrogantes ante lo que para mí es el verdadero comienzo del relato: ¿de qué vivirá Tatiana? ¿Durante cuánto tiempo dispondrá de capital para dormir abrazada? ¿Qué ocurrirá si pasan los años y no ha conseguido un cuerpo gratis que le de calor? ¿Le dará realmente igual tener que enseñar cada noche a otra piel reconocer su piel? ¿Es precisamente eso lo que quiere? Cuando su cuerpo no sea terso, su piel no sea firme, la arruga no sea bella… ¿la dejarán de nuevo entrar en el convento? ¿O quizá esa misma noche encuentre a su alma gemela? ¿Cómo sigue? ¿Qué pasa realmente? !!!

Anónimo dijo...

Seguro que era una Escolapia. Yo tuve una en 4º de EGB que se salió de monja y se casó y tuvo un churumbel, aunque yo juraría que era lesbiana...

bl4ze dijo...

Ese escritor! ya echaba de menos tus relatos.
Pero mira que hablar de una monja!
En fin, nos vemos hermoso.
Besos y achuchones

Diabetes dijo...

Es que la historia, enmovimiento, tiene final abierto. Que cada uno imagine lo que le saldbxdelshsfbcoño.

enmovimiento dijo...

vale, no te pongas así, hombre. No esperaba un diario de sus próximos 40 años, ni siquiera una línea más. En el fondo era una pregunta retórica, mi imaginación también puede funcionar un poquito.